CÉSAR VELÁZQUEZ ROBLES (Sinaloa). Vaya culebrón el que está armando el alcalde de Mazatlán, Sinaloa, Luis Guillermo Benítez, a propósito de la realización o suspensión del tradicional carnaval, que reúne a decenas de miles de personas. Suspendido el año pasado, en medio de la brutal ola de contagios y muertes por el covid-19, el jefe del gobierno local parece decidido a saltar sobre cuanto obstáculo se interponga en su propósito para, ahora sí, llevar a cabo la festividad carnestolenda. Ha hecho del asunto un auténtico “casus belli”, con más fuegos de artificio que fuego real, pero que ha conducido a deteriorar relaciones con las autoridades estatales, justo en el arranque de una gestión que debería potenciar sus esfuerzos para desarrollar relaciones armónicas y de cooperación en el mejor espíritu federalista, republicano y democrático.
Desafortunadamente, no ha ocurrido así, y ha imperado la obcecación y un absurdo propósito de medición de fuerzas, que puede derivar en un juego de suma negativa. Frente a los excesos, despropósitos y desmesuras verbales del alcalde mazatleco, la prudencia y el sentido de institucionalidad del titular del poder ejecutivo estatal, parecen imponerse. Sin embargo, me temo que en este caso, y como seguramente ocurrirá en otros momentos, el titular del gobierno local seguirá tensando la cuerda al asumir y colocar sus desencuentros y divergencias en el marco de una batalla por el poder político que tiene como horizonte el relevo del poder estatal en 2027 con una estación intermedia en 2024.
Si el gobierno del estado por medio del secretario de Salud y por voz del propio titular del ejecutivo anuncian que se tomarán en cuenta las circunstancias y condiciones de propagación de la pandemia, el alcalde responde de inmediato que el carnaval se llevará a cabo. Luego anuncia la realización de una consulta ciudadana para decidir si se hace la fiesta de la carne y que esa será una decisión inapelable, independientemente de que el semáforo epidemiológico esté en verde, en una estólida muestra de seudopopulismo. Luego llega a Mazatlán el secretario de Turismo del gobierno federal, que anuncia y celebra la realización del carnaval, lo que da aliento al alcalde para ratificar que habrá festejos y que se han hecho ya cuantiosas inversiones que corren el riesgo de irse a fondo perdido en caso de suspenderse. En este pulso, los negocios y el poder de los grupos económicos parecen llevar la delantera, a lo que hay añadir la orientación de las autoridades federales de abrir todas las actividades para dar paso a la deseada recuperación de la economía.
En el fondo, creo, está a debate la naturaleza de las relaciones intergubernamentales que derivan de nuestro federalismo centralizado. Hay una evidente tensión entre los propósitos y fines de autonomía y corresponsabilidad entre los ámbitos de gobierno para el desarrollo de un federalismo democrático, y la naturaleza centralizadora de un federalismo que históricamente ha prohijado subordinación y dependencia de gobiernos subnacionales y locales frente al gobierno federal. Tal ha sido la naturaleza de la división vertical de poderes en nuestro país, y este periodo de nuestra historia, que busca cambiar también el régimen, no hará sino reproducirla al igual que en tiempos pasados.
Pueden abordarse los desafíos que derivan de esta tensión irresuelta con una lógica beligerante, con lo cual lo que gane uno lo puede perder otro de los actores; pueden perder también ambos, si impera una lógica excluyente, pero también pueden ganar las dos partes, si impera el diálogo responsable, sereno y maduro, si hay prudencia y si se apela a una pedagogía política que aproxime posiciones limando las aristas más filosas del conflicto. Ya lo sabemos: para que haya pleito se necesitan dos. Al menos en uno de los polos no parece haber disposición para la reyerta.
Puede haber carnaval, y ello en modo alguno puede significar el triunfo o el desdoro para los protagonistas. Cualquier cosa que contribuya a bajar el excesivo ruido retórico es buena. Ayer, el propio alcalde mazatleco dio una muestra de que puede actuar con sentido político, bajarle al lenguaje endurecido y acercar posiciones. Dijo que la decisión sobre si se realizará el carnaval –que en principio se adoptaría en función de la consulta a realizarse el domingo 6 de febrero–, se tomará hasta el 7 de este mes, luego de reunirse con el gobernador: “No me ha informado el Gobernador, yo acabo de enviarle hace un momento la información en relación al covid, yo estoy esperando que él me convoque, pero quedamos en el entendido que así sería… En este fin de semana, a lo mejor el viernes, sábado, domingo, lunes, lo cierto es que faltan 20 días para que inicie el carnaval, estamos a contrarreloj, seguimos trabajando en el tema, para dejar esta incertidumbre de preocuparnos”.
Vamos a ver en qué termina el asunto.