CÉSAR VELÁZQUEZ ROBLES (Sinaloa). Mientras el presidente insiste en mostrar músculo macaneando por encima de las 300 milésimas, el país está sumido en un tremendo “slump” que lo ha llevado a caer varias posiciones en el “standing”. Actúa como si quisiera echarse el equipo al hombro, ser el hombre “clutch” (el hombre confiable en situaciones cruciales), pero el “line up” no da para mucho. El equipo no parece tener las figuras confiables ni mucho menos una estrategia que permita salir de esta mala racha que amenaza con prolongarse. Este es el problema real. Lo demás es bisutería.
Pero nos encanta que nos entretengan (“tengan para que…) con el testamento político, como si en ello a los ciudadanos comunes, de a pie, nos fuera la vida. Ya vamos para una semana en que la agenda pública ha estado copada por este tema, con lo que los asuntos en verdad relevantes, han quedado obscurecidos. Entre esos asuntos relevantes está la salud de la economía. Se han encadenado ya dos trimestres con crecimiento negativo, lo cual ha hecho entrar técnicamente al país en una recesión. A ello hay que agregar el hecho de que estamos atravesando por un periodo de inflación como casi una generación completa de mexicanos no había conocido, lo que nos permite ya ver en un horizonte temporal no tan lejano el fantasma de la estanflación.
Este es el tema relevante. Pero el presidente prefiere hacer como que la virgen le habla. Lo elude, patea el bote hacia adelante, inventa su agenda, se recrea en un mundo ideal donde los problemas no existen, solo ve fortalezas y oportunidades y no debilidades y amenazas. La coyuntura pandémica escondió muchas de las debilidades estructurales: los árboles impidieron ver el bosque. Peor todavía, al dejarse al azar a millones de micro y pequeñas empresas, se destruyó una parte de la base material que sería en el futuro la plataforma de lanzamiento para una recuperación sostenida del crecimiento.
Más aún: a nuestro presidente le dio presumir su modelo y tuvo la ocurrencia de decir urbi et orbi que lo patentaría como ejemplo del talento y la capacidad de los mexicanos para salir airosos de la crisis. Los excesos y despropósitos verbales de pronto se convierten en “boomerang”. Hoy, al conocerse el informe sobre el estado actual y las perspectivas de la economía mundial del Fondo Monetario Internacional, podemos visualizar mejor la magnitud de la catástrofe hacia la que nos encaminamos. Es difícil creer que con el presidente vamos a recuperar la senda correcta. Eso no es lo suyo. De eso que se encargue… ¿Quién? ¿El Estado? ¿El mercado? ¿La divina providencia? Chi lo sa. Está emprendiendo una fuga hacia adelante, en lugar de convocar de urgencia a todos los actores sociales y productivos, a todos los que representen un factor real de poder, a sentarse a la mesa para construir a través del diálogo las convergencias estratégicas necesarias para enfrentar los tiempos sombríos que ya tenemos encima.
¿Qué dice el informe citado? Pues nada más y nada menos que México y España serán los únicos dos países del Grupo de los 20 que no recuperarán este año los niveles pre-pandémicos del PIB. Este año 2022 la economía mexicana crecerá a un ritmo de 2.8 por ciento, un recorte desde el 4.0 por ciento que se había pronosticado por allá en noviembre del año pasado. El asunto es bastante serio: apenas vamos empezando el año y ya iniciaron los recortes en los pronósticos. ¿Qué será conforme avance el tiempo y esta dinámica recesiva se profundice? Ese es el riesgo al que hay que poner atención, y dejar de lado ese absurdo distractor del testamento. El asunto es que la crítica y la autocrítica no se le dan al presidente y probablemente siga montado en su macho camino al desfiladero.
Pero volvamos al informe. Enrique Quintana, de El Financiero, apunta dos razones que explican el desastre que está experimentando la economía mexicana. Primera, que “el gobierno mexicano prácticamente no destinó recursos a apoyar a la economía en el año 2020, cuando el desplome fue superior a 8 por ciento” y, segunda, que “desde el primer año de esta administración, hubo una erosión de la confianza que propició un desplome de la inversión. De acuerdo con los últimos datos oficiales, el nivel actual de inversión está 9.3 por ciento por abajo que el del cierre de 2018”. Pero el presidente, como el caudillo, es “inasequible al desaliento”. No acepta este diagnóstico; tiene sus propios datos, su realidad alterna, y a ella se atiene. Según se anunció en días pasados, a fines de este mes de enero se daría a conocer el tercer paquete de obras del plan nacional de infraestructuras, y calibraremos cuál será el aporte a la recuperación del crecimiento, aunque no es factible esperar mucho porque en estos dos años ha habido una enorme destrucción de capital social.
En fin, veremos…