VIOLETA DEL ANÁHUAC/ Periodistas, la voz de la libertad

ISABEL ORTEGA MORALES

Chilpancingo, Guerrero. El cuerpo de Nelson yace en el suelo, y la sangre muestra que la violencia le cobró la vida. Es Guerrero, de ese Guerrero del que uno no quisiera escribir de ese tema porque su realidad sea otra, de este estado que no ha logrado salir de su epíteto de ser considerado “bronco” de ese que deriva de una rebeldía, pero sin causa.

Qué nos está pasando? Qué está sucediendo que tiene a periodistas, medios, defensores de derechos humanos? En la mira… de quién? Del mismo estado? De grupos de la delincuencia? O de quien.

La paz requiere que exista ausencia de violencia, pero parece que dentro de la entidad, los factores y personajes que deben velar por ellos están dentro de un engrudo desde donde se ha perdido también la perspectiva de solución.

Qué ha pasado con los expertos en temas de seguridad que no han logrado pacificar ni el país, ni el estado, y hay una creciente percepción de inseguridad en municipios de la entidad?

Cuando el Arzobispo de Acapulco, Monseñor Leopoldo González González dijo que la presencia en Acapulco, de elementos del Ejército no permitían ver el resultado esperado a favor de la disminución de la violencia, se levantaron comentarios en contra, sin embargo, la Iglesia, como tal, por su cercanía con la población, conoce que le duele a la sociedad y qué piensa sobre lo que le sucede, además de la propia revisión que hace de su contexto interno y externo como Institución.

No se trataba de un mensaje político, sino de un mensaje social, al que se sumó la Diócesis Chilpancingo – Chilapa, frente a una realidad que está ahí, desangrándose, como la vida de comunicadores.

Cuando se habla de transformación, se están dejando formas distintas pero se persigue por haber vivido en ellas? Porque en este momento no se trata de perseguir a quien piensa de manera distinta a quien ejerce el poder, sino de hacer que ese poder en ejercicio de resultados.

La prensa, como término genérico de trabajo periodístico, en Guerrero está molesta. La cifra de periodistas que han sufrido ataques armados, a todas luces intimidatorios, que han sido levantados, como en la tierra caliente, la ley mordaza en Taxco, las medidas cautelares que tienen periodistas en Iguala, el encarcelamiento en la Montaña de un compañero por evidenciar fallas en un programa, y el ataque armado contra otros más que los ha llevado a perder la vida, no permite considerar la existencia de garantías tanto para su ejercicio libre, su derecho a ser tomado en cuenta en contratos de trabajo profesional, así como a su seguridad personal y laboral.

Las instancias de gobierno deben garantizar que este ejercicio tenga para su desarrollo las mejores condiciones. Cuando le apuesta a la precariedad, se minimiza el riesgo, se da acción tardía en mostrar resultados de las investigaciones… no se habla de avances.

¿Por qué tendrían que escucharse las voces de las y los periodistas en las protestas? Porque su voz también refleja la voz de la libertad.

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