Con 40 años de experiencia, Valerio Aguilar impulsa al Polo en México

>> El jugador nacional fue parte del equipo azteca que compitió en el primer Mundial en 1986 y es uno de los elementos más destacados de su deporte; en Festival Deportivo Ecuestre, comparte detalles a CONAD

Ciudad de México, 28 de mayo (entresemana.mx). Dentro de la segunda etapa del primer Festival Deportivo Ecuestre, en Querétaro, se desprenden una serie de historias de éxito, una de ellas, es la de Valerio Aguilar, jugador histórico mexicano de Polo, quien se detiene y observa fijamente como se trenzan en batalla un par de equipos de su disciplina, en el Club Viñedos de Polo, El Marqués.

Con playera bicolor y al tiempo en que se desarrolla la TriCopa del evento, comparte a la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (CONADE), parte de su experiencia y de la importancia que tiene dicho evento de deportes a caballo.

Valerio Aguilar cuenta con 40 años dentro del Polo y aún tiene cuerda para rato. Fue parte del equipo mexicano que compitió en el primer Mundial en 1986, justa que se realizó en Argentina, y ha tenido la oportunidad de jugar en los campos de Windsor en Inglaterra, en la Queen´s Cup, en honor a la jerarca de esa nación. Tiene un sinfín de anécdotas por contar.

Tenía una yegua pura sangre que compró en una visita que hizo al Hipódromo de la Ciudad de México. Era un ejemplar que ya nadie quería para las carreras de apuesta porque era lenta y su ciclo en el óvalo de Sotelo ya había concluido.

Valerio estaba deseoso de tener un caballo para sus competencias en Estados Unidos y desde luego aquí en México. El destino tenía un regalo para galopar a su lado. La compró y cuando la llevó a Tecamac, Estado de México, la yegua se sintió como en casa, rozagante.

Poco a poco la educó, la hizo a su manera y todos los días salía a galopar sobre el césped del llano mexiquense y sin proponérselo, hubo una comunión. Ambos se flecharon y a partir de ese momento llegaron las buenas noticias. El binomio se conjugó por la senda del triunfo.

“Me subía en ella y me transmitía seguridad, no dudaba, sino todo lo contrario, sabía que en los juegos reñidos ella entendía lo que debíamos hacer”, dijo.

Para Valerio el “don” que su yegua había adquirido era inexplicable. “No sé qué pasaba. Los rivales la veían y se presionaban, se achicaban. Era imponente mi yegua”.

Con el paso del tiempo, había adquirido renombre en el medio y en cada torneo los polistas se acercaban a Valerio para ver al animal. Se asombraban al verla. Tenía una estirpe singular. Cuando iba a jugar a Estados Unidos, siempre uno de sus caballos era premiado y su yegua logró uno de esos galardones.

Valerio siempre ha tenido yeguas, no sabe porque, pero siempre se ha visto a favor por las hembras. Tuvo a Portentosa, Melinda y “una que llamé la 10 porque creí que con ella me había sacado un 10, era fantástica y no la conocieron en México porque vivía en Estados Unidos”.

Esa yegua era fuerte y la utilizaba para los chukkers decisivos por su velocidad. Por eso cuando murió, causó conmoción.

Algo que no expresan cuando se está en el campo o en el terreno de juego y para Valerio, significó un tributo para su animal por todo lo que representó en las arduas batallas que escenificaron el campo.

Esa yegua, a la que ya nadie quería, tuvo un reconocimiento en el mundo del polo. “se me han muerto en el campo, se han fracturado y se murió, san se acabó y ya. Pero cuando murió la yegua fue otra cosa”.

Valerio continuó con su charla bajo ese telón de emoción en su rostro. Volteó de vez en vez al campo a mirar el correr de los caballos que siguen en su duelo por la bocha. Se marcha a paso firme.

“Era fantástica. Cuando se me murió, hubo más de una persona que me dijo, no se murió tu mejor yegua, se murió la mejor yegua de México. Se murió tu Fantasma”. Así se llamaba aquella pura sangre que hizo invencible a Valerio.

Valerio Aguilar se ha convertido en una leyenda dentro del polo mexicano, de extracción humilde y de profesión caballerango, logró llegar a todo galope a las grandes ligas de este deporte a caballo.

Dicen los expertos que el legendario Carlos Gracida, quien falleció tras una caída del caballo En el Everglades Polo Club, en Wellington, Estado de Florida, lo apreciaba, pero en el campo era su rival.

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