JUAN CHÁVEZ. El fututo del mundo es la competencia económica. Será un mundo competitivo en esencia. Se impondrá el que trague más pinole, el que haga replicar las campanas más fuertes.
El resultado de la competencia es a muerte, corresponderá al bienestar de los pobladores del país que marque el paso.
Tal es el meollo de la preocupación del presidente Biden: “No debemos dejar que China nos gane”.
Pero la ceguera de López Obrador, anda por los caminos errados. Marcha ya en el nacionalismo a ultranza, aunque el canciller Marcelo Ebrard le haya dado la bienvenida a la invitación de Antony Blinken para que México se sume a la industria de los semiconductores (chips), con arranque de 50 mil millones de dólares.
El New York Times ha registrado que ‘Aunque hay preocupación por el gobierno nacionalista de México, Estados Unidos está considerando como estratégica la relación económica con México para consolidar la región frente a la competencia mundial’”.
Es cierto. Así lo publicó el periódico más influyente del mundo, pero reportó los matices. En el sumario de su información, señaló: “Funcionarios de Estados Unidos están buscando un socio estratégico en el sur para crear un gran centro de manufactura que pueda rivalizar con China. Pero hay todavía dudas sobre la disposición en México de albergar industria extranjera”.
Y añadió: “Aun cuando los líderes de los dos países han expresado optimismo sobre su futura sociedad, una disputa comercial en curso sobre las intervenciones del gobierno mexicano en el mercado energético continúa arrojando dudas sobre la confiabilidad de México como destino de inversión extranjera”.
El presidente Joe Biden ciertamente quisiera convertir a México en un socio estratégico para contener a China y vencerlo en el largo plazo, pero López Obrador no está en la misma sintonía.
Lo apuntado por economistas al Times sobre cómo esta actitud de López Obrador ha impedido que inversiones estadounidenses y de otras naciones que están saliendo de China aterricen de manera natural en México, perdiéndose miles de millones de dólares que podrían impactar la economía nacional, no va a cambiar.
El Presidente mexicano no termina de entender que la discusión dentro del acuerdo de libre comercio norteamericano no corre por la ruta ideológica, y que lo único que va a provocar es perder la disputa en eventuales paneles que arbitren el conflicto, y fortalecer las suspicacias de que es un consumado violador del Estado de derecho.
El aparato productivo estadounidense sufrió con la pandemia, como en el resto del mundo, pero Biden se apresuró a tomar medidas dentro de un contexto de seguridad nacional, para minimizar el daño y los costos ante futuras eventualidades. Al ser México su socio comercial, cuya principal industria de exportación es la automotriz, parecía natural que lo incorporara dentro de su estrategia regional.
El Acta CHIPS y Ciencia, señaló la Casa Blanca en los documentos de trabajo sobre la ley, busca “inversiones inteligentes para que Estados Unidos compita y gane en el futuro”.
EU requiere que el próximo mandatario mexicano no sea izquierdista, que ni siquiera se defina como tal, y aunque el embajador Ken Salazar ya se refirió a Sheinbaum como “presidenta”, no es por ahí…