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Reforma eléctrica: ¿cómo conciliar desde las antípodas?

CÉSAR VELÁZQUEZ ROBLES (Sinaloa). El método de las aproximaciones sucesivas para alcanzar por consenso una reforma eléctrica, ha naufragado. La lógica de guerra que desde el poder se instaló contra los adversarios de la iniciativa gubernamental, polarizó la arena política, impidió un diálogo civilizado y respetuoso, y echó por la borda toda posibilidad de encontrar los puntos de acuerdo, acercar las posiciones extremas, renunciar a los maximalismos y procesar un compromiso compartido. Es el fracaso rotundo de la política, de lo cual nadie puede ni debe sentirse satisfecho. Nadie gana, por más que haya quien se solace con el clima de crispación que dominará toda la vida política en un horizonte temporal amplio. Pierde el país, pierde la democracia, pierde el gobierno, los partidos, los ciudadanos-clientes del bien básico que representa la energía eléctrica, la capacidad competitiva del país en una época de mercados abiertos. O tal vez si ganan algunos: los que apuestan a la confrontación, al choque; los portadores de un discurso endurecido, de un lenguaje de ladrillo, los que reproducen el discurso sectario y dogmático de patriotas y traidores a la patria.

Entre la propuesta gubernamental y la alternativa de los partidos que integran la coalición legislativa hay un mundo de diferencia. Muchas de las discrepancias pudieron haberse abordado si hubiese imperado un talante distinto. Pero no: se trató de aplastar, de pasar por encima del adversario, sin miramientos, para demostrar cómo el centro de gravedad del poder se ha desplazado en las nuevas coordenadas. Prácticamente todas las propuestas de la oposición eran conocidas desde hace tiempo. Pero fue hasta ahora, una vez que ésta pintó su raya, cuando aparecieron las “coincidencias” y, con ello, la posibilidad de incorporarlas a la iniciativa del poder.

Así lo dijo el diputado Ignacio Mier, dirigente de la bancada morenista en la cámara de diputados: “Ayer escuchamos 12 propuesta públicas de tres partidos políticos. De esas 12, he tenido oportunidad junto con el Grupo Parlamentario y la coalición, de revisar seis, y coincidimos plenamente en que vamos a hacerlas nuestras. El día jueves Morena hará pública a cuáles se suma para que vayan en una sola propuesta”. Luego añadió: “Por prudencia, así es mi obligación como coordinador del grupo mayoritario, es de establecer canales de comunicación y vamos a profundizar para que lleguemos a más acuerdos”.

Pero me parece que el que pudo ser su aliado cruzó ayer el Rubicón. Despreciado, desdeñado, no acostumbrado a los desaires, decidió tomar el camino que su propia militancia, recio y quedito, le pedía: ejercer su autonomía e independencia y consolidar la alianza tripartidista con una propuesta común en materia eléctrica, que no queda anclada en el pasado, sino que mira hacia el futuro para no ser rehenes del presente. Creo que ahí quedó sellado el destino de la iniciativa gubernamental.

Los medios: un límite al ejercicio arbitrario del poder

Los poderes institucionales, los poderes extralegales, ilegales o alegales, tratan de acallar las voces críticas que se expresan en los medios porque, históricamente, éstos han sido un límite a su ejercicio arbitrario. Lo han sido desde el ejercicio de todos los géneros periodístico, a los cuales esos poderes a los que no gusta la crítica, buscan añadir un género más: el género del silencio. Pese a la violencia, a la intimidación, a la persecución y el asesinato que pretenden que su voz no se escuche, están y estarán ahí como la conciencia crítica de nuestra vida colectiva, impidiendo la degradación moral de la sociedad.

En el informe anual 2021, la organización no gubernamental Artículo 19 afirma que “La continua violencia contra la prensa es el resultado de gobiernos ausentes, tanto el actual como los pasados, que han sido incapaces de impedir la violencia, de garantizar medidas de no repetición, de investigar los crímenes contra la libertad de expresión y de reparar el daño, y que, por el contrario, agreden directamente a los medios mediante el estigma, la violencia física y el acoso, entre otros agravios”. Reporta que el año pasado hubo 644 ataques contra periodistas, lo que constata que “hoy el ejercicio de la libertad de expresión no tiene mejores condiciones que antes del 2018”.

Tal es el ambiente en el que hoy se desenvuelven los medios. ¿Puede la sociedad desarrollar una convivencia democrática en un contexto de ataques, amenazas, agresiones a medios y periodistas que cumplan una función crucial que garantice libertades, pluralismo y tolerancia?

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