BELLAS Y AIROSAS/ María Elena Ortega, humor y melancolía en su obra literaria

ELVIRA HERNÁNDEZ CARBALLIDO

SemMéxico, Pachuca, Hidalgo. Cazadora de lo cotidiano, melancólica de alma tranquila, amiga de corazón y escritora admirada, María Elena Ortega Ruiz (1958) deja caer en sus redes los días que pasan en una rutina al parecer repetitiva y que por ello pocas veces nos detenemos a experimentar una disección como ella lo hace con verdadera facilidad.

La escritora persigue y captura momentos comunes que en su discurso se vuelven especiales y únicos. Sus libros provocan una lectura que reconcilia con nuestros rituales diarios pero que pocas veces se reconocen y delatan.

Nació en Pachuca, Hidalgo, capital del estado conocida por sus vientos como la “Bellairosa”. María Elena creció dentro de una numerosa familia conformada por nueve hermanos: cinco mujeres y cuatro hombres. Su padre un humilde albañil y su madre una ama de casa, siempre compartieron con sus hijos la certeza de que lo mejor en la vida era estudiar.

Desde pequeña ya le encantaba leer, revisaba con detalle las grandes enciclopedias y se entretenía con las revistas de historietas. También le gustaba escribir, llevaba su diario y a veces se inspiraba para crear historias. Por desgracia, no confiaba en hacerlo muy bien y un día todos esos textos los tiró a la basura, perdiéndose para siempre.

Obediente con los sueños maternos y las exigencias paternas, su infancia y adolescencia estuvieron dedicadas al estudio. Entre muchas alternativas e indecisiones, finalmente decidió ser educadora y lo fue durante 31 años. Se casó con un hombre talentoso y culto que la amó profundamente. Es madre de dos hijos varones, abuela y cómplice de sus nietos.

El día que cumplió 60 años se jubiló y encontró en la literatura el gran reto y el gozo total. Fue a talleres literarios, se dejó llevar por la mano de maestros como Diego José y Agustín Cadena, reconocidos escritores hidalguenses. Por supuesto, su presencia causaba sorpresa. ¿Qué hace una señora mayor queriendo aprender a escribir cuentos? Las críticas le hacían suponer que nada tenía que hacer ahí. Los buenos comentarios, la convencían de que sí podía ser escritora.

En 2014 publicó la primera obra, Flores sin sol, su maestro Agustín Cadena, expresó en el prólogo:

“Notable es el ojo de María Elena Ortega para detectar y espiar estas pequeñas tragedias domésticas, estos dramas de barriada o de ciudad pequeña donde incluso los criminales muestran una debilidad incómodamente humana. María Elena Ortega nos recuerda que el fracaso crónico es también una enfermedad. La ironía está siempre presente; se diría que es la técnica de los relatos: la ironía y las burlas del destino, la frustración de las cosas que se planean bien y salen mal, las carcajadas de la suerte, las arenas movedizas de los sueños. El objetivo de la autora de Flores sin sol es simple y el de todo verdadero narrador: recolectar historias y compartirlas desde su propia voz, que es una voz cálida, serena, decantada, matizada por la ternura y la sorpresa, el humor y la melancolía.”

Para evocar los tiempos de educadora, después María Elena presentó el breve cuento ilustrado titulado ¿Y dónde están los calcetines? (2015) donde estas prendas de vestir tratan de develar la incógnita de por qué se pierde una de ellas después de lavarlas y tenderlas al sol. Esta pequeña anécdota le sirve para hacer referencia a la importancia de la amistad, la cooperación y la lealtad.

Después aceptó la invitación de colaborar en periódico El Sol de Hidalgo en el suplemento cultural “Intervalo”. Escribir cada semana un relato breve e intenso, fue una prueba de fuego con su pasión literaria. Abordó diferentes anécdotas de la vida cotidiana, aunque siempre con finales sorpresivos, melancólicos o trágicos. Cada uno de los textos publicados en dicho periódico, sumaron lo suficiente para otro libro, Microrrelatos a intervalos (2017).

Su cuarto libro es La imperfección del silencio (2020) y presenta una colección de cuentos que reafirma su estilo y sus temas preferidos, abordados con la ironía y el humor negro que la caracterizan. Al respecto, la editora de la obra, Mayte Romo, especificó en la introducción de la misma:

“Los personajes que la pluma de María Elena trajo llevan en las entrañas el ruido gestado en episodios de tristeza o pesadumbre. El lector perspicaz escuchará lamentos que la autora no ha escrito, proferidos en especie de juegos infantiles, despliegues de poder adquisitivo, susurros dictados al yeso o cabellos que caen al suelo. Como lo es para quien escribe música, el silencio en estas letras es un recurso ineludible. Apoyada en él, logra un catálogo de seres especialmente vulnerables al ambiente. Desde la indigencia y el encierro, ante la adversidad y por encima de ella, los personajes en los cuentos de salida de este libro están vivos en sus afectos y vicios, en su miedos y pasiones.”

Sus cuentos también forman parte de otras antologìas como “Callejeros” y “Lotería”, entre otras más. Además, ahora imparte talleres de literatura y da conferencias, lo que ha logrado inspirar y motivar a las jóvenes hidalguenses que desean ser escritoras en un estado donde todavía se ve como una “excentricidad”. En efecto, en cada charla, en cada curso, convence a las alumnas que la literatura no les debe resultar algo excéntrico ni ajeno a las mujeres. Les ha dicho que no deben sentirse extrañas ni invasoras, porque el terreno de la palabra escrita es ya de las mujeres.

Su ejemplo y publicaciones han hecho eco en el público lector hidalguense.

Tuve la suerte de conocerla porque me invitaron a presentar su primer libro y en cada página yo presentía que ya una nueva amiga llegaba a mi vida, no me equivoqué. Después de esa ocasión no hemos dejado de convivir y de compartir. Por “su culpa” me animé por primera vez a inscribirme en un taller literario y empezar la aventura de ahora escribir cuentos. Ahora ella ha presentado algunos de mis libros y juntas hemos compartido abrazos en los tiempos lindos así como en los momentos tristes. Es una delicia charlar mientras nos cobija su hermosa casa, recordar los buenos ratos y fortalecernos cuando hemos pasado por una situación difícil. Este mes de noviembre es su cumpleaños y celebro su año màs de vida, pero, sobre todo, que el estado de Hidalgo nos haya regalado a una escritora como ella, María Elena Ortega.

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