ANÁLISIS A FONDO/ Economía débil; ausencia de crédito 

>> La recuperación es aún muy heterogénea 

>> Alta inflación y tasas de interés elevadas 

FRANCISCO GÓMEZ MAZA. Es sabido que la economía mexicana se contrajo ligeramente en el cuarto trimestre de 2021. Y entre los expertos del Banco de México hay la convicción de que esta contracción obedeció principalmente a la caída de la producción de los servicios.

Ahora, la actividad productiva se recupera, pero esta recuperación sigue siendo heterogénea entre sectores.

La debilidad económica se manifiesta en el alto porcentaje de sectores que aún no han recuperado el nivel al que llegaron antes del advenimiento del coronavirus.

Un factor determinante en la marcha y la recuperación de la actividad económica es el crédito, impulsado o paralizado por los niveles de inflación y por el costo del dinero.

Las tasas de interés, abaratadas o encarecidas por la cotización de la tasa de interés primaria, llamada en México TII (Tasa de Interés Interbancaria), contribuye al comportamiento de la oferta y la demanda de crédito.

Como consecuencia de la inflación y la carestía de las tasas de interés, se ha debilitado el crédito a las empresas, fenómeno que obedece a factores estructurales de demanda, que reflejan el deterioro en el clima de inversión.

Con todo, el financiamiento al sector privado no financiero siguió moderando su contracción en los meses anteriores. Las fuentes externas, sin embargo, registraron en 2021 un saldo negativo por primera vez en 12 años, mientras que las internas repuntaron debido a los aumentos en la tasa de referencia. (El crédito destinado a la vivienda muestra una tendencia positiva.)

Las variaciones mensuales del crédito al sector privado finalmente comenzaron a ser positivas, a finales del año pasado.

No obstante,  esta mejoría no es suficiente y está en riesgo ante el incremento en las tasas de interés, lo que repercutiría en la demanda de crédito.

El flujo anual de financiamiento interno al sector privado, en el cuarto trimestre de 2021, representó 1.1% del PIB, en contraste con el 3.2% registrado en 2017, previo al apretamiento de las condiciones monetarias en México.

En contrapartida, en el entorno macrofinanciero, ante la apreciación del tipo de cambio y el incremento de las tasas de interés, principalmente las de corto plazo, los mercados financieros nacionales mostraron un comportamiento favorable, en línea con lo observado en América Latina.

A su vez, el comportamiento de las tasas de interés condujo a un aplanamiento de la curva de rendimientos. El mercado accionario registró aumentos. Las primas por riesgo de incumplimiento se elevaron ligeramente.

En conclusión, de acuerdo con las autoridades del banco central, la economía está bien posicionada para enfrentar un ciclo monetario restrictivo global.

Los bajos niveles del déficit en cuenta corriente y de la tenencia de deuda gubernamental de inversionistas no residentes reducen la vulnerabilidad de la moneda nacional, el peso. Contribuyen también el balance fiscal y el tamaño de las reservas internacionales.

Con todo, es necesario mantener una postura macroeconómica sólida, procurando una inflación baja y estable y la fortaleza del sistema financiero, dado el elevado grado de integración comercial y financiera con el resto del mundo, y la exposición a choques externos.

Y esta política es indispensable ante la perspectiva de un mayor apretamiento monetario global.

En el banco central existe la preocupación de que el balance de riesgos para la inflación, en el horizonte de pronóstico, se mantenga al alza.

Mientras tanto, las autoridades continúan ajustando las tasas de interés al alza. Dicen que combaten la inflación, pero desalientan a los pequeños y medianos empresarios a tomar los riesgos del crédito.

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