La biblioteca de Arcadia/ Dos ejemplos de literatura escrita por mujeres

Norma L. Vázquez Alanís

Ciudad de México, 04 de enero (entresemana.mx). La incursión de las mujeres en la literatura como autoras de textos de ficción no es una novedad, pero siempre resulta agradable encontrar buenas plumas femeninas, serias y con dominio del oficio, como son los casos de la ya consagrada filóloga y escritora española Irene Vallejo, y de la psicóloga, cuenta cuentos y escritora queretana Alejandra Hoyos González Luna, quienes con textos breves de diferente índole aportan una renovada frescura a las letras de género.

Con sendos volúmenes de relatos cortos con temáticas distintas, ambas autoras evidencian su manejo impecable del idioma y de la estructura literaria. Los textos de Vallejo incluidos en Alguien hablaron de nosotros, son un puñado de interesantes e ingeniosas reflexiones sobre la vida cotidiana, que además dan al lector un repaso de la esencia de filósofos y pensadores universales, mientras que Nido. Antología de relatos, de Hoyos González Luna, es un libro en donde los personajes se desnudan para que sus anhelos, miedos y perversiones más profundas encuentren voz.

Irene Vallejo, quien con su obra El infinito en un junco saltó a la fama tras ganar varios premios en España, reúne en Alguien habló de nosotros (Penguin Random House, Grupo Editorial, colección Debate, 157 páginas, primera edición, febrero 2023) más de cien textos breves en los cuales la sensibilidad por una duda, esa valiosa intriga que deriva necesariamente en conocimiento, está siempre presente; además recuerda al lector el origen de frases incrustadas en el imaginario colectivo como “la espada de Damocles”, “talón de Aquiles”, “la caja de Pandora”, “ostracismo” o “dilemas” y ofrece eruditas reflexiones sobre la tradicional ignorancia de los políticos, estadistas y gobernantes.

Esta obra recopila las columnas semanales que la autora publicó en el diario El Heraldo de Aragón y en ellas dialoga con el pasado para explicarnos el presente, rescatando la importancia de pensadores clásicos de la tradición europea y de la antigüedad grecolatina, con el propósito de que el lector descubra que es posible dialogar con el pasado y encontrar respaldo en este abundante sedimento de historia, pensamiento y cultura acumulado durante siglos.

Con un estilo sencillo, como si de una conversación se tratara, Vallejo aborda temas cotidianos, pero con una profundidad que lleva al lector a la reflexión; son textos breves pletóricos de máximas demoledoras y la mayoría de ellos con ingeniosos remates en los que la filóloga juega con las palabras.

En el caso de los aforismos, son tan contundentes como: “Pensar es hoy más que nunca un oasis humano en los desiertos de la prisa”, “La salud de una sociedad se puede diagnosticar auscultando sus palabras”, “El fracaso no empequeñece al ser humano”, “Las Leyes son simples telarañas que detienen a las moscas y dejan pasar a los pájaros”, “Ahora lo heroico es batallar por ser quien eres en un mundo que conspira para convertirte en todos los demás”, “El capitalismo hace apología de la esquizofrenia”, “Al amar nos creamos una necesidad para a continuación tener que apaciguarla”, o “Muchos infortunios del hombre vienen precisamente de no saber estar sentado tranquilamente, solo, en una habitación”.

Respecto a los chispeantes finales, baste citar algunos: “Un excesivo sentido del ridículo es un sinsentido, y quizá una pizca de locura lo cura”, “Ser, ante la desgracia de los demás, menos pasivos y más compasivos”, “No sabemos qué medimos cuando medimos el tiempo”, “Un mismo gesto puede expresar la libertad del deseo o el deseo de control”, “A menudo, los espejos son esos objetos donde no encontramos reflejada la imagen que tenemos, sino la imagen que tememos”, “La amabilidad es la habilidad de hacerse amar y la paciencia la ciencia de los pacíficos”, “Para los griegos y para nosotros, las mejores máximas son mínimas”, “La excelencia es el triunfo de la medianía”, “Para los griegos los sabios eran la savia de la sociedad”, “También existen fastos nefastos”, “El miedo de que le saquen de casa le saca de sus casillas”, “La posibilidad de ganarse el pan con el sudor del de enfrente”, “De este peligro nos libran los libros”, “Hasta la buena fe tiene su fe de erratas”, o “Dar un tajo puede ser un atajo”.

