EL OTRO DATO/ Xóchitl, “CREACIÓN” DE AMLO

 

JUAN CHÁVEZ

Xóchitl no está resultando ser buena aspirante a la Presidencia de la República.

El fenómeno que hace tres meses apareció y que el tripartido Va por México se apresuró a arropar como su salvación para tener candidata para el 2024, ya no es tal.

Por si fuera poco, el INE le ordena bajar tres spots de su propaganda por no tener definición partidista, como las normas de la precampaña  lo disponen: dirigirse, en sus narrativas, a los militantes de PRI, PAN o PRD que la postulan, aunque esto sea una aberración.

Absurdo porque hay que pensar que en los spots difundidos en televisión, debería aparecer un letrero que indicara al televidente “si usted no comulga con cualquiera de los tres partidos, no  vea el spot” o “hágase el loco”.

Ya no le basta con referirse a los esfuerzos realizados en su vida para pasar de vendedora de gelatinas a la candidatura por la Silla del Águila.

De gelatinadora, AMLO la catapultó a esa aspiración en la que, al principio, vació todo su entusiasmo y alegría e hizo pensar a medio México que la oposición tendría en ella la figura para desbancar  a López Obrador de su sueño de convertirse  en cacique y seguir gobernando a México como jefe del maximato, como en sus tiempos lo hizo Plutarco Elías Calles.

Varios columnistas señalan que el problema de Xóchitl son los partidos  que la postulan. En parte sí, pero si López Obrador ya ni la menciona, hay que aceptar que el que apareció en sus primeras semanas como coordinador e impulsador de su campaña, ya no la menciona para nada… y ella continúa apagándose.

¿Por qué AMLO fue su creador como precandidata?

Sencillo: el mandamás de Palacio, que gobierna al país con sus diarias mañaneras, veía en Xóchitl Gálvez un serio peligro de ganar en 2024 el gobierno de la Ciudad de México.

No hay que hacer abstracción de que Xóchitl, al comienzo de las contiendas preelectorales, acariciaba el sueño de ser la candidata opositora por la titularidad del GCDMX.

Con el arranque de las precampañas, que es en realidad la campaña real, se han visto cosas que deberían preocupar a Xóchitl Gálvez.

Empecemos por Morena: ahí se ha visto un partido o una coalición que logró soldar sus fracturas, la provocada por Ebrard y las que se generaron en la CDMX en la definición de las candidaturas.

Luego está Samuel García, candidato de MC, que siguió el guion que se esperaba: una campaña centrada principalmente en el campo mediático y las redes sociales con el objetivo de ganar el voto de la población más joven del país. Una campaña sin mayor contenido que ese, desideologizada, basada en lo vistoso como si fuera carnaval, pero alegre y atractiva.

Y ahora está Xóchitl Gálvez, quien tiene varios problemas que hay que apuntar. Primero, tuvo un arranque muy débil, casi invisible. Tuvo más relevancia y vistosidad su informe como senadora que el inicio de su campaña en un pueblo de Guerrero. Casi se escondió.

Segundo, en la campaña de Xóchitl hay un problema muy serio que no se ha sabido resolver. Y ese problema son los partidos políticos coaligados que cargan un enorme desprestigio. Xóchitl ha cometido el error de querer representar a cada uno, como si fuera una representación individual y no la representación de una coalición o de una alianza electoral.

Quizás inconscientemente, Xóchitl ha dado un discurso para cada partido, como dándole a cada uno su parte por haberla hecho candidata, lo cual ha significado mezclar o conjugar cosas irreconciliables desde el punto de vista ideológico y político.

Este problema refleja que los partidos tienen una alianza electoral, pero cada uno sigue mostrando su perfil propio. No hay una “fusión” política coyuntural de cara al proceso electoral, sino tres partidos haciendo campaña por su lado. Esto se nota en los eventos públicos donde aparecen los contingentes con sus banderas rojas, azules y amarillas.

Es decir, los partidos están en una lógica individual como es el reparto de candidaturas a los distintos puestos en juego. No hay candidatos de “coalición”, sino candidaturas de partido y cuotas de acuerdo a la fuerza electoral de cada uno de ellos.

Esto refleja que más que la campaña presidencial, los partidos están más preocupados por sostener o aumentar sus zonas de influencia. Ni siquiera están interesados en ganar el poder legislativo (la Cámara de Diputados y Senadores), sino en mantener las pequeñas parcelas que tienen ahora. Se trata de un asunto de sobrevivencia.

En esta lógica, los partidos dejan sola a Xóchitl con su campaña a la Presidencia porque para los partidos la disputa no está, o no debería estar, ahí. Que la campaña la haga ella, con sus propias cualidades y destrezas, mientras los partidos se concentran en las grillas políticas de sus propias candidaturas.

Surge aquí una pregunta inquietante: ¿El Frente ya se rindió desde ahora? ¿Ya no se trata de ganarle el poder a Morena y derrotar a AMLO, sino, si acaso, no seguir perdiendo más posiciones y llegar a desaparecer? ¿Luchar por la Presidencia puede ser una apuesta fallida? ¿Conviene más tratar de ganar y mantener lo poco que se tiene y dejar que Xóchitl se las arregle sola?

Pero no son todos los problemas que arrastra Xóchitl, el cambio de nombre de Frente Amplio por México a Fuerza y Corazón por México, ¿qué significa? ¿Hacer una campaña rosita y sin contenidos políticos para atraer a las clases medias? Más bien, el cambio parece un error en pleno inicio de la campaña. Mercadotecnia sin sentido.

Por último, el otro problema es que ante esta situación que puede tornarse más grave, y ante una campaña bifurcada y sin rumbo de Xóchitl, el candidato de MC Samuel García empiece a crecer y desplace del segundo lugar a la candidata de la coalición. Entonces sí ya no habrá punto de retorno.

No hay que perder de vista que dentro del electorado mexicano, que entre paréntesis asciende a 97 millones, hay franjas muy importantes que esperan una “irrupción” de una candidatura frente a Morena. Un rasgo que tenía Xóchitl pero que empieza a perderlo y, en un descuido, el candidato nuevoleonés puede tornarse en esa alternativa que se está esperando.

Es urgente que los partidos reaccionen y dejen de pensar sólo en sus cuotas de poder. ¿O ya claudicaron?

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