LIBROS DE AYER Y HOY/ Por el trato a animales, se conoce al humano

TERESA GIL

Muy decepcionante que el Día Mundial de los Animales celebrado el 4 de octubre, tenga un origen religioso porque con esa fecha se festeja a Francisco de Asis nacido en 1182, quien fue un gran defensor de los animales, O sea que el propósito de la protección animal, seguía a la festividad del mencionado santo. Tardíamente porque ya había una ley de 1929 al respecto, la Unesco retomó el caso, ya que en 1978  fijó la Declaración Universal de los Derechos de los Animales, en la que sostiene en 14 artículos, todo lo que gira en torno a esos seres vivos y su preservación, en respeto, salud y cobijo. Hay una definición interesante en ese documento  porque el organismo de la ONU habla de biocidio, un tipo penal que  describe el atentado contra la vida del ser humano, porque la muerte de seres vivos cuya confluencia nos impacta, tiene mucho que ver con nuestras vidas. Las leyes probablemente le dan otro nombre porque para los impíos sería risible hacer depender su vida de la muerte de un gato o un perro.  Pero el alcance de esa definición hasta ahí llega. El caso es que los alertas y leyes no prosperan en esencia, porque de enero a junio de este año, según INEGI, hubo cerca de seis  mil denuncias por agresión a animales. En general, los datos se refieren a perros, gatos y otras mascotas.  pero la enorme mayoría de los animales que están en la  naturaleza solo se tocan de refilón, pese a que muchos de ellos están en peligro de extinción, por causas referidas al ser humano como es la destrucción de bosques y la sequía y  agotamiento de lagos.

LA MUERTE DOLOSA DE UN ANIMAL, AMERITA CÁRCEL

Recuerdo haber enviado una carta de protesta a un medio, acerca del comportamiento de la comisión respectiva del congreso local de la Ciudad de México porque pospuso una discusión sobre el maltrato animal porque no se llegó a un acuerdo. Me parecía absurdo, en  primer lugar, que el maltrato de un ser viviente sea sometido a discusión  y más que un grupo de supuestos defensores de las leyes, suspendieran el acuerdo. Imagínense someter a discusión la vida de los 80 millones de mascotas que según INEGI existen en el país, ya no digamos el resto de los animales que nos rodean y que son sometidos a violencia de todo tipo, a veces con fines deportivos. O lo que es peor, para jactarse por los trofeos muertos que tienen colgados en sus paredes. Recuerdo a la cantante Lucero y a su antiguo amigo, un familiar de Carlos Slim, sentados muy orondos mientras exhibían en medios a los animales que habían asesinado en un zafari.  Con las leyes que con mucha dificultad se han aprobado todos  esos que quitan la vida a un animal más por deporte, deberían de ir a la cárcel. Hace tiempo, recuerdo a un juez que fijó en Querétaro 16 mil pesos de multa por el asesinato de un gato con un rifle. Eso valía la vida de un animal, para un juzgador.

LA ACTITUD DE UNA SOCIEDAD HACIA LOS ANIMALES, EXHIBE LO QUE ES

La reacción ante el tratamiento de seres vivos (animales y plantas) advierte del grado de sensibilidad que tiene una sociedad y conforta y horroriza, según el caso, porque es el reflejo de lo que nos puede pasar como seres humanos. En su muerte, los animales agredidos suelen dar información. Escuchemos por ejemplo a un perro ladrar hasta el infinito cuando está siendo agredido. El gato Plutón de Edgar Allan Poe, aprovechó los mecanismos a su alcance para denunciar a su agresor.  Hace casi doscientos años, Plutón se valió de algo elemental: sus maullidos, para denunciar ante la policía el asesinato de su ama y su propio emparedamiento. Poe fue un escritor que tuvo debilidad por los animales y de hecho cuatro de sus relatos más conocidos giran sobre alguna especie animal: El cuervo (editado 1845, Enciclopedia de la Literatura 2015), El escarabajo de oro, el doble asesinato de la calle Morgue, con un orangután y El gato negro. “Hay en el desinteresado amor de un animal, en su abnegación, algo que va derecho al corazón”, dice su personaje en el último relato, antes de caer, como Poe, en el delirio enfermizo del alcohol y ahorcar a Plutón. La historia se ha querido presentar más aterradora de lo que es y de hecho hubo una serie escrita, de terror, que se llamaba El gato negro. Pero si se analiza el relato y las alucinaciones, el felino no es sino el elemento vindicador de un abuso y maltrato de los animales. El del horror en todo caso es el hombre que hastiado de la fidelidad de Plutón, le sacó un ojo primero y después lo mató.  Lo que por desgracia no está lejos de nosotros. Algo parecido sucede a diario.

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