*Sucesión: ruptura y continuidad
*Estrada Ferreiro: un alcalde defenestrado sigue vivo
CÉSAR VELÁZQUEZ ROBLES (Sinaloa). Sucesión: ruptura y continuidad. El banderazo de salida para la sucesión que con mucha anticipación ha dado el presidente Andrés Manuel López Obrador, ha tenido el efecto de abreviar los tiempos. Una gestión que prácticamente ha llegado a su fin, acelerado por el rechazo del Legislativo a una reforma constitucional en materia eléctrica, que prefiguró el rechazo a otra de las grandes reformas pensadas para cerrar el ciclo de las grandes transformaciones que anunciaban el cambio de régimen, esto es, la reforma electoral. El saldo: una demolición de una parte importante del andamiaje jurídico-político y administrativo del periodo precedente, un crecimiento económico que será el más mediocre de la historia contemporánea, una incapacidad para enfrentar el fenómeno de la inseguridad ciudadana expresada en el aumento desmedido de la violencia, lo que se ha traducido en la imposibilidad material de garantizar la seguridad física, jurídica y patrimonial de sus ciudadanos, tarea primera del Estado.
Y sin embargo, el presidente sigue disfrutando de un enorme apoyo social. A su favor tiene sin duda una política social de “gran benefactor”, que le ha ganado un aprecio y un reconocimiento de millones de mexicanos que durante años formaron parte del patio trasero de la modernidad salvaje y engrosaron sistemáticamente los cinturones de miseria, de exclusión y marginación. Recibir por primera vez en años un apoyo económico directo, dejar de ser parte, o al menos no sentirse parte de los “condenados de la Tierra”, cambió para muchos el sentido de su vida. Para ellos se abrió una esperanza de redención que en ambiente donde impera una cultura política parroquial, tiene un valor enorme. Ahí sí, como gusta decir el presidente, “amor con amor se paga”. Ese quid pro quo, sin embargo, no es eterno, no tiene sustentabilidad en un horizonte temporal de mediano plazo, y de lo cual tendrá que hacerse cargo quien logre recibir la estafeta en busca de asegurar la continuidad en el poder.
En caso de ganar quien en la encuesta decida el presidente, tendrá el enorme desafío de encontrarle la cuadratura al círculo. El poder actual tiene un considerable margen de legitimidad por ese intercambio que ha establecido con los electores de los sectores sociales más depauperados. Lo acaba de decir el presidente en el municipio de Iztacalco de Ciudad de México: más del 70 por ciento de los hogares mexicanos reciben un apoyo directo o indirecto del gobierno de la República. Pero empieza a advertirse que los rendimientos de esta política de corte clientelar empiezan a disminuir y hay un evidente riesgo de que tarde o temprano se manifiesten sus fallas estructurales. ¿Qué hará quien gane si gana Morena en 2024? Para mantener esa relación do ut des se necesitarán miles de millones de pesos, de los que la hacienda pública no podrá disponer, pues todas las minitas disponibles se han ido vaciando. AMLO no quiso nunca hacer la reforma fiscal, pero ésta es inevitable. Es evidente que no se anunciará en campaña, pero de que se tendrá que hacer no hay ninguna duda. En tal sentido, ahí, en el campo de las finanzas públicas, el eventual relevo tendrá que ensayar una ruptura o, si se prefiere, una recuperación crítica de las políticas de desarrollo social, que corrija derroches, despilfarros, y desaseo en el manejo de recursos públicos, como se ha venido exhibiendo en los últimos tiempos. Esta recuperación crítica es la que puede marcar la continuidad histórica.
¿Quién de las “corcholatas” puede garantizar en el marco de la sucesión continuidad? ¿Quién está dispuesto a intentar una recuperación crítica para dar un nuevo impulso al cambio de régimen? ¿Quién podría intentar una ruptura?
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Estrada Ferreiro: un alcalde defenestrado sigue vivo. Todo el affaire Estrada Ferreiro-Congreso del Estado sigue dando de qué hablar. Y más dará a partir de las comparecencias que tendrá el defenestrado alcalde a partir de hoy cuando escuche las acusaciones y haga su defensa. Para algunos analistas, la destitución, desafuero, sustitución en el cargo antes de que se cumpla un año de gestión, obliga a nuevas elecciones. Para otros, no estaba en su primer año, sino en su segundo periodo y, por tanto, no cabe la posibilidad de nuevas elecciones para alcalde.
El diario El Debate levantó una encuesta en el municipio de Culiacán y preguntó: “¿Le gustaría un nuevo proceso electoral para elegir un nuevo alcalde?” Y para los que insisten en que la ciudadanía ya está harta de estar yendo a las urnas a cada rato, o que los asuntos de la vida política no le llaman mucho la atención, he aquí los resultados: 62.58 por ciento contestó que sí le gustaría un nuevo proceso electoral, en tanto que 32.90 se expresó en sentido negativo. Inquiridos sobre qué tan de acuerdo están con el desafuero de Estrada Ferreiro, 6.7 en promedio lo aprueban, promedio similar, 6.6, de quienes están de acuerdo con la decisión tomada por el Congreso del Estado de elegir a Juan de Dios Gámez Mendívil como nuevo alcalde de Culiacán.
Sin embargo, ante la pregunta sobre cómo considera la designación por parte del Congreso de Sinaloa de Juan de Dios Gámez Mendívil como nuevo alcalde de Culiacán, lo que tenemos es una respuesta de una ciudadanía madura, crítica con la opacidad o falta de transparencia en los procedimientos y razones que llevaron a decapitar a Estrada. Estos son los datos que arroja la encuesta: 45.81 por ciento considera que fue poco democrática y 8.39 por ciento sostiene que fue “nada democrática”. Frente a estos datos, están estos “otros datos”: 35.18 por ciento afirma que fue democrática, y 9.03 que fue “muy democrática”.
También se les cuestionó sobre cuál de los dos funcionarios que en este proceso han suplido a Estrada Ferreiro les genera más confianza, la síndica procuradora María del Rosario Valdez Páez, tiene claramente un mayor respaldo: 43.9 por ciento, frente a 19.4 por ciento que se decantó por Gámez Mendívil. De ahí que, como apunté en una mis más recientes colaboraciones, ante el déficit en la legitimidad institucional, como parece mostrarlo la encuesta, tiene el gran desafío de ganarse la legitimidad por rendimientos. Esa es la clave para una gestión exitosa. ZP