EL OTRO DATO/ LEA bañó en sangre al país

JUAN CHÁVEZ. De discursos larguísimos que solían concluir con su ¡arriba y adelante!, el hombre malo y asesino que gobernó México de 1970 a 1976, murió el viernes a los 100 años de edad.

La historia lo recordará como el presidente que bañó en sangre a México y que polarizó al país con sus narrativas contra los empresarios a los que llamaba “riquillos”.

Luis Echeverría Álvarez, de ceño severo y mirada vacía, de larguísimas peroratas, enfrentó a los empresarios mexicanos con la sociedad civil. Atacó al Grupo Monterrey por su éxito y valía. Tenía un resentimiento tremendo con aquellos que alcanzaban el éxito, salvo de sus empresarios socios y allegados

Su gobierno fue déspota y autoritario. Además, hipócrita. Su esposa María Esther Zuno se solazaba repartiendo agua de jamaica y tamarindo en las reuniones oficiales o en las cenas de la noche del Grito. Pero yo la vi fumar, con un high ball en la diestra, sentada en cómodo sillón con los pies sobre la mesa de centro.

Fue una escena que vi con mis propios ojos en el hotel de Petra, aquella ciudad antigua de 800 años atrás de Cristo, perdida en los acantilados de las montañas que le rodean en Jordania.

Muerto de sed, tras recorrer la maravilla de esa joya arqueológica, entre al lobby de la hospedería refugio del desierto y ahí, me sorprendió la farsante escena.

Echeverría era el secretario de Gobernación, encargado de la seguridad nacional, durante la matanza del 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco. El expresidente Gustavo Díaz Ordaz asumió en sus memorias la responsabilidad por la sangrienta represión que dejo cientos de estudiantes muertos, pero no la culpabilidad, la cual, dijo, compartieron Echeverría y otros funcionarios de su Gobierno (los generales Corona del Rosal, García Barragán y Gutiérrez Oropeza).

A Echeverría se le atribuye también la responsabilidad de una segunda represión estudiantil ocurrida durante su mandato, el 10 de junio de 1971, con saldo de 17 muertos, suceso conocido como «el halconazo».

En su gobierno se registró la llamada «guerra sucia», una campaña de represión de baja intensidad dirigida a frenar a los movimientos de oposición armada surgidos después de la masacre de 1968.

También se le considera el cerebro del golpe al diario Excélsior, cuyo director Julio Scherer fue echado en 1976 por un movimiento vinculado con el gobierno.

A nivel internacional, ejerció un gobierno cercano a otros presidentes de América Latina como Salvador Allende, en Chile, y Carlos Andrés Pérez, en Venezuela, con quien promovió en 1975 la fundación del Sistema Económico Latinoamericano (SELA).

Buscó la reelección y el premio Nobel y quiso convertirse en Secretario General de la ONU.

También fue el cerebro del golpe al diario Excélsior, cuyo director Julio Scherer fue echado en 1976 por un movimiento vinculado con el gobierno.

Después de dejar la Presidencia, Echeverría se mantuvo activo en la Administración pública como embajador de México ante la Unesco en París hasta 1979 y como representante diplomático itinerante en Australia y Nueva Zelanda.

Gustavo Díaz Ordaz reconoció que el peor error de su vida había sido convertirlo en Presidente porque lo traicionó desde la campaña cuando pidió un minuto de silencio por las víctimas del 68, cuando él había sido el brazo ejecutor.

Fue el presidente, que quiso convertirse en el “líder del Tercer Mundo” y gastó el patrimonio de los mexicanos para lograrlo

Lo recordaremos como un hombre mezquino y criminal. Su participación en las dos masacres de estado contra estudiantes nunca la olvidará nuestra historia. Sus manos se bañaron de sangre inocente. Murió como el expresidente más longevo de la historia.

El hombre se enriqueció por medio de concesiones, adquisiciones de medios de comunicación y otras corruptelas típicas de los presidentes. Fue el primer sexenio donde las instituciones perdieron sobriedad, cuando lo mismo se volcaba en apoyos a Salvador Allende y a Fidel Castro, que exterminaba la guerrilla de izquierda.

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