ZONA POLITEiA

*Elecciones: vuelven las piezas de museo

*La ausencia del Presidente en la Cumbre

CÉSAR VELÁZQUEZ ROBLES (Sinaloa). Elecciones: vuelven las piezas de museo. Durante mucho tiempo, sobre todo desde las etapas iniciales de la transición democrática mexicana, que podemos datar con la reforma política de Reyes Heroles en la segunda mitad de los años 70 del siglo pasado, cuando se integraron a la vida política activa organizaciones de la izquierda que habían estado proscritas –aunque toleradas—como el Partido Comunista Mexicano, era muy socorrida la idea de que las mayorías absolutas eran piezas de museo de las sociedades modernas. En efecto, así ocurría en la mayor parte del mundo occidental, donde se había afianzado un pluripartidismo con un voto que se distribuía entre varias formaciones, dificultando la construcción de mayorías absolutas. No digo que no se lograsen, sino que era cada vez más difícil agregar las preferencias individuales de un modo tal que en una parte del espectro político se concentrara el voto ciudadano. En Europa Occidental, por ejemplo, el sistema plural de partidos hacia que partidos conservadores, socialdemócratas, comunistas, liberales, ecologistas, entre muchos otros, llevaran a sus alforjas una considerable cantidad de sufragios, que obligaba a acuerdos y negociaciones para garantizar la estabilidad y la gobernabilidad democráticas.

De ahí surgían alianzas electorales o gobiernos de coalición, por ejemplo, y para estos últimos eran necesarias largas e interminables negociaciones inter o multipartidarias. Era la expresión de que la época de las mayorías absolutas había llegado a su fin en las sociedades modernas. Se abría la época de las mayorías relativas, de las primeras minorías o de las minorías mayores, que estaban obligadas a negociar para gobernar, alcanzar acuerdos puntuales o gobernar en minoría, lo cual introducía un elemento de inestabilidad en el funcionamiento de los sistemas políticos. En México, como siempre, llegamos tarde a ese proceso y todavía en la elección presidencial de 1988, el gobierno hubo de recurrir a diversas martingalas para rebasar la barrera sicológica de la mayoría absoluta y darle así, según creían  los operadores del sistema, la legitimidad necesaria para gobernar a Carlos Salinas de Gortari. En el legislativo, estas mayorías absolutas desaparecieron mucho antes e, incluso, el partido gobernante perdió su condición de primera minoría precisamente en ese año: las oposiciones sumaban más bancadas en la Cámara de Diputados que el partido gobernante. Tres años después se reconstituiría esa mayoría absoluta, y todavía tendría vida más adelante pero en condiciones cada vez más precarias, sobre todo con la llegada de la oposición conservadora al poder.

Digo todo esto para recordar que esas mayorías absolutas están de vuelta entre nosotros y gozan de muy buena salud. Esas, que creíamos piezas de museo, han vuelto por sus fueros y las vimos en las elecciones de ayer en todo su esplendor en los estados de Quintana Roo, Hidalgo y Oaxaca. Ahí, los candidatos a gobernador por Morena hicieron que la pátina del tiempo volviera a la memoria de los demócratas. Las enormes ventajas de entre 30 y 40 puntos sobre PAN, PRI y PRD, hablan de la fuerza arrolladora del partido gobernante, y de la debilidad estructural de las oposiciones, oposiciones que, fijémonos, en los años 90 del siglo pasado constituían la columna vertebral del sistema de partidos, y representaban alrededor del 90 por ciento del electorado. Todo eso se ha vuelto humo, se ha desvanecido e, incluso en alguna de estas entidades, creo que en Quintana Roo, el otrora invencible ha batallado para conseguir un miserable tres por ciento de la votación para mantener su registro local. De ese tamaño es el boquete que se ha abierto en un partido, y de ese tamaño son  también las potencialidades que se abren para el partido gobernante de construir una nueva hegemonía. Sin embargo, la elección de 2018 fue una elección atípica o desviada, que pese a la acelerada implantación territorial de Morena, no permite todavía hablar de un nuevo partido hegemónico, sobre todo si recordamos que en la elección intermedia de 2021, las oposiciones lograron un porcentaje de votación superior al que alcanzó el partido en el gobierno. Habrá que esperar al 24 para que, en caso de repetir el triunfo –que es una posibilidad real por la incapacidad de las oposiciones para procesar una candidatura unitaria—podamos hablar de un nuevo partido hegemónico. ¿Qué se necesita? Ratificar esa mayoría absoluta del 2018, lo cual creo que difícilmente se volverá a presentar.

