EL OTRO DATO/ El huracán y la imprudencia presidencial

JUAN CHÁVEZ

Dicen que las desgracias unen. La que originó el dinámico huracán Otis que abatió al puerto de Acapulco, marca lo contrario y ha demostrado que, para las cuestiones importantes que suceden en el país, no tenemos Presidente.

Acapulco está deshecho y con 27 muertos y 4 desaparecidos, en el primer reporte de daños que, se estima, registró también más de un millón de afectados que se quedaron sin agua, luz y telefonía, y con daños severos en sus propiedades, así como pérdidas de muebles, televisores, salas y vehículos.

El fenómeno, que asombró a los científicos por la velocidad con la que alcanzó la categoría 5, golpeó sin clemencia al puerto y causó enormes daños.

Hay otros 400 mil guerrerenses de otros municipios, que también sufrieron daños en sus comunidades y propiedades.

Mañanera tras mañanera, López Obrador se ha posicionado como el rey de lo irrelevante.

La mañanera del martes duró dos horas con 40 minutos. Eterna. En ese larguísimo tiempo, el tabasqueño no fue capaz de dedicar un solo segundo de tiempo a advertir a la población de Guerrero de lo que el Servicio Meteorológico Nacional llevaba días pronosticando: la brutalidad del impacto de un huracán monstruoso.

Solo dijo que Otis “es un huracán fuerte, muy fuerte”.

El martes hasta confesó que seguía dolido con la Suprema Corte porque avalaron su desafuero hace 18 años. Y le exigía una explicación. Mientras se distrae, la realidad agobia al pueblo que dice encarnar. Mientras divaga mañana a mañana, la violencia ahoga y la lluvia también.

Ver a López Obrador atorado en una carretera es un grotesco espectáculo demagógico. Mil veces ha dicho que él es el Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas. ¿Y ahora nos viene a decir que al Comandante Supremo ninguno de sus 300 mil soldados le avisaron que la carretera estaba bloqueada? ¿Qué no estaba disponible ninguno de los helicópteros de alta tecnología súper equipados para sortear las peores tempestades, los Black Hawk y los Puma, que utiliza todos los fines de semana para supervisar el Tren Maya o la refinería de Dos Bocas? ¿No estaba disponible ninguna de las aeronaves de guerra de la Fuerza Aérea Mexicana que pueden sin problemas llegar a la zona afectada? ¿O realmente no quiso llegar? ¿O quiso con ese show de la autopista bloqueada y el jeep atascado justificar su retardo, su desidia, su inacción?

Llegó a Acapulco a bordo de una camioneta de carga solo para presidir una llamada “reunión de trabajo” y regresarse luego lueguito a la Ciudad de México y aparecer en su mañanera de hoy jueves, para defender el decreto que dictó en 2020 para desaparecer el Fondo de Desastres Naturales (FONDEN).

“El FONDEN era una caja chica, o no tan chica, de los políticos corruptos, eso no le llegaba a los afectados, era publicidad”, declaró y señaló que hay desinformación, puesto que el presupuesto público se sigue utilizando para apoyar al pueblo.

El subsecretario de Hacienda, Gabriel Yorio, había adelantado la tarde del fatídico miércoles, que el Fondo de Desastres Naturales aún existe y tiene 18 mil millones de pesos.

El FONDEN dejó de ser un fideicomiso gracias al decreto de 2020 que extinguió 109 de esas figuras administrativas. Ese año tenía disponibles 51 mil 480 millones de pesos. Ahora solo cuenta con 18 mil millones.

La Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros calculaba la noche del miércoles en 75 mil millones de pesos los daños causados por el huracán Otis.

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