La reforma eléctrica: nada de aproximaciones sucesivas
CÉSAR VELÁZQUEZ ROBLES (Sinaloa). Todavía no hace muchos meses, el discurso político del poder permitía albergar alguna esperanza de que podrían alcanzarse acuerdos con la oposición. El tema de la reforma energética, pese a la endurecida posición gubernamental de sacarla adelante a toda costa “sin cambiarle ni una coma”, ofrecía algunas posibilidades de construir un consenso mínimo incorporando algunos de los planteamientos de las oposiciones. Al iniciarse el periodo de sesiones del Congreso de la Unión, el dirigente de Morena en la Cámara de diputados, fijó una posición interesante: el compromiso de su partido de acercar posiciones políticas acudiendo al método de las aproximaciones sucesivas.
El recurso del diálogo, la búsqueda de un plano común de entendimiento, la posibilidad de un consenso que permitiese una reforma abierta, democrática y pluralista, aparecían, aunque de manera tímida, en el horizonte. La convocatoria al parlamento abierto parecía también abrir un camino para obligar a la modificación de actitudes irreductibles sin confrontar abiertamente la orden presidencial. Pronto se advirtió la imposibilidad de transitar por esta vía. Si se hubiese sido más flexible y receptivo a los planteamientos de la coalición legislativa, sobre todo a las posiciones negociadoras y conciliadores del priismo, el bloque gobernante podría haber abierto un boquete en la alianza tripartita opositora. No ocurrió así: se prefirió asumir una posición maximalista, apelar a un discurso apolillado, propio de una sociedad cerrada, que no puede tener ya cabida en una época de mercados económicos y políticos abiertos.
Los resultados están a la vista. Una reforma crucial, central, fundamental en el proyecto del gobierno para orientar al país de acuerdo con su visión, está por terminar –si es que no ha terminado— en un estruendoso fracaso, que prefigura otro fracaso de una todavía mayor magnitud: la reforma electoral. Es muy probable, como han señalado algunos comentaristas, que esta derrota política marque para efectos prácticos el fin del gobierno de López Obrador. Sin reforma eléctrica ni reforma electoral, que en la lógica del poder cerrarían el ciclo de las grandes reformas para consolidar las bases del cambio de gobierno y de régimen, no queda mucho más que administrar y tratar de llevar a buen término los grandes proyectos estratégicos que han sido santo y seña de esta administración.
Otro camino es una reacción autoritaria: buscar la imposición de esas reformas por la fuerza, lo que puede conllevar a una política de confrontación y represión; la renuncia a la lógica política y al establecimiento de mecanismos que fueron útiles para la reproducción del viejo poder político, pero que no pueden tener ya cabida en una época en que muchas de las decisiones y políticas públicas de orden nacional tienen como marco de referencia ordenamientos, acuerdos y compromisos de alcance suprasoberano. Para no ir muy lejos: el Tratado Comercial México-Estados Unidos-Canadá.
Ayer, lunes 4 de abril, puede quedar en la historia política del país como la fecha que marca el fin del proyecto político del lopezobradorismo. El anuncio del PRI de su rechazo definitivo a la iniciativa gubernamental en materia energética, junto al anuncio de coalición legislativa de este partido con Acción Nacional y el Partido de la Revolución Democrática, de una contrapropuesta que sitúa en las antípodas, constituye un momento de condensación de dos propuestas, proyectos y visiones de país: una que apunta hacia el pasado, de nostalgia por los tiempos idos, que recrea el viejo modelo de desarrollo hacia adentro, de fronteras cerradas, y otra, de un modelo de desarrollo abierto, de mercados y fronteras abiertas, que aspira a construir una nueva forma de inserción en la economía y en la sociedad global, y que apuesta por la competencia en lugar de los monopolios.
Veamos algunos puntos de la propuesta alternativa de la coalición legislativa:
Se mantiene y fortalece la rectoría del Estado en el sector eléctrico a través de la planeacón y la Constitución de la Nacional de Redes Eléctricas, organismo autónomo del Estado, entidad que conforme a los requerimientos y demanda de electricidad, elaborará programas regionalizados para el crecimiento de líneas de transmisión y distribución.
Se fortalece la Comisión Federal de Electricidad, al otorgársele la autonomía presupuestaria y de gestión. Dispondrá de órganos corporativos, independientes y profesionales, pero rendirá cuentas como organismo público, y mantendrá a su cargo las empresas de capital, comercialización de combustibles, generación y suministro calificado.
Se fomenta la penetración del uso de energías renovables, que será una obligación de la Comisión Nacional de Redes Eléctricas, para permitir una mejor penetración de energías renovables en todo el país.
Se mejora el mecanismo de otorgamiento de permisos para dar mayor certeza jurídica a inversionistas.
El litio, ese material que se ha convertido en el caro objeto del deseo de sectores tecnológicos de punta en el mundo entero, se mantiene bajo la rectoría del Estado, pero sujeto a las mismas reglas de exploración del petróleo; habrá rondas de exploración y explotación de los minerales, que garanticen en todo momento la propiedad estatal, así como las ganancias de esta actividad.
Estos son algunos de los puntos de la propuesta alternativa que se presentará en la Cámara de Diputados. Son planteamientos interesantes, algunos de los cuales pudieron haber sido puntos de encuentro con las propuestas del gobierno. Claro, si hubiese sido seria la propuesta de aproximaciones sucesivas.