POSTIGO/ La obsesión por la renuncia

JOSÉ GARCÍA SÁNCHEZ. La oposición, principalmente el PAN, amanecía todos los días exigiendo la renuncia de algún funcionario público del gobierno federal. La renuncia representa una sanción mínima tratándose de un servidor público en caso de resultar culpable, investigación de por medio, desde luego. Su efecto tiene más repercusión en los medios que en el ámbito legal.

La tradición política en México señala que al renunciar un funcionario el desgaste no es para el que se va sino para el que lo escogió para que ocupara el cargo en el que no respondió con eficacia; sin embargo, la justicia implica no sólo renuncia sino castigo corporal de acuerdo a la falta.

Pero los panistas son animales de costumbres y todavía no advierten cambios en el país, según su propio discurso. De tal suerte que siguen pidiendo cabezas de funcionarios como si la solución del problema radicara en el cambio de burócratas a cargo de una tarea que les salió mal.

Ahí está la hija de la responsable de la muerte de 49 bebés en la Guardería ABC, exigiendo renuncias, la que sea pero que haya renuncias a causa de la muerte de 40 migrantes en Ciudad Juárez. Las limitaciones de algunos miembros de la oposición parecen quedarse en el pasado, cuando de por sí era muy reducida su visión del país.

Los 40 migrantes adultos murieron de la misma forma que los bebés y no ibo una sola renuncia, que en realidad debió ser despido, rechazo, expulsión. Pero el lenguaje de la oposición comprueba su manea caduca de ver una realidad que ya no reconocen en su propia cotidianeidad. El despido como una sanción a la muerte de alguien, ya sea por descuido, omisión o premeditación no puede quedarse en sólo una “renuncia”.

A pesar del odio que los panistas expresan en su discurso en sus exigencias son demasiado laxos para pedir justicia, no la conocen, y exigen renuncias cuando el delito es muy grave. Pero al definirse como graves los delitos de la actual administración, también tendrían la misma calidad los crímenes del pasado que ellos protagonizaron.

Por ignorancia o conveniencia la oposición cumple más de cuatro años pidiendo renuncias, su obsesión también implica impunidad del otro, donde ellos también se montan. Piden renuncia y no justicia, cuando el despido de debe ser el principio de la investigación, ellos la consideran un fin en sí mismo, porque se identifican, consciente o inconscientemente, con sus propios delitos, descuidos e intereses.

No confunden los medios con los fines, sino la impunidad como parte de los errores de una administración pública cuyo único castigo a su mal proceder es el desempleo, lo cual para ellos no representa problema alguno porque tienen sus propios negocios o robaron lo suficiente como para no tener que trabajar.

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