EL OTRO DATO/ Plan B electoral, al quite

JUAN CHÁVEZ. La discusión de la reforma constitucional electoral fue pospuesta para la semana próxima, pero la Cámara de Diputados recibirá en estos días el “Plan B” de López Obrador con reformas a las leyes secundarias de la materia.

Morena y aliados pidieron aplazar para el martes 6 de diciembre la discusión de la reforma electoral

Pero, lo más seguro, es que ese día suban al pleno, para ser aprobado el fast track, el paquete que el autoritario domador de Palacio les enviará.

L(i)opez, así, se saldrá con su capricho de imponer su criterio a lo que debe ser la democracia en los tiempos de su transformación del México que quiere para el futuro.

“La voy a mandar (la reforma de legislación secundaria), ¿para qué espero si ya es de dominio público que ya se pusieron de acuerdo (contra la reforma constitucional)? Bueno, desde hace muchos años, pero en esto es muy claro que no quieren ninguna reforma electoral porque quieren tener el control de los órganos electorales del Consejo y del Tribunal electoral y del dinero también”, dijo este martes.

Ese control de las instituciones electorales es lo que quiere tener él para dominar al país por todo el tiempo que ejerza su actitud caciquil. Quiere convertirse en Jefe Máximo; está afanado en convertirse en el Plutarco Elías Calles del siglo 21.

La sesión para discutir la reforma constitucional fue pospuesta por “prudencia”, según el coordinador de la bancada morenista, el diputado Ignacio Mier.

Con el plan B, Andrés lograría su obsesión de desaparecer el INE de Lorenzo Córdova y suplirlo con el órgano monopolizador de todas las elecciones ciudadanas: desde el Presidente hasta gobernadores, alcaldes y miembros de las legislaturas locales y ayuntamientos.

El plan B busca promover una reforma electoral que permita tener elecciones limpias y democráticas, ha declarado una y otra vez el trastocado macuspeño, y pretende que sea votado antes de que termine el actual período de sesiones de las cámaras del Congreso (15 de diciembre).

«Como es una reforma legal, no se necesitan dos terceras partes de los votos, la reforma Constitucional ya hemos visto que de 500 legisladores se requieren 334, entonces ellos con 150 bloquean», agregó.

El presidente insistió en que este “Plan B» no violará la Constitución, aunque apuntó que ya prevé que la oposición acuda a la Suprema Corte de la Justicia de la Nación, la cual puede definir eventualmente si es constitucional o no.

Luego, entre aplausos, el presidente celebró de forma irónica que el “bloque conservador” que defiende al INE haya rechazado la reforma constitucional.

«Aplausos, declaró (porque) no se le puede quitar dinero a los partidos… aplauso, van a seguir siendo los partidos los que por órdenes de sus jefes nombren a los consejeros y magistrados del tribunal electoral, no los ciudadanos, no el pueblo, y viene el aplauso más fuerte, van a votar en contra de lo que quiere el pueblo, ese es el aplauso más fuerte, porque no son representantes populares, son representantes de la cúpula y del poder económico», señaló.

La mayoría de los legisladores de la llamada «Cuarta Transformación» en la Cámara de Diputados considera la posibilidad de aprobar el Plan B de reforma electoral por la vía de obvia resolución y, por tanto, sacarlo adelante en una semana, en cuanto López Obrador envíe su iniciativa de reformas a leyes secundarias.

Con sus reformas, la Cámara quedaría con 300 diputados (eliminados los pluris), electos por lista; el Senado, con 96 integrantes; los partidos perderían el dinero público y se mantendrían con las cuotas de sus militantes; el nuevo órgano electoral quedaría con 7 consejeros, en lugar de 11 y el Tribunal Electoral también sería disminuido.

La revocación de mandato se llevaría a cabo con 30% del Padrón Electoral, en lugar del 40% actual.

Total, una regresión de la democracia que con tantos esfuerzos ha construido México desde los años 70 del siglo pasado.

En una palabra, seca y admonitoria, matar la democracia.

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