CÉSAR VELÁZQUEZ ROBLES (Sinaloa). En verdad que sentí una enorme pena ajena al leer el desplegado de apoyo de los jóvenes de morena del Estado de México a la invasión rusa en Ucrania. Pongamos las cosas un poco en contexto: si realmente son jóvenes –y no viejos, como los del komnsomol soviético, que a pesar de su senilidad eran dirigentes juveniles— andarán entre los 20 y los 30 años. Habrán nacido por ahí alrededor de los años 90 del siglo pasado. En otras palabras, serían milenials. En México este periodo corresponde con una fase complicada, difícil de nuestro transito democratizador. Su incorporación, me refiero a la de estos jóvenes, a la vida política ocurrió en un escenario radicalmente distinto al de los baby boomers, que les tocó nacer a la vida política y desarrollarse en el contexto del viejo sistema autoritario priista, ser víctimas de la persecución, la represión y el asesinato con toda la impunidad de un régimen en el que las instituciones democráticas brillaban por su ausencia.
Nuestros milenials vivieron y viven otra época: la de la institucionalidad democrática, de competencia abierta por el poder político, de un amplio margen de libertades, en suma, en un régimen donde la democracia tiene un claro horizonte temporal. Este ambiente no es producto del azar: es resultado de una lucha permanente por romper con los viejos esquemas de dominación y control, y lo que tenemos hoy es una construcción colectiva, una obra de todos, de viejos luchadores, de jóvenes progresistas, de generaciones que se entreveran para dar continuidad a una convivencia civilizada e impedir que entre nosotros se instaure la barbarie.
Entonces, ¿por qué ese lenguaje endurecido, esos ladrillazos mentales de una declaración obtusa como la de los jóvenes de morena del Estado de México? Es un lenguaje de rencor, de demencia furiosa contra las libertades, para cuyos defensores y promotores no hay ninguna duda: los criminales, los asesinos, son los ucranianos y, fíjese nomás, la guerra que libran los rusos, es una guerra defensiva. Realmente esto es de risa loca, si no fuera porque ese espíritu de secta, dogmático, de presunta intransigencia libertaria y democrática, no es sino la expresión de cierta metástasis autoritaria que empieza a alcanzar considerables proporciones.
Por si no leyó el desplegado, van aquí algunas de las expresiones: “Condenamos enérgicamente la desinformación de medios occidentales respecto de las verdades y razones de la actual intervención de tropas de defensa rusas en territorio fascista ucraniano”. ¡Qué cosas! La más brutal ofensiva militar, la invasión territorial, el desprecio de toda norma internacional, la ocupación y destrucción de ciudades de Ucrania, nos la quieren vender como una acción de “tropas de defensa rusas”, y un país violentado en su autonomía e independencia, es presentado como un “territorio fascista”. Expresan también su solidaridad con el “H. Presidente Vladimir Vladimirovich Putin”, en su decidida lucha contra ”fuerzas neofascistas de origen golpista”.
El asunto alcanzó rápidamente tal dimensión que obligó a la propia dirigencia nacional de morena a salir al quite y atemperar un poco los excesos y despropósitos verbales de sus inquietos jóvenes. Y en tuit fijó su posición: “Respetamos la libertad de pensamiento de nuestros militantes, sin embargo, aclaramos que el siguiente comunicado no expresa la posición oficial de Morena”. Hasta ahí llego la defensa de lo indefendible. Es que la verdad, no tienen cara.
Ah, pero por supuesto que hubo felicitaciones para tan combativo desplegado en apoyo a las “tropas de defensa rusas”. “Agradecemos mucho el apoyo y las palabras de solidaridad de la juventud mexicana del Estado de México”.
Así están las cosas ahora…