YANETH TAMAYO ÁVALOS*
SemMéxico, Querétaro, Querétaro. La sociedad globalizada ha colocado en el centro de las relaciones sociales a las tecnologías de la información y las comunicaciones, siendo el internet y otros medios los que nos permiten comunicarnos y conectar con otras personas alrededor del mundo.
En muchos aspectos, el internet, junto con las redes sociales, han contribuido a la materialización casi perfecta de los ideales democráticos de libertad de expresión y la comunicación abierta, ya que han permitido el intercambio de ideas como nunca antes.
Sin embargo, la creciente expansión de estas plataformas digitales ligadas al uso excesivo e inadecuado, en especial de las redes sociales, ha traído consigo una exposición excesiva de violencia, que en la mayoría de los casos es propiciada por grupos extremistas que realizan actividades de incitación, radicalización, reclutamiento, financiación o planificación para actos terroristas.
En el último decenio, las regiones de los Estados Americanos han registrado un aumento significativo de la violencia, la inseguridad y la inestabilidad. En donde, el ciberterrorismo ha generado desinformación, fraude electoral, crímenes de guerra y lesa humanidad, así como crímenes relacionados contra las mujeres por razón de género.
Siendo este último, el que predomina por su constancia y permanencia en redes sociales, de ahí que, la Organización de los Estados Americanos (OEA), considere la violencia de género digital como una forma de terrorismo y extremismo que requiere de estrategias de ciberseguridad.
Extremismo violento y terrorismo digital
Uno de los principales problemas para prevenir, identificar y responder a los incidentes cibernéticos, tiene que ver con la inexistente falta de definiciones y el mal uso de conceptos y terminología en relación con el extremismo violento y el terrorismo.
Como tal, no hay una definición universalmente aceptada de terrorismo ni de ciberterrorismo. Los conceptos han variado, pero los organismos internacionales consideran el ciberterrorismo como un delito dependiente de la cibernética perpetrado con objetivos políticos para provocar miedo, intimidar o coaccionar a un Gobierno o población objetivo y causar o amenazar con causar daño.
Los organismos internacionales han identificado que la radicalización motivada por el extremismo ha conducido al terrorismo, provocando intolerancia política y religiosa, discriminación y desunión social.
En el caso de la violencia contra las mujeres por razón de género, los terroristas se han organizado en grupos y han utilizado Internet, en específico las redes sociales, para reproducir estereotipos e implantar una ideología masculina tradicional.
En estos grupos, los integrantes arraigan en otras personas la idea de que ellos —los hombres—, son el centro del mundo y los incentivan a creer que solo ellos deben tener el control, al sentirse con este derecho, son más propensos a atacar a otras personas que no comparten su visión.
Y el internet, junto con las redes sociales, les proporciona medios baratos y eficaces de interconexión, para atraer y compartir esa ideología, así como propagar y ejercer de manera instantánea la violencia de género.
El uso de tecnologías más interactivas como salas de charla y canales les ha permitido controlar de manera directa el contenido de sus redes, lo que les proporciona mayores posibilidades de influenciar el modo en que son percibidos por distintos tipos de público objetivo y manipular su imagen y las de las personas que consideran enemigos.
Además, la interconexión les permite mantener relaciones no solo con sus propios integrantes, sino con miembros de otros grupos terroristas o militantes de distintos grupos que requieren de la desestabilización que estos provocan.
El extremismo violento y el terrorismo están exacerbando los problemas de gobernanza y desigualdad existentes en los países y las sociedades, aumentando el riesgo de conflictos violentos.
De ahí que, las mujeres de todas las edades se están convirtiendo cada vez más en el blanco de la violencia extremista y los actos terroristas, incluido el uso de la violencia sexual y la esclavitud para socavar sus libertades y derechos esenciales.
La presencia de estas organizaciones afecta gravemente los derechos y la seguridad de las mujeres, además, la incertidumbre sobre la libertad de expresión también tiende a silenciar a las mujeres e impedir que los defensores de los derechos humanos denuncien estas violaciones.
*Los países que forman parte de la OEA son Antigua y Barbuda; Argentina; Bahamas; Barbados; Belice; Bolivia; Brasil; Canadá; Chile; Colombia; Costa Rica; Cuba; Dominica; Ecuador; El Salvador; Estados Unidos de América; Granada; Guatemala; Guyana; Haití; Honduras; Jamaica; México; Nicaragua; Panamá; Paraguay; Perú; República Dominicana; Saint Kitts y Nevis; Santa Lucía; Suriname; Trinidad y Tobago; Uruguay y la República Bolivariana de Venezuela
** https://www.un.org/counterterrorism/es/cct/programme-projects/cybersecurity