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Sucesión: ruptura y continuidad (II)

CÉSAR VELÁZQUEZ ROBLES (Sinaloa). En mi colaboración de ayer, planteé las posibilidades de ruptura y continuidad en el contexto de la sucesión presidencial. Partía del supuesto de que Morena repetirá en el poder en 2014, pero los modos de ejercer el poder tendrán que cambiar, en algunos aspectos de manera radical, para ganar la aquiescencia ciudadana. La clásica relación clientelar de apoyo recíproco entre el poder y los electores no dará ya los rendimientos políticos de estos años por el agotamiento de las finanzas públicas, lo que obligará a quien gane la encuesta del presidente  a replantear el modelo de conducción política y el estilo personal de gobernar.

Es obvio que el presidente López Obrador busca garantizar la continuidad de su mandato en una especie de nuevo maximato, sin que se distorsione la naturaleza, fines y propósitos que han guiado el ejercicio del poder en estos casi cuatro años. Dicho de otro modo: el presidente aspira a que quien le suceda condense el continuismo del régimen que se aspira a implantar. Para no darle muchas vueltas al asunto, asumamos la definición que da la RAE: “Situación en la que el poder de un político, un régimen, un sistema, etc., se prolonga sin indicios de cambio o renovación”.

Preguntaba, entonces, ¿quién de las “corcholatas” puede garantizar en el marco de la sucesión continuidad?, ¿quién está dispuesto a intentar una recuperación crítica para dar un nuevo impulso al cambio de régimen?, ¿quién podría intentar una ruptura?

Intentemos aportar elementos para una posible respuesta. Veamos el caso del llamado plan a) presidencial: ¿Puede Sheimbaum, en caso de alzarse con la candidatura de Morena, plantearse un modelo de continuidad o, más bien, de continuismo, y transitar sin mayores dificultades hacia la presidencia? Por lo que hasta hoy se ha visto, su condición de mímesis, de epígono presidencial, la ausencia de autonomía e independencia política e intelectual, no dan cuenta ni siquiera de manera remota de una reconducción de la vida democrática del país.

Resulta lastimosa la vehemencia acrítica con que reproduce en sus intervenciones el discurso presidencial, y si ese estilo se impusiera en la campaña, significaría otra vuelta de tuerca en los riesgos de una regresión de corte autoritario. Sus respaldos principales parecen provenir de ese núcleo duro no muy dispuesto a la conciliación y el acuerdo para una competencia civilizada, y son los que la jalean en las concentraciones masivas con los gritos de ¡presidenta!, ¡presidenta! En otras palabras: una eventual candidatura de la jefa de gobierno de CDMX tendría el propósito fundamental de llevar adelante las transformaciones pendientes para completar la aspiración del presidente: el cambio de régimen.

En el caso del plan b), Marcelo Ebrard, me parece que hay más posibilidades de cambios importantes en el talante, naturaleza y contenido del discurso como candidato. Ha hecho ahora hasta lo imposible por identificarse plenamente con el discurso presidencial, apechugando con errores y justificando conductas y comportamientos que en el escenario internacional han dañado la imagen del presidente y del país. No es del pleno agrado del presidente, pero su pragmatismo puede hacer que reconsidere la decisión final, si se convence de que la eventual candidatura de Ebrard le ofrece mayor certidumbre de triunfo en 2024.

Decía que la clave para garantizar fidelidad y lealtad de los beneficiarios de la política social, requería de recursos adicionales que solo podrán provenir de una reforma fiscal a la que López Obrador ha opuesto una resistencia numantina. Creo que Ebrard, en caso de hacerse con la candidatura y llegar a la presidencia, tendría que plantearla de inmediato, lo que significaría no una ruptura con el pasado, sino una recuperación crítica que buscaría marcar la continuidad histórica del proyecto lopezobradorista.

Es cierto que es muy temprano para estas conjeturas algo deshilvanadas, pero la abreviación de los tiempos sucesorios crea el marco para ello. El desparpajo con el que se mueven las principales figuras, como ocurrió en Coahuila, puede que vaya dando sentido a las conjeturas o de plano las elimine. Veremos. ZP

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