La crisis de Sudán acapara los reflectores, pero toda la región debiera preocupar

MARÍA MANUELA DE LA ROSA AGUILAR. Mientras la guerra continúa en Ucrania sin visos de un pacto para la paz, después de un año de conflicto, vemos como en Sudán los combates entre el ejército y un grupo paramilitar se enfrentan por el poder en donde la población civil es la más afectada. Recientemente el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, advirtió que el país está al borde del precipicio. Los bombardeos y disparos no han cesado, provocando más de 420 muertos y 3,700 heridos, según informes de la Organización Mundial de la Salud. Incluso se está haciendo uso de la aviación. El jefe del ejército, el general Abdel Fatah al Burhan, líder de facto del país, está ordenando los bombardeos a civiles desde el aire y debido a ello las cárceles se abrieron y fueron liberados cientos de presos, donde los dos bandos se culpan mutuamente por este hecho. El caos reina en el país y son cotidianos los saqueos a las casas, comercios, fábricas; los bancos también han sido saqueados. Debido a la carestía los precios se han multiplicado y la inflación está por encima de los tres dígitos. La población no tiene agua ni electricidad y comienza a escasear la comida. La semana pasada los médicos lanzaron un llamado urgente para pedir ayuda de colegas a fin de cubrir las necesidades de atención médica en los hospitales, que no se dan abasto.

En el otro bando se encuentra el general el general Mohamed Hamdan Daglo, de las RSF (Fuerzas Paramilitares de Apoyo Rápido), que intentan derrocar al presidente Omar Hassan al-Bashir.

Debido al fuego cruzado las agencias y organizaciones internacionales humanitarias se han visto obligadas a suspender actividades en Sudán; cinco integrantes de la ONU murieron y tres cuartas partes de la infraestructura hospitalaria está fuera de servicio.

El grupo paramilitar RSF ha sido acusado de cometer matanzas y violaciones masivas en Darfur entre el 2003 y 2008, que sumaron más de 300,000 muertos, obligando a cientos de miles de personas al desplazamiento forzado. Por todo esto la situación en Sudán es cada vez más inestable y no hay condiciones para un cese al fuego y hay peligro de que la violencia escale a todo el país, lo que traería un colapso económico. Y aunque la ONU y otros organismos internacionales han intentado mediar sin éxito hasta ahora.

Pero no solamente Sudán, muchos países de África enfrentan severas crisis, que tarde o temprano repercutirán a nivel global. Aquí sólo unos ejemplos:

Somalia

De acuerdo a la ONU casi la mitad de la población somalí dentro de poco necesitará ayuda humanitaria debido a la sequía, las repercusiones de la pandemia del Covid-19 y la inseguridad, por lo que se solicitaron 1,500 millones de dólares del Fondo Central de respuesta a Emergencias (CERF), para llevar ayuda a casi ocho millones de personas, para evitar una catástrofe.

Somalia vive una de las peores crisis humanitarias del mundo y las necesidades han aumentado una tercera parte y de no atenderse esta emergencia, no sólo millones de personas están en riesgo de morir, sino que aumentará cada vez más la migración hacia otros países, pero en su recorrido miles pueden morir debido a que es una zona de conflictos armados.

Etiopía

No obstante que el Primer Ministro Abiy Ahmed recibió el Premio Nobel de la Paz en el 2019 por considerársele un pacificador de la región, hoy día continúa en el poder en medio de una prolongada guerra civil con tintes de genocidio y con grandes posibilidades de que desestabilice a toda la región más amplia del Cuerno de África. Ya en el 2020 Abiy Ahmed ordenó una ofensiva militar contra grupos paramilitares, esperando solucionar la crisis rápidamente, pero los combates se prolongaron un año más y continúan de manera intermitente, dejando miles de muertos y desplazando a más de dos millones de personas, con lo que la hambruna ha aumentado trayendo consigo mucha violencia e incontables atrocidades que han sido condenadas por la ONU y han llevado a la declaración de estado de emergencia.

Egipto

El año pasado los palestinos aceptaron la tregua propuesta por Egipto, por lo que los ataques lanzados por Israel cesaron, pero no por ello puede darse por hecho que el problema ha terminado, porque las tensiones continúan.

Y por otro lado, es de notar que en la última década más de 21 mil médicos egipcios han abandonado el país debido a la falta de protección legal, los bajos salarios y la saturación del sistema público, donde los médicos deben trabajar más allá de sus fuerzas por la creciente demanda en los servicios hospitalarios, así que cada vez son menos médicos y más pacientes, lo que podría traer una nueva crisis de salud, aunada a los continuos conflictos religiosos, políticos y económicos.

Libia

Este país corre el riesgo de vivir lo que en Siria, ya que es un país devastado por la guerra civil y las continuas intervenciones extranjeras desde la muerte del Coronel Muamar Gadafi en el 2001. Y es que el coronel Jalifa Haftar, quien controla el país, en su lucha por el poder ha llevado a Libia a la inestabilidad política por más de una década.

Jalifa ayudó a Muamar Gadafi a derrocar al rey Idris I en 1969, por lo que fue nombrado Jefe del Estado Mayor y posteriormente comandante del Ejército Libio, capturado por Chad durante la guerra, siendo repudiado por el propio Gadafi por traición, pero fue cooptado por la CIA, regresando para encabezar el Ejército de Liberación Nacional Libio (ELNL) y en el 2014, tras la llamada “Operación Dignidad” encabezó un golpe de Estado, apoderándose poco a poco del control de instalaciones estratégicas y  los recursos naturales de Libia.

Sin embargo, la lucha por el poder de Jalifa, que se ha unido a mercenarios rusos que ya se han retirado, el país no ha logrado la paz, pero sí una fuerte crisis de seguridad, política y económica, pese a que es un país rico en petróleo y gas, la población carece de servicios de salud, educación y hay una gran inseguridad. La guerra ha acabado con la mayor parte de clínicas y hospitales;  más de 200 mil personas han sido desplazados de sus lugares de origen y no parece que la situación se vaya a solucionar a corto o mediano plazo.

Chad

Uno de los países más pobres del mundo, que, a pesar de su precaria situación, alberga a más de un millón de refugiados procedentes de Sudán, Camerún y de la República Centroafricana. La situación es cada vez más crítica, pues el país carece de recursos para mantener a tantos migrantes que se encuentran en campamentos de refugiados que huyen de la violencia y los conflictos armados que llevan décadas sin solución. Por eso Chad es uno de los lugares de mayor actividad de ACNUR y el Alto Comisionado de la ONU para los refugiados ha solicitado que se brinde un mayor apoyo humanitario a este país.

Níger

La sequía cada día aumenta; también  los homicidios y el reclutamiento de menores por parte de grupos armados y de acuerdo a informes de UNICEF un creciente número de niños y niñas son víctimas incluso de homicidios, mismos que han sido denunciados por Amnistía Internacional. La impunidad que se registra en este país y el número de atrocidades contra menores es un reflejo de la precaria situación de seguridad, certeza jurídica e impunidad que se vive.

Nigeria

La guerra civil en Nigeria ha cobrado miles de vidas, obligando a la población a huir del país, lo que ha generado una crisis humanitaria regional de gran magnitud, afectando a los países vecinos como Camerún, Chad y Níger.

Esta región del Norte y Centro de África podría escalar, afectando a todo el orbe. De por sí la migración motivada por las personas que huyen de la guerra y el hambre se ha vuelto un problema de seguridad nacional para muchos países, esta situación puede agravarse mucho más, si la comunidad internacional no atiende  estos focos de alerta de manera prioritaria.

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