El Papa Francisco: Todo con gratitud y esperanza

El Pontífice dirigió al final del 2023 la oración de las Primeras Vísperas y Te Deum en la Basílica de San Pedro, reflexionando tomó el ejemplo de gratitud y esperanza de la Virgen María Madre de Dios: “El cristiano, como María, es peregrino de esperanza”.

Johan Pacheco/ Vatican News

Ciudad del Vaticano, 01 de enero (entresemana.mx). “Gratitud y esperanza” son las palabras de reflexión del Papa Francisco el último día del año en la oración de las Primeras Vísperas de la solemnidad de María Santísima Madre de Dios, y Te Deum de acción de gracias por el 2023 en la Basílica de San Pedro en el Vaticano.

“Esta Liturgia, respira otra atmósfera: la de la alabanza, de asombro, la de la gratitud. Y esto sucede no por la majestuosidad de la Basílica, no por las luces y los cantos -estas cosas son más bien la consecuencia-, sino por el Misterio que la antífona del primer salmo expresaba así: ¡Maravilloso intercambio! El Creador tomó un alma y un cuerpo, nació de una virgen; […] nos da su divinidad», dijo el Papa Francisco en la homilía.

Reflexionando sobre la “gratitud” mencionó el ejemplo de la Virgen María al contemplar a Jesús recién nacido: “Es una experiencia que sólo puede tener una madre y, sin embargo, en ella, en la Madre de Dios, tiene una profundidad única, incomparable”.

“El Misterio da espacio a la gratitud, que surge en la contemplación del don, en la gratuidad, mientras se ahoga en la ansiedad del tener y del parecer”, expresó el Pontífice.

Precisó Francisco que la Iglesia además de la gratitud, también aprende la Virgen Madre, la “esperanza”:

“Se diría que Dios la eligió a ella, a María de Nazaret, porque en su corazón vio reflejada su propia esperanza. La que Él mismo le había infundido con su Espíritu. María siempre ha estado llena de amor, llena de gracia, y por eso también está llena de confianza y de esperanza”

Advierte el Papa que en María y en la Iglesia “no es optimismos”, es otra cosa: “es fe en Dios que es fiel a sus promesas (cf. Lc 1,55); y esta fe toma la forma de esperanza en la dimensión del tiempo, podríamos decir en camino«.

El Santo Padre con ello recuerda el lema que acompañará el peregrinar del próximo jubileo que se vivirá en Roma: El cristiano, como María, es peregrino de esperanza. Y este será el tema del Jubileo de 2025: «Peregrinos de la esperanza».

De igual modo, exhortó a la ciudad de Roma a ser «ciudad de la esperanza» de cara al Año Santo: “un testimonio que, más que en los acontecimientos, consiste en el estilo de vida, en la calidad ética y espiritual de la convivencia”. Deseando además que sea “una ciudad más habitable para sus ciudadanos” y “más acogedora para todos”.

También en su reflexión, el Papa Francisco recordó que el 2024 será un año dedicado a la oración: «¿Y qué mejor maestra que nuestra Madre Santa? Pongámonos en su escuela: aprendamos de Ella a vivir cada día, cada momento, cada ocupación con la mirada interior vuelta hacia Jesús. Alegrías y penas, satisfacciones y problemas. Todo en presencia y con la gracia de Jesús, el Señor. Todo con gratitud y esperanza”.

Luego del canto del Te Deum en acción de gracias en la Basílica de San Pedro por el año que termina y colocando en las manos de Dios el 2024, el Pontífice impartió la bendición.

Terminada la liturgia, el Santo Padre se dirigió al pesebre de la plaza de San Pedro para venerar la imagen de la Sagrada Familia en un momento personal de oración.

Y reclama más «espacio» para las mujeres en la Iglesia

En este tenor, el Papa ha reclamado en la primera celebración litúrgica del año más «espacio» para las mujeres en la Iglesia y exigido que sean «respetadas» y «valoradas» en todas las sociedades.

«La Iglesia necesita de María para redescubrir su propio rostro femenino, para asemejarse más a ella que, como mujer, Virgen y Madre, representa su modelo y su figura perfecta; para dar espacio a las mujeres y para ser generativa a través de una pastoral hecha de cuidado y solicitud, de paciencia y valentía materna», ha señalado el Pontífice en la misa que ha celebrado en la basílica de San Pedro con motivo de la Solemnidad de María Santísima, Madre de Dios.

El 1 de enero se celebra, desde hace 57 años, la Jornada Mundial de la Paz, por lo que es habitual la presencia de un buen número de diplomáticos en la misa presidida por el Papa.

Ante cerca de 7 mil fieles, según los datos facilitados por la Oficina de Prensa del Vaticano, Francisco ha invocado así la paz por intercesión de la Virgen María y ha pedido el fin de los conflictos. Por ello, ha instado a mirar a las madres del mundo para «escapar de las espirales de violencia y odio».

«Nuestro tiempo, vacío de paz, necesita de una Madre que vuelva a reunir a la familia humana. Miremos a María para ser constructores de unidad, y hagámoslo con su creatividad de Madre, que cuida de sus hijos, los congrega y los consuela, escucha sus penas y enjuga sus lágrimas», ha añadido.

Para Francisco, «ella es el camino elegido por Dios» y «el punto de llegada de tantas personas y generaciones» que, «gota a gota», han preparado «la venida del Señor al mundo». De este modo, ha asegurado que la Madre está en el centro del tiempo». «Dios se ha complacido de dar un giro a la historia por medio de María, la mujer», ha asegurado, destacando que «al principio del tiempo de la salvación está la Madre de Dios, nuestra Madre santa».

El Papa ha presidido de esta manera una de las últimas celebraciones de su undécima Navidad en el Vaticano. Como es tradición, el tiempo de Navidad se concluirá el 7 de enero, el domingo después de la Epifanía, fiesta del Bautismo del Señor, cuando tendrá lugar la tradicional cita del Papa en la Capilla Sixtina. En todas las celebraciones litúrgicas ha estado muy presente la guerra en Tierra Santa y en Ucrania. «El mundo necesita mirar a las madres y a las mujeres para encontrar la paz, para escapar de las espirales de violencia y odio, y volver a tener miradas humanas y corazones que ven», ha declarado.

Del mismo modo, ha incidido en la necesidad de toda sociedad de acoger «el don de la mujer, de cada mujer» y de «respetarla, cuidarla y valorarla». «Quien lastima a una mujer, profana a Dios, nacido de mujer», ha concluido.

 

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