Ah, pero esas mayorías absolutas, que creíamos cosa del pasado, quedan ahí, como testimonio vivo de un partido que aspira a repetir las glorias del viejo y decadente partido, hoy en las horas más bajas de su historia.

La ausencia del presidente en la Cumbre. Finalmente, después de deshojar la margarita –¿o no la deshojó y desde siempre lo tuvo decidido?—el presidente decidió no acudir a la Cumbre de las Américas, que inicia esta semana en Los Ángeles California. Realmente a estas alturas no tiene gran relevancia si acude o no, después de la intensa discusión que se produjo entre comentaristas y analistas políticos, académicos y funcionarios diplomáticos del más diverso rango. Por mi parte, creo que la decisión presidencial de ausentarse de la Cumbre es un enorme error. Él no gana ni pierde, pero México sí pierde. En la inserción estructural de nuestro país en el acuerdo comercial con Estados Unidos y Canadá, México perderá la condición de socio o aliado confiable, por más que las interdependencias asimétricas con la economía estadounidense permitan el funcionamiento de las cadenas de suministro con el confiable eslabón  que representa el sector externo mexicano, y que en el comercio bilateral representa más de 700 mil millones de dólares.

En lugar de afianzar con el gobierno estadounidense, con Joe Biden, su condición de interlocutor principalísimo, no solo para garantizar la expansión y el crecimiento sostenido de las relaciones comerciales y de intercambio, sino para tratar en un ambiente de respeto y confianza mutua un problema tan delicado como es el de la marea humana que quiere alcanzar el “sueño americano”, el presidente ha preferido ser el “líder” de regímenes impresentables como son el cubano, el venezolano y el nicaragüense, y portavoz oficioso de gobiernos como los de Bolivia y Honduras. Será el líder de una América de segunda división, de una América de baja velocidad, al abandonar la América de alta velocidad que se garantiza con Estados Unidos y Canadá. Dejará el espacio libre a otros mandatarios, entre ellos al abiertamente derechista Jair Bolsonaro, que puede convertirse en este contexto, en el relevo de la interlocución necesaria de América Latina con el poderío estadounidense. Me gustaría estar equivocado, pero los hechos son tercos como una mula. Veremos.

POLITEiA 81 ya está en circulación. La revista POLITEiA número 81 correspondiente al mes de junio, si, junio, ya está en circulación. Paso a paso el equipo que pide los textos, los revisa y corrige y que está pendiente de las distintas fases del proceso, va regularizando su publicación. Queremos que la revista salga con puntualidad, al inicio de cada mes, porque lo asumimos con un compromiso con nuestros lectores y patrocinadores. Es, como siempre, un número excelente que incluye varios textos sobre asuntos de interés de la vida pública: sobre el Plan Estatal de Desarrollo 2022-2027, la propuesta y crítica de la reforma electoral recientemente propuesta por el presidente López Obrador, comentarios sobre el recientemente publicado libro de Cuauhtémoc Cárdenas, “Por una democracia progresista. Discutir el presente para un futuro mejor”, y un interesante análisis sobre las recientes elecciones presidenciales en Francia.

La revista está a la venta en el puesto de revistas de Cayetano González, en Buelna y Rubí, en el centro de la ciudad, y si usted desea apoyar este proyecto editorial, puede adquirir cuatro ejemplares o más con el autor de esta columna. ZP

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