TRIQUES/ Nace partido pisoparejista

JOSÉ GARCÍA SÁNCHEZ

Todo lo que hizo o piense hacer Marcelo después de los resultados de la encuesta de Morena no sólo están fuera de tiempo sino que carece de trascendencia. Ese timo transcurrido desde el 7 de septiembre sirvió a Marcelo para medir la cantidad de seguidores que fue diluyéndose día tras día y los niveles de aceptación de la opinión pública. No podía aventurarse a nada más que reducir sus pretensiones a crear una especie de tribu dentro de Morena.

La fortaleza de los líderes son las ideas, las frases, las consignas las arengas que los identifican y replican su estilo de política, incluso su ideología. Pero en Marcelo se carece de ideas más allá del piso parejo.

Los seguidores de Marcelo que continúan en campaña sobre todo cuando se trata de caricaturizar a Claudia Sheinbaum, mostrando un dejo de antisemitismo ante la saña y obsesiva agresión a la ex jefa de gobierno de la Ciudad de México.

Mal momento escogió Marcelo para crear un partido político, porque en tiempos electorales hay más obstáculos que caminos abiertos. Si le apuesta a la dubitativa fidelidad de sus seguidores quienes son admiradores sólo de su personalidad, –sin una corriente política que los respalde e identifique–, tendrá un apoyo no sólo de militancia fluctuante sino frágil y efímero.

Otro de los grandes retos es que más de un candidato a gobernador, de los nueve estados que estarán en juego, convocará a sus seguidores por el placer de dividir sus filas. Entre sus seguidores no hay gente de izquierda, porque ya lo hubieran abandonado desde hace meses; tampoco de derecha porque estarían en el PAN o el PRI.

En tiempos de definición Marcelo y sus seguidores prefieren basarse en el pragmatismo del libro que inspira el nombre de su asociación Camino de México, que es una especie de currículum vitae novelado, donde no se aporta nada, simplemente se muestra la vida del líder dentro de la alta burocracia.

Debemos recordar que el origen de esta organización es la visión unilateral de un líder, no de sus seguidores. Es la percepción protagónica del dirigente y no los testimonios de sus simpatizantes.

Por otra parte, el desgaste que implica la indefinición ideológica de su líder, que está adentro pero pronto saldrá, y sólo lo hará en cuanto aprenda a caminar su asociación y se convierta en partido político, según el tiempo electoral lo permita, se convierte en otro obstáculo.

Su grupo de seguidores está conformado por aquellos que quieren que la 4T se mueva hacia el centro o, de preferencia, a la derecha. Quieren cambios pero poquitos, porque para ellos lo demás es radicalismo extremo. Todo con medida. Es decir, son progresistas leves, o izquierdistas conservadores. Más bien son de la corriente del pisoparejismo radical.

El camino hacia la construcción de un partido político nuevo no tiene retorno ni implica convertirse en un apéndice de ningún otro instituto político. Las puertas de todos los partidos existentes estarán cerradas para El Camino por México, que cabalgará en el lomo de la vieja Asociación Progresista, asociación en la que también estuvo montado López Obrador, hace cinco años, durante su campaña, así, en cuanto se convierta en asociación política y se desprenda de su cordón umbilical circunstancial que es Morena empezará la emancipación de Marcelo.

Marcelo apuesta todo a la consolidación de un partido que tiene destino incierto. Debe reconocerse la valentía de escoger el camino más difícil y sinuoso, como el peligroso trayecto de Caperucita Roja cuando se dejó engañar por el lobo del Tribunal electoral, para terminar devorado. Pero, como sucede en el cuento infantil, entrará completo como Jonás en la ballena y podrá salir, entonces, y sólo entonces, podría resurgir, como el Ave Fénix.

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