En un siglo tiranizado por los encabezados instantáneos que enganchan, el aturdimiento y la prisa, este libro de Vallejo habla con la lúcida calma de la distancia y el tiempo reposado al mirar al pasado para llevar al lector a ver de manera distinta al mundo, cuyo futuro es cada vez más incierto e intrincado, y recordándole que los temas abordados ya causaban preocupación en los autores de la antigüedad que meditaban sobre ellos.

Se trata de un volumen sin desperdicio, además de que la pluma de Irene Vallejo es precisa y con un toque lírico, a lo que se agrega su capacidad de investigar temas y personajes históricos para, una vez sintetizados, trasladarlos al mundo contemporáneo de forma por demás divertida, pero con grandes lecciones.

Relaciones humanas desde la mirada femenina

El pequeño tomo de la escritora Alejandra Hoyos González Luna, Nido. Antología de relatos (Pan Tres Editores, colección Pangrama, Nuevas voces, 73 páginas, primera edición, 2020, Querétaro, México), reúne 19 cuentos breves de personajes que buscan conectar con otro, y tal vez terminan por encontrar su propio reflejo, pero eso lo decidirá el lector porque los finales son abiertos.

Son historias de la vida cotidiana de mujeres y, naturalmente hombres, de sus relaciones amorosas, laborales, maternales, familiares y con ellas mismas, que enfrentan situaciones adversas, placenteras, de hartazgo, de depresión o de intensa felicidad. Relatos que llevan al análisis de situaciones tan triviales como el nacimiento, la muerte, el amor, la soledad, el desequilibrio emocional, la confusión y la necesidad de quedar bien ante la sociedad.

Hoyos González Luna entrega en este libro cuadros narrativos de mujeres en diversas situaciones; mujeres solas, acompañadas, con hijos, dejadas o solteras por convicción, con referencias a autoestima, a relaciones de pareja de todos los tipos y a los muchos patrones de infidelidades, que dan al lector un reflejo de las mujeres actuales, muchas de ellas aún con atavismos generacionales.

Así, pasan ante la mirada del lector una parturienta que pierde a su abuela justo después de que nace su bebé, una mujer que descubre su verdadera profesión al vestirse de payaso para divertir a los pequeños, aunque eso signifique la ruptura de su matrimonio, u otra que se da cuenta de cuál es su problema con los hombres, entre sorbos de té chai.

Sin embargo, la autora también presenta historias de hombres, obviamente relacionadas con mujeres; uno que evoca los momentos vividos con su pequeña hija antes de haber sido alejado legalmente de ella por su pareja, acusado de violencia e incumplimiento de sus obligaciones; otro que atribuye a su mala suerte el fracaso de su relación amorosa y que se pregunta ¿por qué amar a otro es tan complicado?; alguien que pretende entender la razón por la cual no logra concretar una vida en pareja, y uno más que en su afán de encontrar a su compañera de vida ideal, es víctima de extorsiones por parte de bellas jóvenes extranjeras que contacta a través de páginas de internet.

De esta manera, Hoyos González Luna, formada como psicóloga, proporciona al lector las dos caras de la moneda para darle un amplio panorama de las complicadas relaciones de pareja, usando el lenguaje como una herramienta de transformación y puente entre los seres humanos.

Egresada del Taller de Narrativa que impartía Roberto Cuevas en uno de los proyectos culturales de Querétaro, y participante en el de Géneros Literarios con Alejandra Camposeco impulsado por Par Tres Editores y Tinta Creativa, la autora asegura: “A través de la ficción puedo mirar, soñar, recordar, saborear y vibrar con otros ojos. Habitar el mundo desde un personaje hecho de retazos de mí y de las personas con las que he intimidado. La ficción me da la posibilidad de dudar, de abrirme a otras maneras de experimentar el mundo. Es una enredadera que crece y me lleva a nuevos sitios”.

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