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PRI: el futuro ya no es lo que era

CÉSAR VELÁZQUEZ ROBLES (Sinaloa). Para el Partido Revolucionario Institucional, el futuro ya no es lo que era: su futuro es, a estas alturas, bastante sombrío. A diferencia de su primera travesía del desierto por 12 años, a principios de este siglo, en que, incluso desde el tercer lugar en la elección presidencial de 2006 se afirmó como clave de la estabilidad y la gobernabilidad, ahora ha ido perdiendo centralidad. Ya no gravita con fuerza en la política, no es factor de consenso, no tiene liderazgos sólidos y firmes capaces de ofrecer siquiera un bosquejo de proyecto de partido o de nación.

Vive una fuga permanente de militantes hacia otras formaciones, señaladamente Morena, y lejos de hacer un aporte a la construcción de una auténtica alternativa democrática para el país, aleja a grupos sociales amplios y plurales que están presentes en la vida pública y es incapaz de tender puentes con la sociedad civil. En suma, ha perdido su capacidad para agregar preferencias e intereses. Como bien dice Jesús Silva-Herzog Márquez en su artículo de esta semana, “¿Qué queda del PRI?”: “Cuando los votos se van y la identidad se pierde los partidos mueren. Ese doble golpe es el que pone al PRI en condición agónica: el repudio de los votantes y la pérdida de sentido.” De ahí también su conclusión lapidaria: “El futuro del PRI, más que oscuro, parece breve”.

Y sin embargo, los votos que le quedan siguen constituyendo un formidable capital político.  Varias de las encuestas sobre intención de voto rumbo al 24, le dan entre 15 y 20 por ciento, que ya lo quisieran muchos de los grandes partidos que fueron gobierno y referencia central en la oposición, como el Partido Socialista Francés, que apenas alcanzó en las recientes elecciones  presidenciales algo así como el cinco por ciento de los votos, y ahora, rumbo a las legislativas de los próximos días, va como furgón de cola del líder de una izquierda populista que tiene cierta admiración por López Obrador.

En sociedades como las nuestras, en que el voto se ha fragmentado, las opciones se han atomizado y el electorado ya no emite cheques en blanco –la elección presidencial de hace cuatro años fue atípica— ese porcentaje que todavía tiene el PRI significaría entre unos 7.5 y 10 millones de votos, aporte importante al caudal político-electoral de las oposiciones, si éstas, al margen de su mezquindad e intereses particulares, fuese capaz de poner todo al servicio de una causa.

Y creo que ahí está la clave de futuro para la sobrevivencia del PRI y de las oposiciones. La piedra de toque es la unidad. Fragmentada, dispersa, aislada, está condenada al fracaso. Es muy fácil que se activen las tendencias centrífugas: el miedo al futuro, a la pérdida de todo poder, quedar reducidos a la mínima expresión. Todos esos, y muchos más, son sus desafíos de futuro. Sobre este tema, hay un amplio consenso de comentaristas y analistas. Recojo aquí la opinión que me hizo llegar mi estimado amigo Rito Terán Olguín, a propósito de lo que escribí antier sobre el futuro del viejo decrépito que es el PRI:

“Veo que tu análisis es en buena medida coincidente con algunas de las apreciaciones de Roger Bartra en “Regreso a la jaula”, libro que ciertamente me tardé en leer, pero ya lo terminé. Sobre ello te diré que estoy totalmente de acuerdo en prácticamente todas las reflexiones que ahí formula.

“Ayer que escuchaba a los comentaristas del canal 2, cuando intentaban analizar las elecciones del próximo domingo, veía que le daban demasiadas vueltas a algo a mi parecer más simple: el hecho incontrovertible que yo veo en cuanto a la fuerza que ha adquirido Morena es que el imán del poder ha vaciado de sus filas a casi todos los electores-votantes especialmente del PRI y del PRD. Pienso que eso es lo principal. Claro está que el poder y el caudillismo del ‘peje’ cuenta también, y mucho.

“Pero tienes razón: tampoco se puede ignorar la incapacidad del PRI, y digo más: que pese a cierto avance que la oposición logró el año pasado, no aprenden que la contienda electoral en forma fragmentada (como ahora ocurre en forma fragmentada en la mayoría de los seis estados en competencia), los lleva a la ruina. Lo discute con claridad hoy Aguilar Camín en Milenio).

“Esta oposición es la que hay. O aprende de la necesaria unidad, mediante alianzas para el 24, y si así ocurre, aunque pierda logrará avanzar; lo otro es la pulverización. Pero ahí estaría lo más grave: la entronización del autoritarismo a todo lo que da, como argumenta Bartra.”

Así están las cosas. Solo queda esperar que Dios los ilumine a todos.

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