EL OTRO DATO/ Quién hará las tortas del domingo

JUAN CHÁVEZ. El estadio catari 974 se sacudió con el emocionado grito de los mexicanos: ¡Ochoa! ¡¡Ochoa!! ¡¡¡Ooochoa!!!

Los mexicanos, unos 30 mil que asisten al Mundial de Qatar, vibraron ante la hazaña del gran arquero Guillermo Ochoa que le detuvo el penal a la estrella de Polonia Robert Lewandowski.

Ahí, se consumó el empate de cero a cero con la escuadra polaca.

A los 54 minutos, Héctor Moreno jala de la camiseta y derriba a Lewandowski dentro del área de castigo. En primera instancia el árbitro no marca nada, pero luego de revisarla al VAR, marcó la pena máxima. Y el estadio vibro por tres minutos ante la hazaña de Ochoa. ¡El gran Ochoa!

Después del encuentro, ya no me importa quién hará las tortas del domingo para saciar el hambres de los participantes en la marcha convocada por AMLO para el domingo 27 y que ha sido denominada la marcha de la revancha o la marcha del ego.

Una marcha que movió a López Obrador a demostrar que en eso de ganar las calles, él es mano, sin que se tenga que marcar penal.

Llegarán miles de autobuses con los acarreados de los estados. El cínico secretario de Gobernación Adán López, declaró que de Tabasco, su tierra y la del otro López dueño de Palacio, arribarán miles.

AMLO tiene las mismas tentaciones electorales del dictador de Nicaragua Daniel Ortega y actúa igual que él

A partir de la década de 1990, Daniel Ortega intentó ser presidente de Nicaragua en 3 ocasiones, bajo las reglas de la democracia y el Estado de Derecho. Nunca lo logró. Por el contrario, al verse arrinconado por las vías institucionales, el partido sandinista inició una estrategia de socavamiento de la democracia, bajo un modelo de protesta social denominado “Gobernar desde abajo”. El plan incluía generar inestabilidad, coordinar asonadas y patrocinar todo tipo de actos violentos, para obtener prebendas políticas y un pedazo cada vez más grande del pastel electoral.

Durante 17 años Ortega estuvo gobernando desde las sombras, halando los hilos del poder, manipulando y extorsionando a gobiernos legítimamente electos. En el año 2006 estas tropelías le dieron el botín que tanto anhelaba, mediante una serie pactos y componendas con la oposición. Ortega vuelve al poder, gracias a una reforma electoral a la medida de sus ambiciones, tomando control del árbitro y estableciendo un mínimo de 35% de votos para ganar las elecciones. Así inició la era del hombre fuerte y las instituciones débiles. La dictadura de Nicaragua.

Hoy que está de moda el tema de los “election deniers” (los negacionistas), recuerdo que en 2006, López Obrador fue noticia mundial por su rechazo a los resultados electorales. Allí quedó en evidencia que su agenda personalista y su ego político parecen siempre ubicarse por encima de la patria, la institucionalidad y los valores democráticos de todo un país.

No me sorprende por eso que, en abril de 2022, López desnudó sus oscuras y rezagadas ambiciones de reformar el Instituto Nacional Electoral (INE), so pretexto de crear un órgano más eficiente, menos costoso y más ágil. Aunque la propuesta parece un manso cordero, el pueblo mexicano demostró este domingo con la marcha ciudadana, sin acarreados, que no le cree a AMLO y que detrás de las reformas se esconde un lobo feroz, quizás un cambio radical de paradigma, que amenaza con destruir el presente e hipotecar el futuro democrático de todo el país.

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