POSTIGO/ Libertad de expresión o atropello

JOSÉ GARCÍA SANCHEZ

El día en que un mexicano que ejerza el periodismo con o sin título, esté en la cárcel, por mentiroso, existirá la libertad de expresión en el país. Esto sería un contrasentido si los periodistas mexicanos tuvieran apego a la verdad, pero no es así. Mentir, no el caso de los comunicadores, debe ser doblemente castigado.

Es costumbre en el país que los periodismos no acostumbran retractarse cuando ofenden, mienten o se equivocan, como si se tratara de seres cuya superioridad implica no dar explicaciones, ni aclaraciones sobre la verdad, que debe ser lo que rija su trabajo, y que descuidan muchas veces conscientemente.

La prensa en México ya no pudo disimular los intereses que estaban cubiertos de información y de cuatro años y medio a la fecha mienten algunos descaradamente. En este momento que la realidad exige definición los intereses impulsan la mentira en la información y las noticias quedan en último lugar, en caso de que en realidad informen con la verdad.

La libertad de expresión no incluye publicar mentiras como si se tratara de hechos consumados, independientemente de a quién pudiera favorecer la mentira, se crea un delito que, hasta la fecha, no se ha castigado en ningún régimen, que es mentira a la población, cuando el periodismo debe ser un servicio social y no la manipulación de la sociedad.

Un automovilista es libre de manejar su automóvil por todas las clases y caminos del país, pero no tiene derecho atropellar a alguien, ya sea lo resulte herido o muerto, existe ahí un exceso y un delito que castigar. Es lo mismo que sucede con el periodista que puede hablar de lo que quiera, como también puede hacerlo cualquier mexicano, pero si atropella a alguien, sus derechos, su dignidad debe ser castigado. Esto no implica que se obstruya la libertad de tránsito.

PERSECUCIÓN 

Pero algunos periodistas parecieran considerar que atropellar es parte de la libertad de expresión, que está la agresión física, verbal o sicológica incluida en la libertad de expresión y cuando se trata de aclarar o exigir la rectificación, se dicen víctimas de persecución. Se desgarran las vestiduras argumentando un atentado a la libertad de expresión.

Sí un conductor atropella a una persona es castigado, pero si lo atropella a propósito, con todas las agravantes ya demás recibe un dinero extra por este atropello el delito es mayor y la sanción debe ser ejemplar. En México los periodistas que atropellan a otras personas con mentiras, por las cuales cobran dinero extra, ni siquiera son capaces de aclarar su error, no rectifican ni mucho menos se retractan de lo publicado dejando en la impunidad un delito que debe ser considerado grave, pero que de tanto repetirse ni siquiera alcanza el grado de infracción.

Montajes, grabaciones alteradas, vídeos editados, declaraciones sacadas de contexto, fotografía modificadas, etc. son parte de las acciones premeditadas que se entregan a los medios para manipular ala población al dar una realidad inexistente. Se han descubierto este tipo de manejos, se denuncian pero pocas veces llegan a los juzgados y cuando logran tener un juicio hay ministros y magistrados que liberan a los periodistas antes de ser detenidos.

La inercia de las mentiras en el ejercicio periodístico de comunicadores mexicanos convierte un delito en un acto normal, desconocen que se trata de un delito, pero tampoco consideran que deban ser comentados siquiera, simplemente se trata de un ingrediente en la información de México desde hace más de 100 años.

Los periodistas no son una especie superior a personas que ejercen otro trabajo, tan digno como el periodismo, lo que sucede que se acostumbraron a estar cerca del poder como si fueran un apéndice incondicional, todo a cambio de tergiversar la realidad. En el México de hoy todos somos iguales, tan susceptibles a los errores como culpables de los mismos. Tan proclives a cometerlos como obligados a cumplir la ley.

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