>> La huida de soldados -pueblo bueno uniformado- es el resultado de la orden presidencia de abrazos no balazos
>> Las fuerzas armadas se han corrompido al llevar al cabo acciones ajenas a sus obligaciones constitucionales
RIGOBERTO ESPEJO. Este grito que pronunciaban los miembros de las Fuerzas Armadas, en todas las celebraciones ha perdido vigencia; soldados y marinos están sometidos a las absurdas ordenes presidenciales.
Fue grotesco observar la huida de los uniformados de verde, ante la persecución de un grupo de elementos de uno de los varios carteles que tienen controlado poco más de la mitad del territorio nacional.
Y más grotesco, fueron las palabras del presidente Andrés Manuel López Obrador en el sentido de que se protege a los soldados de la Defensa Nacional, pero también a las bandas criminales, “porque también son seres humanos”.
Para nadie es un secreto que el Ejercito Mexicano está penetrado o sometido por los carteles de la droga.
Existen varios ejemplos, en la que se vieron involucrados los altos mandos, es decir, generales de la más alta graduación.
La sumisión de los uniformados, se refleja en el apoyo incondicional al tabasqueño a su ambición de permanecer en el poder más allá del sexenio constitucional.
Con ese vasallaje, disfrazado de disciplina, las fuerzas armadas han quedado “raspadas” y desprestigiadas; la ciudadanía les ha perdido el respeto ante la presencia en los actos de campaña de López obrador, y de sus corcholatas, en el uso de las naves castrenses en el trasladado de generales y de los aspirantes presidenciales.
La muestra más evidente de la participación de los militares en el proyecto político del partido en el poder fue la presencia del comandante de la Guardia Nacional, el general retirado Luis Rodríguez Bucio, en un acto proselitista de Morena a favor de la llamada revocación del mandato.
La historia revela la presencia de los altos mandos en acciones criminales, en especial en la protección de los líderes de los diversos cárteles de las drogas.
Entre ellos recordamos al general de división, Jesús Gutiérrez Rebollo, que tenía doble misión, combatir al narcotráfico y protegerlo desde su responsabilidad como director del Instituto Nacional del Combate a las Drogas, dependiente de la entones Procuraduría General de la República, a las órdenes del licenciado Jorge Madrazo.
Desde ese alto cargo, el milite brindaba protección al narcotraficante mexicano Amado Carrillo Fuentes, mejor conocido como “El señor de los cielos” y jefe del Cartel de Cartel de Juárez.
Como director del INCD, Gutiérrez Rebollo solo estuvo menos de tres meses; en el cargo, antes fue jefe de la Quinta Región Militar que comprende los estados de Jalisco, Zacatecas, Colima Sinaloa y Aguascalientes zonas calientes y donde operaban los hermanos Arellano Félix, jefes del Cartel de Tijuana, y del Cartel de Guadalajara, de Rafael Caro Quintero y Félix Gallardo.
En el mismo nivel, es decir generales de división, se cuentan Mario Alberto Acosta Chaparro y Francisco Quirós Hermosillo, que, en coincidencia con Gutiérrez Rebollo, también eran “socios” del Señor de los Cielos.
Ambos divisionarios también se distinguieron por sus hazañas militares, como combatir las inconformidades surgidas en el estado de Guerrero, donde fueron artífices de la llamada “guerra sucia”, y de los combates contra los guerrilleros Genaro Vázquez Rojas y Lucio Cabañas Barrientos.
El general de división Mario Alberto Acosta Chaparro no resistió la ambición de alcanzar el nivel de millonario a costa de su prestigio de militar.
En coincidencia con Gutiérrez Rebollo, fue uno de los altos mandos que brindaron protección al “señor de los cielos”, a cambio de pacas de billetes verdes, propiedades, viajes, etc.
