LA COSTUMBRE DEL PODER/ Todos somos víctimas de la extorsión

 GREGORIO ORTEGA MOLINA

*Cuando el consumidor acude el tianguis, al mercado, a la tienda de abarrotes o al súper, encuentra que lo comprado antes en diez, de pronto está en quince y en veinte, pero no debido a una errática política económica del gobierno, tampoco únicamente a la inflación, sino porque esta 4T decidió dar más abrazos que poner orden en asuntos de seguridad pública, y cierra los ojos ante la extorsión y el verdadero alcance de sus efectos

Suponer que la extorsión únicamente es asunto entre la víctima y su victimario, es una tontería. El asunto es complejo y nos castiga a los mexicanos por igual, porque se cobra derecho de piso a toda actividad que produce riqueza o beneficio económico inmediato, incluso en áreas de la administración pública, donde las tesorerías son especialmente vigiladas y extorsionadas por el crimen organizado.

En el área de alimentos el problema se complica más debido al cambio climático y al transporte. La crisis hídrica que padecemos disminuyó notablemente la producción de los productos agropecuarios: las reses mueren de sed, lo mismo que otros animales, mientras las tierras que produjeron, hasta hace un par de años, toda clase de cereales, frutas y verduras, en muchos casos no llegan ni a la mitad de sus niveles de producción y, sobre esa merma, les llega a los productores el ramalazo de caerse con el monto de una sobre cuota de garantía para que puedan continuar con el negocio.

Obviamente los productores se empeñan a fondo en recuperar parte de lo esquilmado, y negocian con los transportistas una quita en las cuotas como reconocimiento a ser clientes fieles y constantes, temporada tras temporada que necesitan mover las cosechas o los animales, pero hay un problema adicional.

El asalto en carreteras a los transportistas de productos perecederos es el pan de cada día, por lo que pierden la carga, que no le es pagada ni al productor ni el servicio al transportista, hasta que los seguros cuantifican las pérdidas y hacen las quitas de siempre, porque las aseguradoras nunca pierden.

Cuando el consumidor acude el tianguis, al mercado, a la tienda de abarrotes o al súper, encuentra que lo comprado antes en diez, de pronto está en quince y en veinte, pero no debido a una errática política económica del gobierno, tampoco únicamente a la inflación sino porque esta 4T decidió dar más abrazos que poner orden en asuntos de seguridad pública, y cierra los ojos ante la extorsión y el verdadero alcance de sus efectos.

La obsecuencia de esta 4T -con Andrés Manuel López Obrador a la cabeza- con esa mafia del crimen que son los narcotraficantes, es lo que propicia el encarecimiento de los productos alimenticios, fomenta el desorden social y político y acelera la disolvencia de las instituciones de la República, en seguimiento a lo hecho por Daniel Ortega en la exangüe Nicaragua.

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