VIOLETA DEL ANÁHUAC/ Señor Santo Entierro 487 años

ISABEL ORTEGA MORALES

Chilpancingo, Guerrero. Las manos de los Mayordomos de Cofradía inician los preparativos para el descenso del Señor del Santo Entierro, nadie más puede tocar el recinto donde se encuentra ni su urna, hasta que ellos lo hayan bajado y entregado a quienes iniciarán la peregrinación, en esta ocasión, la hermandad de Chilapa, que expectante espera el momento adecuado para tomar entre sus manos y colocar sobre sus hombros la preciosa carga.

El Altar del Santuario es circundado por las y los integrantes de la carrera Guadalupana de Xalpatláhuac, las autoridades eclesiásticas permanecen de pie, mujeres con ciriales y sahumadoras están listas para iniciar la peregrinación.

Es Xalpatláhuac, Guerrero, que dista una distancia de 25 minutos de Tlapa de Comonfort, pero que en el escenario político dista más distancia del ejercicio de gobierno municipal y la ausencia de los demás gobiernos, que solo hace presencia con elementos de seguridad, ahí donde la Policía Comunitaria conformada por mujeres y varones tienen que dar su tiempo, sin paga, para atender la seguridad de la localidad, atender a sus familias y permanecer fieles a sus costumbres.

El Señor del Santo Entierro es bajado del altar. La vanguardia la lleva la danza “Los 12 pares de francia”, que vienen desde el municipio de Copanatoyac a sumarse a la devoción que se brinda al Patrono en su santuario, se han formado dos grandes grupos para caminar a los costados de la sagrada imagen que llevan sobre sus hombros de varones que recorren un camino de aserrín regado el paso con pétalos de rosa, confeti mismo que sahúman mientras cantan con alegría las y los presentes.

En algunos puntos se han colocado hileras de peregrinos/as que van a pasar por debajo de la urna llevando peticiones, haciendo promesas o cumpliendo algunas.

Ahí, bajo los rayos del sol, descubiertas nuestras cabezas, no solo cruza un recorrido una imagen que se visita por devoción, sino también por revelación al mostrar su presencia, según la historia, en el cerro de Tlayotépetl (que se compone de la raíz náhuatl Tlayolli = Maíz y Tépetl = cerro) se apareció a un pastor que arreaba chivos, un ser blanco, entrado en años, con rostro demacrado y ojos que clamaban consuelo, pidió al pastor le diera ayuda, y él corrió hasta el poblado a informar y sus palabras desoídas, por lo que volvió y pidió esa petición fuera formulada mejor por alguien de rango, como el Tlatoani o Tlayakanki, que es la persona más respetada del pueblo.

Por respuesta el anciano le dijo que el mandato era para él y que a cambio, cuando subiera a ese lugar y rascara ese suelo, nunca le faltaría dinero y la suerte siempre lo acompañaría. Insistió y volvió con Fray Juan Bautista Moya y Balenzuela, quien subió acompañado por el Tlayakanki y algunos principales. No había nada y de pronto, observaron que de las nubes aparecía una caja semi abierta y dentro de la misma el reflejo del Señor Jesucristo, hecho registrado el 6 de agosto de 1536.

Este 6 de agosto de 2023, cuando han pasado 487 años, la fe volvió a concentrar a las y los fieles, que acompañan las tres ocasiones del año en que desciende y realiza peregrinación: el tercer viernes de cuaresma, el cuarto viernes de cuaresma y el 6 de agosto.

Este domingo, culminó la fiesta que fue sufragada por el pueblo, la Junta Católica, la Iglesia Católica, así como los integrantes del Tlayankankimej de Xalpatláhuac, resguardada por las y los integrantes de la Policía Comunitaria, y en la que participan rezanderos del lugar, mientras las y los peregrinos, acompañan la imagen hasta que la urna, de unos 160 kilos, es colocada en el Santuario y el retorno inicia con el hasta moxtla, hasta luego.

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