POSTIGO/ El INE de ultraderecha

JOSÉ GARCÍA SÁNCHEZ. El protector de la democracia mexicana en sus últimos días como consejero presidente acude a Estados Unidos a platicar, por voluntad propia, a unos días de dejar el cargo, con uno de los personajes menos democráticos del mundo y que ha propiciado golpes de Estado contra gobiernos constituidos por la voluntad popular.

Ya no puede esconder Lorenzo Córdova su tendencia conservadora que va más allá de cualquier simulación democrática o imparcial. El INE se convirtió no sólo en un partido político de derecha sino en un verdadero híbrido de caprichos y necedades de sus consejeros que, cuales parásitos, hablaban en nombre de una democracia que sólo a ellos conviene.

Su estadía al frente de las oficinas que organizan las elecciones le sirvió a un sector de la población para establecer vínculos con lo más rancio de la derecha internacional, de ahí que no haya sorpresa al ver darse la mano a Luis Almagro y Lorenzo Córdova.

Quienes defienden al INE no quieren identificarse con ningún partido y marchan por las calles con la misma simulación que identificó, por muchos años, al presidente consejero de ser discreto con la tendencia radical de la derecha pero en apariencia defienden un estilo particular de democracia.

Bastó la primera convocatoria del INE para que la gente tomara las calles para protestar contra el actual gobierno, en una expresión legítima pero poco informada, nos porque no conozcan a fondo las acciones de gobierno o que sepan que se tergiversa la realidad desde los medios convencionales sino porque desde el momento en que ellos no encuentran un partido político que se identifique con su inconformidad que se autodenomina mayoritaria, –porque buena parte de esa responsabilidad recae en el INE que dicen defender–, el INE muestra su ineficacia.

Las tareas del INE no fueron llevadas a cabo porque los consejeros electorales ocuparon su presupuesto y tiempo en crear inconformidad, división, polarizan, sin lograrlo, a la sociedad, y crean expectativas ficción. Con esto convocaron discretamente a los simpatizantes de la ultraderecha en México que son más de los que había antes de 2028.

Acudir a instancias como la OEA, órgano impulsor del golpe de Bolivia, y protector del régimen de ultraderecha en Perú, y hablar con su dirigente, Luis Almagro, a quien incluso Marcelo Ebrard ha cuestionado su proceder, a pesar de ser diplomático, exhibe la postura del INE.

El INE no sólo sustituye a un partido político de oposición, sino de ultraderecha. El INE fue juez y parte al frenar al Plan B electoral, argumentando inconstitucionalidad, coincide, comulga y compra la voluntad de ministros para lograr un fallo a su favor.

Aquella puerta desconocida por la que los mexicanos veían que entraría la ultraderecha al país ya está abierta, es por el camino del INE.

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