EL OTRO DATO/ ¡Estamos  en guerra!

JUAN CHÁVEZ

La televisión es muy dada a presentar las ejecuciones que se registran en el país y los “pasivos” operativos del Ejército y la Guardia Nacional, luego de los homicidios dolosos registrados día a día.

Este fin de semana, por ejemplo, difundió que 214 fueron las muertes dolosas y las balaceras e incendios de autos en el estado de México y Guanajuato.

Las balaceras se dan entre cárteles antagónicos. Es lo común: pelear por la posesión de una porción del país para mantener la productividad de su ilícita acción en la venta de las drogas.

Pero ya se cuenta que en muchos casos, son militares los que están acribillando a grupos civiles, sobre todo en bares, restaurantes o simples taquerías semifijas.

El Ejército mata a civiles. A grupos de civiles armados, cuenta la versión oficial que difunden  los medios televisivos, los mismos que minuto a minuto dan cuenta de la inseguridad y la violencia en que navega la barca mexicana.

¿Cuántos enfrentamientos reportados por el Ejército, la Marina y, ahora, la Guardia Nacional en realidad son ejecuciones extrajudiciales?

Hace unos días, la cadena estadounidense de televisión, Univisión, y el diario español, El País, dieron a conocer la ejecución extrajudicial que un grupo de soldados perpetró en Nuevo Laredo, Tamaulipas, en contra de cinco civiles.

Ambos medios internacionales difundieron un brutal video que muestra cómo los soldados perpetraron las ejecuciones extrajudiciales e intentaron modificar la escena del crimen para hacerla pasar por un enfrentamiento.

La secretaría de la Defensa Nacional respondió informando sobre la detención y la vinculación a proceso de 16 militares presuntamente involucrados en estos hechos.

Cabe aclarar que previamente el secretario de Seguridad de Tamaulipas declaró ante los medios de comunicación que los presuntos narcotraficantes habían muerto en un enfrentamiento. Por tanto, en un primer momento, los soldados tuvieron éxito al encubrir sus atrocidades. Si no hubiese sido por la acción de la prensa internacional, este crimen hubiera quedado impune.

Esto obliga a plantearnos varias preguntas incómodas. Primero, ¿cuántos enfrentamientos reportados por el Ejército, la Marina y, ahora, la Guardia Nacional, en realidad son ejecuciones extrajudiciales? ¿Cuántas ejecuciones extrajudiciales han ocurrido en casi dos décadas de militarización de la seguridad pública? ¿Hay manera de saberlo si, como lo han demostrado los casos de Nuevo Laredo, Tlatlaya y otros (como el de los estudiantes del Tec de Monterrey), los perpetradores hacen un esfuerzo consciente por encubrir sus atrocidades y los medios, en muchas ocasiones, se compran la versión oficial?

¿Se trata de casos aislados (de “manzanas podridas”) o, más bien, el modus operandi de las Fuerzas Armadas es fingir que las “bajas civiles” son producto de enfrentamientos y no de ajusticiamientos? Es decir, ¿se trata de crímenes particulares o se puede hablar de una práctica sistemática en la participación de los cuerpos castrenses en labores de seguridad pública?

¿Por qué la Sedena no hizo nada en contra de los soldados hasta que la prensa difundió la matanza? ¿Acaso la Secretaría defiende o encubre a los perpetradores salvo si éstos enfrentan el escrutinio público?

En cuanto a la labor de los medios de comunicación, ¿por qué la prensa internacional —y no nacional— difundió los hechos? ¿Fue casualidad o el periodismo nacional tiene miedo de investigar al Ejército? ¿O acaso la prensa mexicana enfrenta restricciones y obstáculos más grandes de los que pensamos al reportear la acción de las Fuerzas Armadas en el sexenio en que éstas se han empoderado como nunca antes?

Cabe recordar que las ejecuciones extrajudiciales se perpetraron en Nuevo Laredo, misma ciudad en que un grupo de militares abrió fuego injustificadamente contra la población civil hace apenas unos meses. ¿Acaso las Fuerzas Armadas están rebasadas en esa ciudad? ¿Acaso el clima bélico es tal que los soldados recurren a la brutalidad para hacer valer su poder? ¿Acaso hay una autoridad regional permisiva con estas prácticas en la zona?

No hay duda: ¡Estamos en guerra! ¡Militares contra grupos civiles armados!

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