VIDA Y LECTURA/ Cómo perder un país

MARCELA ETERNOD ARÁMBURU (SemMéxico, Aguascalientes). Ece Temelkuran es una escritora y periodista turca, con una gran presencia en redes sociales, que ha recorrido muchos países tratando de entender lo que está pasando en la confusa esfera política del populismo de derecha y cómo lo perciben las personas. De formación es abogada, pero su actividad más relevante es la de analista política, experta en comunicación político-social. Como buena opositora de una dictadura implacable, vive fuera de su país natal, donde continúa su constante critica al gobierno de Recep Tayyip Erdogan, su defensa del laicismo, de los derechos humanos y del feminismo.

En 2019 publicó el libro “Cómo perder un país. Los siete pasos que van de la democracia a la dictadura”, donde, a partir de la identificación de los elementos comunes observados en la evolución política de distintos países, consigue evidenciar la manera como los movimientos populistas, que llegan al poder en países democráticos, se transforman en dictaduras autoritarias.

El libro está integrado por ocho capítulos. Un primer capítulo introductorio en donde la autora pregunta qué puede hacer por nosotros y nosotras. Que, a diferencia de ella, no hemos pasado por la gran transformación de una democracia, por deficiente que sea, a una dictadura que con el paso del tiempo no solo se consolida, sino se vuelve irracionalmente brutal. El eje argumentativo del capítulo se centra en las semejanzas, claramente observables si se revisan los hechos, entre distintos países que han pasado de la democracia a la dictadura, en procesos relativamente cortos, pero esencialmente iguales.

Sin complejas teorizaciones, explica porque las sólidas democracias occidentales, están expuestas a esos pujantes populismos que, elección tras elección, muestran acelerados crecimientos en las preferencias electorales. Y considera que ni sus sólidas democracias, ni sus fuertes instituciones serán suficientes, si no se actúa, para protegerlas de los movimientos populistas que, tramposamente, transforman los yos pensantes y racionales, en un nosotros, el pueblo real, del que ellos, los populistas, son los representantes, los líderes incuestionables, los mesías salvadores. Y si hay cierto escepticismo ante estas premisas, nada más recuérdese el Brexit británico, a Marine Le Pen en Francia, o los más recientes resultados electorales en Alemania, Dinamarca y Holanda. Y voltee la mirada a países como Rusia, los Estados Unidos en la era Trump o Hungría.

Para Temelkuran, la experiencia turca es tan clara, que afirma “lo creamos o no, el populismo y el nacionalismo que logró acabar con la democracia turca, también amenaza a los demás países”. Su humilde contribución a concientizarnos de ello, es el motor que la impulsó a escribir este libro.

El texto da cuenta de las siete etapas, todas identificables, que permite a un país pasar de la democracia a la dictadura. La idea de Ece Temelkuran es que si podemos identificar lo que está ocurriendo y tenemos idea de cómo lo están haciendo, podemos estructurar una oposición efectiva, racional, propositiva y transparente para detener la locura.

El primero paso es “Crea un movimiento” que se nutre de la ignorancia, del provincianismo simplista con que se concibe la vida y el mundo, que se alimenta del odio y el resentimiento de los que consideran que no tienen voz, pero que no han hecho nada para tenerla. Y construye un nosotros/nosotras que permite dividir, establecer la línea entre buenos y malos, entre justos y pecadores, entre virtuosos y opresores, entre ese nosotros -que tanto seduce al pueblo bueno- que no se equivoca y los otros, los elitistas pensantes, educados, críticos que se perciben por el pueblo real como superiores. El pueblo, representado por unos cuantos, los que se apodera de un país haciendo que todos, los que no están con ellos, pasaran a ser concretamente irreales.

Son esos representantes, particularmente su líder, quienes están por encima de compromisos políticos, se manejan en el terreno de lo potencial y no de lo posible; y saben que necesitan “un pastor que les conduzca hacia la grandeza”. Es ese oscuro y retrogrado deseo de totalidad populista lo que permite la gran transformación. Ese hijo no deseado de las democracias exige respeto y tolerancia, ha logrado identificar a sus enemigos, es decir, a todos los demás, a los que no están con él.

El segundo paso es “Trastocar la lógica y atentar contra el lenguaje” lo que permite infantilizar a las masas, enfrentar la racionalidad con el fanatismo, criminalizar las voces críticas e identificar a los enemigos. Pero, sobre todo, acabar con la posibilidad de debatir, constatar, confrontar o verificar, para poder erradicar el diálogo y rechazar cualquier cosa que incluya a los otros. Para ilustrarlo la autora elabora un dialogo entre un populista y Aristóteles, donde, por absurdo que parezca, gana el populista. Porque si bien Aristóteles respeta la lógica y trata de argumentar, el populista descalifica cada premisa con un rosario de incoherencia y concluye que Aristóteles no respeta su lógica personal y que Sócrates es un malvado perverso. Las cinco falacias argumentativas de los populistas, según Temelkuran, son: refutar un argumento atacando personalmente al adversario, apelar a la ignorancia, suponer que una premisa es verdadera porque mucha gente la cree, llegar al absurdo y sustituir los argumentos.

El tercer paso, cada vez más evidente y común es “Elimina la vergüenza: en el mundo de la posverdad la inmoralidad mola”. La tierra es plana, Sócrates fue un malvado vicioso, las mujeres son castas o putas, América fue descubierta por imanes turcos, solo los hombres pueden aspirar a la libertad, son expresiones absurdas que cuentan con crecientes creyentes.

Todo es una conspiración, los enemigos están ahí, el líder lucha con múltiples y malignos adversarios, cualquier premisa es válida para obligar a los opositores al régimen a retirarse. Y, además los poderosos troles gubernamentales aterrorizan en las redes con crueldad. La agresividad es moneda corriente y la máxima vulgaridad se festeja.

Ante cualquier realidad, existe una mentira, un disparate, una historia diferente, un ‘no te creo’, un hecho alternativo, otra información, una posverdad que, de facto, elimina a la verdad, la cuestiona, la obliga a replegarse y la deja muda y asombrada, ante la dureza irracional del ataque, por supuesto impensable e inesperado, porque está fuera de la racionalidad.

En consecuencia, la desvergüenza, la mentira, la falsedad, la crueldad, el odio, la venganza, la falta de compasión y el resentimiento, en montón, se enfrentan con una tímida ética laica o republicana que, cada vez sirve menos de brújula moral que guie el comportamiento de las personas. Así es como la oposición se paraliza, o se va de su país, o simplemente enmudece.

Hay cuatro etapas más: “Desmantelar los mecanismos judiciales y políticos. Diseñar tu propio ciudadano. Deja que se rían del horror, Construir tu propio país”. Pero esos los comentaremos la próxima semana.

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