EL TLACUILO/ Concordia, cuanta falta hace

ARTURO MORENO BAÑOS (Hidalgo). En verdad espero que NO sea demasiado tarde para recordar, en el México de hoy, la importancia de la concordia. Una palabra tan olvidada y peor aún poco practicada, al menos hoy en día en nuestro país está ausente. Pero nada se pierde con hacer un mínimo recuento de este valor fundamental.

ARISTÓTELES, ÉTICA A NICÓMACO (IX, 6):

“Cuando en un Estado cada uno de los partidos quiere el poder para sí solo, hay discordia”.

“No debe confundirse la concordia con la conformidad de opiniones porque esta puede existir hasta entre personas que mutuamente no se conocen”.

“Pero esta concordia supone siempre corazones sanos. En efecto, los corazones de esta índole están por lo pronto de acuerdo consigo mismos y lo están recíprocamente entre sí, porque se ocupan, por decirlo así, de las mismas cosas. Las voluntades de estos espíritus rectos permanecen inquebrantables, no [sufren] el flujo y reflujo…, solo quieren las cosas justas y útiles y las desean sinceramente guiados por el interés común”.

JENOFONTE, MEMORABLES:

“Por todas partes en Grecia existe la ley de que los ciudadanos juren que se mantendrán en concordia y por todas partes juran ese juramento; y creo yo que esto sucede no para que los ciudadanos juzguen a los mismos coros, ni para que alaben a los mismos flautistas, ni para que elijan a los mismos poetas, ni para que se complazcan con las mismas cosas, sino para que obedezcan las leyes”.

SALUSTIO, GUERRA DE JUGURTA:

“La concordia hace crecer las pequeñas cosas, la discordia arruina las grandes”.

“Por la armonía los estados pequeños se hacen grandes, mientras que la discordia destruye los más poderosos imperios”.

JUAN LUIS VIVES, CONCORDIA Y DISCORDIA EN EL LINAJE HUMANO (1529):

“Ninguna otra cosa hay en las actuales circunstancias tan necesaria al mundo, si ha de permanecer en pie y no caer en desmoronamiento definitivo, como la concordia.

Solo la concordia restablecerá lo caído, retendrá lo fugitivo y restaurará lo ya perdido y casi desesperado”.

“No se espere que haya concordia jamás mientras uno de los dos contendientes se saliere con la suya, postergando al otro. Más rápidamente se establecería y restablecería la concordia si uno y otro de los contrincantes, cediendo en su respectiva pretensión en bien de la caridad y de la benevolencia, desvirtuara las causas de la mutua ojeriza, por manera que el que perjudicó se duela de haber faltado a la amistad y el perjudicado perdone al amigo fácilmente”.

“Diríase que entre la concordia y la discordia hay la misma distancia que entre la vida y la muerte. Todo nace, todo se sostiene, todo vive con la paz y todo se derrumba y fenece con la discordia”.

“No hay cosa más flaca que el poder, sea el que sea, en la discordia. En ningún otro sitio juega más fuerte la fortuna”.

JOSÉ ORTEGA Y GASSET, “DEL IMPERIO ROMANO” (1941):

“Divergencias de opinión en los estratos superficiales o intermedios producen disensiones benéficas, porque las luchas que provocan se mueven sobre la tierra firme de la concordia subsistente en los estratos más profundos. La discrepancia en lo somero no hace sino confirmar y consolidar el acuerdo en la base de la convivencia. Esas contiendas ponen en cuestión ciertas cosas, pero no ponen en cuestión todo”.

“Supongamos que, por el contrario, la disensión llega a afectar a los estratos básicos de las opiniones que sustentan últimamente la solidaridad del cuerpo social: quedará este tajado de parte a parte. El lenguaje lo simboliza hablando de corazones que se separan o de un corazón que se escinde en dos: es la dis-cordia, como su opuesto la con-cordia. La sociedad entonces deja en absoluto de serlo: se disocia, se convierte en dos sociedades, y esto quiere decir en dos grupos de hombres, cuyas opiniones sobre los temas últimos discrepan. Pero dos sociedades dentro de un mismo espacio social son imposibles. Quedan, pues, como meros conatos de sociedad, es decir, que la disensión radical produce exclusivamente la aniquilación de la sociedad donde sobreviene”.

“Cuando la disensión es radical, todo queda aniquilado. Nada es común entre los contendientes. El Estado queda destruido, y con él toda vigencia de ideas, de normas, de estructuras en que apoyarse”.

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