ROMPECABEZAS/ El poder de las palabras

ABEL LUNA ESPINOSA. Para la mayoría de las personas “las palabras se las lleva el viento” y poco o nada queda al paso del tiempo. Esto es una verdad a medias.

Por ejemplo, una mentira muchas veces repetida puede convertirse en verdad, trasladarse a la realidad y si va acompañada de emociones puede influir definitivamente en quienes la escuchan ¡y vaya que eso lo supieron en la Segunda Guerra Mundial!, cuando la estrategia nazi de repetición de conceptos a través de la radio generó imágenes que lograron el convencimiento de gran parte de la población.

“La propaganda echa sus raíces en las zonas más oscuras del inconsciente colectivo, exalta la pureza de la sangre y los instintos elementales del crimen y la destrucción” apunta Norberto Corella Torres, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional Autónoma de México y con maestría en la Universidad Iberoamericana.

El análisis de la propaganda indica que la aplicación de métodos y técnicas busca las modificaciones o crear respeto hacia determinado tema político (imagínese usted cuántos hay en nuestro país); después de modificada la actitud se procura llevar hacia una acción concreta en beneficio de los intereses del emisor y para la obtención de ese objetivo se recurre a los actos públicos, la música, los impresos, los discursos, las banderolas y la formación de mitos y símbolos.

A su vez el politólogo francés Maurice Duverger nos recuerda que la propaganda es una herramienta al servicio de quien pretende hacer política, y se basa en cuatro opciones para la toma y conservación del poder.

En primer lugar se recurre a la coerción física; después, la utilización del dinero como recurso hacia la obtención de otros factores; el empleo de los medios de comunicación para lograr más adeptos y el acercamiento con colectivos u organizaciones con membresías numerosas, no solamente para los apoyos, sino también para que se integren y colaboren en la obtención de las metas trazadas.

¿Cuántas de estas ideas, conceptos, los ha podido usted conectar con nuestro momento nacional, con las actitudes y acciones de la mayoría de los políticos?

En consecuencia, como podrá verse, el estudio de la propaganda no es meramente u n tema para la academia sino que está fuertemente comunicado con programas y acciones, con objetivos diarios de quienes dirigen partidos políticos, aparte de sus “ideologías”

En 1934 el secretario de propaganda del régimen nazi Joseph Goebbels afirmó: “la propaganda fue nuestra arma más efectiva en la conquista del Estado. Siguió siéndolo para nuestro mantenimiento en el poder y para la formación del nuevo Estado. Y esa arma debía ser usada y afilada continuamente si no se quería que con el poder, perdiéramos al pueblo, y al perder el apoyo del pueblo, el poder”

Para la obtención de una propaganda eficaz el político tiene que recurrir a conceptos sencillos, precisos, de entendimiento generalizado y poder enfocar sus baterías hacia el enemigo localizable.

Así, el personaje recurre a expresiones, durante sus alocuciones públicas, como fraude, corrupción, esperanza, austeridad, inseguridad y la mafia del poder.

Y ahora ¿todavía puede dudarse de la potencialidad de las palabras, máxime si consideramos que en muchas latitudes el micrófono es acaparado por unos cuantos políticos, que intentan imponer sus puntos de vista?

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