La disciplina que es uno de los atributos de los militares de todos los rangos tuvo que obedecer las instrucciones de encabezar la llamada “guerra sucia”, fue director de seguridad pública del gobierno del estado de Veracruz,
A unos años de su retiro, fue detenido por sus nexos con el narcotráfico y de proteger a la delincuencia organizada, en especial con el cartel de Juárez, de Amado Carrillo Fuentes que le entregaba con regularidad grandes sumas de dinero y costosos regalos a cambio de protección y de combatir a las bandas rivales
Por tales motivos, le fue retirado su grado de general. El 1 de noviembre de 2002 fue sentenciado a 16 años y medio de prisión por sus nexos y protección a dicho cártel.
No obstante, en el año 2005, un tribunal federal anuló la sentencia del Consejo de Guerra en donde se le declaró culpable con el argumento de fallas en el procedimiento; se le declaró inocente luego de que la Procuraduría General de la República y la Procuraduría de Justicia Militar no pudieran acreditar su culpabilidad.
Murió a consecuencia de un atentado, fue muerto de cuatro balazos en el tórax, en una de las calles de la colonia Roma; la versión oficial fue que una banda de ladrones le quiso robar su valioso reloj
Francisco Quirós Hermosillo fue acusado en 2000 por la Procuraduría General de la República, que encabezaba el también general Rafael Macedo de la Concha, procurador de Justicia Militar en el periodo inmediato anterior) y la propia Procuraduría General de Justicia Militar de estar involucrado en una red que dio protección a narcotraficantes pertenecientes al Cártel de Juárez junto al general Mario Arturo Acosta Chaparro.
Fue juzgado por un Consejo de Guerra en 2002, mismo que lo declaró culpable, fue degradado y condenado a 16 años de prisión
Quiroz Hermosillo falleció el 19 de noviembre de 2006 en el Hospital Central Militar debido a la enfermedad de cáncer.
No solo los militares de alto rango tienen ambiciones, cometen toda clase de ilícitos para allegarse de recursos, en especial miles de pesos por medio de la extorsión.
Existe varias denuncias (que no son atendidas por las autoridades civiles y tampoco por las militares) a pesar de que las victimas tienen las pruebas necesarias y exigidas por ambas autoridades.
El modus operandi es sencillo: lo aplican los retener instalados en las carreteras, en especial las de cuota.
Estos operativos con los más lucrativos: marcan el alto a vehículos de reciente modelo, es especial los que tienen a bordo familias completas.
El militar, en especial con grado de capitán primero, comisiona a un soldado raso a revisar el interior del vehículo, una vez que la familia es obligada a descender y colocarse a un lado de los uniformados fuertemente armados.
El soldado “encuentra” una pistola en el interior del vehículo, que ha sido “sembrada” por el uniformado cómplice del comandante del retén.
En seguida, el capitán se muestra “generoso” y le informa que portar un arma de fuego sin permiso o sin registro tiene una penalidad de entre cinco y diez años de prisión.
Una vez que el jefe de familia ha sido intimidado y convencido de que es mejor llegar a un acuerdo antes de llevarlo a un agente del Ministerio Publico, le desliza una cifra que oscila entre los 200 mil a 350 mil, según observa las posibilidades económicas de la víctima.
Casos de esta naturaleza hay muchos, los oficiales siguen el ejemplo de corrupción de sus superiores, este fenómeno es frecuente en la autopista México-Veracruz.
Un hecho reciente fue a la familia de un empresario, dueño de una constructora al que lo extorsionaron con 300 mil pesos “por no acusarlo de posesión de arma de fuego de uso exclusivo del Ejército”.
La cifra le trasferida a una mujer, presumiblemente concubina del comandante del retén, de apellido Rodríguez. Una vez que la “dama” confirmó que recibió el dinero. La familia prosiguió su viaje.
Este es el riesgo de involucrar a los militares en actividades ajenas a sus obligaciones castrenses, como lo está haciendo el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Y es notorio cómo se está corrompiendo el prestigio y la institucionalidad de las Fuerzas Armadas.