ZONA POLITEiA/ Sucesión: ruptura y continuidad (III)

*La construcción de la planta de fertilizantes en Topolobampo

CÉSAR VELÁZQUEZ ROBLES (Sinaloa). Desde el partido en el poder se está haciendo todo lo posible por contener la activación de tendencias centrífugas en el proceso sucesorio. Las declaraciones mismas del presidente López Obrador “pidiendo” que se incluya en la lista a todos los pretensos a la candidatura, es una advertencia de que los riesgos de ruptura están ahí, latentes, y que en un momento dado, un conjunto de factores críticos puedan llevar a la fractura de una supuesta unidad. La ausencia de democracia interna, el predominio y el control de los cargos de dirección por parte de las corrientes duras del morenismo, las formas de exclusión y marginación de los disensos, las acusaciones de traición a quienes no comulgan con las ideas del Supremo, la decisión al parecer inquebrantable de jugar con dados cargados y decidir con una “encuesta unidigital” a quien será el abanderado rumbo al 2024, conforman un explosivo coctel que puede dar al traste con el propósito y aspiraciones de continuidad de un proyecto que cada vez está más lejos de ser histórico, como preconizan sus promotores.

El “desgajamiento” del que no hace mucho habló Porfirio Muñoz Ledo forma parte de la agenda. Partamos de una evidencia empírica: la continuidad o ruptura pactada que podrían representar Sheinbaum o Ebrard, por ser los más adelantados en la carrera, no excluye la posibilidad de una fractura interna que complique las posibilidades de mantener la presidencia en 2024. Una y otro encarnan la mayor parte de las fuerzas y corrientes políticas internas, y una cultura política dogmática y sectaria en Morena, como lo denunció el senador Ricardo Monreal en Coahuila ayer domingo, es y será con más fuerza el factor que conspire contra esa unidad que parece estar prendida con alfileres.

Discursos como el pronunciado ayer por el líder la Cámara Alta, convertido en una especie de conciencia crítica del morenismo, son como los llamados a misa. En Morena, como ha sido evidente en estos años, no hay espacio para el debate interno, para la libre circulación de las ideas. En Morena se reproduce, además, la vieja cultura priista de la unidad a toda costa, que inhibe la confrontación respetuosa y civilizada de ideas, proyectos y propuestas de presente y de futuro. En esas circunstancias, un discurso como el de Monreal no tiene cabida en Morena. Es un discurso meramente testimonial que quedará ahí para recordar en el futuro cómo pudo haber transitado hacia la construcción de un partido democrático, pluralista, abierto, fincado en los valores de la tolerancia y la libertad, sin perecer en el intento. El caso del secretario de Gobernación es todavía peor: su discurso es el discurso de la intolerancia en el que está ausente el respeto a los adversarios y al árbitro de la contienda electoral, al que espera ver pasar frente a él “con la cola entre las patas”, como dijo en un discurso pronunciado en los tiempos de la campaña oficial de ratificación de mandato. Así, con ninguno de estos dos, ni con Monreal ni con Adán López hay para Morena posibilidades de victoria.

Así que mi conclusión es: con Ebrard puede que no haya ruptura con el pasado, sino recuperación crítica que marque la continuidad del proyecto lopezobradorista. Con Sheinbaum no hay ninguna posibilidad ni siquiera de ruptura pactada, sino continuidad acrítica que agudice la fractura social, el choque y la confrontación permanente. Monreal no tiene ninguna posibilidad de alcanzar la candidatura y tendrá que buscar nuevos derroteros, mientras que el encargado de la política interior, pudiendo ser el tercero en discordia, no es garantía de triunfo ni de un discurso de corte democrático.

La construcción de la planta de fertilizantes en Topolobampo. Entiendo que encontrar la cuadratura al círculo en el caso de la construcción de la planta de fertilizantes en la Bahía de Ohuira es bastante complicado. Dejar contentos a unos, significa dejar encendidos a otros: puede terminar siendo un juego de suma cero y, en un descuido, un juego de suma negativa: que pierda el estado, que pierdan las posibilidades de impulso a nuevos proyectos de desarrollo regional que rompan con un crecimiento mediocre de una economía sin capacidad de innovación, con escasa diversificación y bajos niveles de competitividad, por más que el IMCO coloque a la entidad en el ten top de las entidades con mejor desempeño en este campo.

La reciente presencia del gobernador Rubén Rocha Moya con los miembros de las comunidades indígenas, evidenció las dificultades para construir los consensos, alcanzar los acuerdos y continuar una obra que significa una inversión de alrededor de cinco mil millones de dólares en un horizonte temporal de varios años. La presión de quienes se oponen, de algunos de sus dirigentes que prefieren seguir anclados en el pasado, sobreviviendo de una pesca casi de autoconsumo, sin presencia en los circuitos productivos, comerciales y financieros, prefigura un panorama sombrío.

Rocha les dijo claramente: no tiene ningún interés económico en la planta, pero si la responsabilidad de promover el desarrollo económico de la entidad, y la planta contribuirá a ese propósito. Decir que si tanto interés tiene en la planta, que se la lleve a Badiraguato, no sólo es un despropósito verbal. Es cancelar las oportunidades de desarrollo para los años venideros.

¿Acaso los representantes del Consejo Ejecutivo de Empresas Globales, que recientemente se reunieron con el gobernador, celebrarán una decisión que vaya en el sentido de cancelar la construcción de la planta? Simplemente veamos los efectos que han tenido en el ámbito nacional decisiones absurdas “legitimadas” a mono alzada: inversiones que no llegan, empresarios que emprenden la retirada ante la alta de respeto a los contratos y a los derechos de propiedad.  ZP

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