EL OTRO DATO/ Por maíz, broncas comerciales con EU

JUAN CHÁVEZ. La bronca con Estados Unidos por la prohibición mexicana de comprarle maíz transgénico, está en punto de ebullición.

Ya no se trata de divergencia comercial simplemente. El asunto ya tocó las aristas de la política. Los agricultores de Nebraska exigen al presidente Biden que demande terminantemente a su homólogo López Obrador no cerrarse a las exportaciones de productos transgénicos como el maíz.

La bronca está subiendo de tono, al punto que Andy Jobman, presidente de la Asociación de Agricultores de Nebraska, escribió una carta a sus miembros sobre el caso de México en la que dice: “Debemos defender lo que es correcto, basado en la ciencia y, en última instancia, la mejor decisión para la economía de los EU. No podemos y no permitiremos que las opiniones triunfen sobre la ciencia”.

En octubre Jobman publicó un artículo de opinión, instando al presidente de México y la embajadora Tai Representante Comercial de EU, “A proteger, apoyar y ampliar el comercio de productos estadounidenses genéticamente modificados, incluido el maíz transgénico”.

Pero, en la realidad diaria, el gobierno de Biden y la misma Representante Comercial han sido muy moderados a la hora de presentar en las discusiones comerciales en el extranjero los razonamientos sobre los productos transgénicos. ¡Imagínese! Los agricultores están trinando contra Biden a quién  llaman “Tibio” y peor aún lo tildan de “Tímido”.

Con tales adjetivos, los más de 40 mil productores de maíz de Estados Unidos se aprestan a presentar su queja en el Senado para que la amenaza mexicana no se cumpla y no se intente romper con el Tratado de Libre Comercio México-Estados Unidos-Canadá, identificado como T-MEC.

Los productores quisieran que el gobierno de EU afirmara que el maíz transgénico no solo es seguro, sino también necesario para producir suficientes alimentos y productos agrícolas para un mundo en crecimiento.

Los miles de productores de maíz de Estados Unidos dicen que el presidente López Obrador claramente violó el pacto comercial T-MEC, al emitir un decreto eliminando gradualmente el maíz transgénico para consumo humano en México.

López Obrador respondió a esta exigencia reafirmando que México es un país soberano y que soberanas son sus decisiones.

Los agricultores estadounidenses quieren que la oficina de Katherine Tai, la actual Representante Comercial de Estados Unidos, que está encargada del comercio exterior, inicie un caso de aplicación de las reglas del T-MEC para que los términos de ese Tratado de Comercio de Norteamérica incluyan a los productos transgénicos. Pero hacerlo representa un pleito seguro sobre el comercio exterior en el que cualquiera que sea el resultado, todos perderían.

El problema estaría en que en México se quiera convertir un conflicto comercial, en un asunto político, o peor aún en un estandarte ideológico.

Esta situación es muy delicada y merece una solución cuidadosa. México es el mayor cliente de maíz amarillo estadounidense, cada año compra más de 17 mil millones de toneladas por más de 3 mil millones de dólares.

Los productos transgénicos desde 1996, han crecido en popularidad y por tanto en producción no solamente en Estados Unidos, sino en todo el planeta.

Por eso los agricultores de EU insisten en que las plantas transgénicas están entre los productos sometidos a las pruebas más exhaustivas en la historia de la agricultura. Y como antecedente dicen que los agricultores del mundo entero han cultivado estos productos para su comercialización por más de 26 años.

En el caso de los agricultores del medio oeste americano, incluidos los estados de Illinois, Iowa, Wisconsin, Indiana y Minnesota, el maíz se ha transformado para hacerlo más resistente a los insectos. Se altera a las plantas para evitar usar herbicidas.

Lo mismo están haciendo muchos otros agricultores de Estados Unidos, en Florida y California; a los tomates se le inhiben las enzimas para que su descomposición sea más lenta.

En California, Oregón y el estado de Washington a las uvas les aumentan la resistencia eliminándoles las semillas, para que las plantas resistan su degradación natural y eso es necesario para dar tiempo a que el producto deje los campos y sea distribuido a las tiendas en donde necesita más tiempo esperando por los consumidores.

Otra razón para modificar a los productos con genética, son las sequías y las variaciones del clima.

Andy Jobman, presidente de la Asociación de Agricultores de Nebraska, escribió una carta a sus miembros sobre el caso de México en la que dice; “Debemos defender lo que es correcto, basado en la ciencia y, en última instancia, la mejor decisión para la economía de los EU No podemos y no permitiremos que las opiniones triunfen sobre la ciencia”.

En octubre Jobman publicó un artículo de opinión, instando al presidente de México y la embajadora Tai Representante Comercial de EU, “A proteger, apoyar y ampliar el comercio de productos estadounidenses genéticamente modificados, incluido el maíz transgénico”.

Pero, en la realidad diaria, el gobierno de Biden y la misma Representante Comercial han sido muy moderados a la hora de presentar en las discusiones comerciales en el extranjero los razonamientos sobre los productos transgénicos. ¡Imagínese! Los agricultores están trinando contra Biden a quién le llaman “Tibio” y peor aún lo tildan de “Tímido”.

Los productores quisieran que el gobierno de EU afirmara que el maíz transgénico no solo es seguro, sino también necesario para producir suficientes alimentos y productos agrícolas para un mundo en crecimiento.

Por otro lado, en cuanto a México y su economía, “World Perspectives, Inc.” una firma independiente e imparcial de consultoría y análisis de mercado agrícola con sede en Washington, DC, dice que las consecuencias de no comprar maíz transgénico, a nuestro país, le crearían cargas adicionales por más de 5 mil 600 millones de dólares y eso sería solo para mantener la misma cantidad de maíz que consume actualmente.

El informe de WPI también encuentra que el primer año en que se implementara la prohibición de transgénicos, los precios de la tortilla aumentarían un 30% y un 42% en el segundo año. Esto dice World Perspectives, sería destructivo para la economía mexicana y para sus consumidores. La otra gran duda es, si México podría reemplazar por completo los productos estadounidenses que dejarían de llegar. Además, los costos de forraje usados para la alimentación del ganado aumentarían sin importar dónde se compre el maíz de reemplazo y eso a su vez aumentaría drásticamente el precio de la carne.

México, en realidad, produce maíz transgénico. Allá por los 60 del siglo pasado, surgió el programa de “semilla mejorada para el cultivo del grano”. Así que la postura de AMLO, no tiene justificación, menos porque agrede a los agricultores gringos y, de no ceder a sus demandas, quedaría el país sin consumir muchos productos agropecuarios que compra a EU.

Gran parte de las carnitas y el chicharrón, son de origen gringo y los mexicanos es lo que más taquean.

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