EL OTRO DATO/ Construyen un martirologio

JUAN CHÁVEZ

Destruir a Xóchitl es elevar al cielo electoral a una mártir. Y eso, no reza con el rey Lopitos que quiere una ganadora limpia (Sheinbaum), que no esté salpicada de “sangre  electoral”.

Las convulsiones seguirán conforme los procesos de las dos grandes coaliciones avancen.

Descarrilar a Xóchitl Gálvez siguen siendo las intenciones de Palacio, con tres escenarios. El primero fue una consolidación de Morena acompañada de un mal proceso del Frente Amplio, lo que aseguraba el triunfo oficial; el segundo, la consolidación del Frente no sólo entre partidos, sino con la ciudadanía, acompañada de un proceso no muy fluido en Morena, con lo que el Frente tendría amplias posibilidades de triunfo. El tercero consistía en una ruptura en la coalición oficial, que abriese una tercera opción viable.

La andanada de ataques de parte del gobierno en contra de Xóchitl es el intento de descarrilarla antes de que se convierta en una opción imbatible. Han afirmado que no tiene origen indígena, que no hubo pobreza en su infancia, que no es ciudadana, y en todo ello han fracasado. Luego la acusan de corrupción, y amenazan con tirar su casa. Le han mandado auditorías a sus empresas, pero también a sus clientes y proveedores. Ya hasta aparecen encuestas donde crecen sus negativos conforme crece su reconocimiento.

Nada de esto debería sorprender. Lo único que demuestran todos esos ataques es que la coalición oficial está realmente preocupada. No necesitarían atacar la personalidad  u honestidad de Xóchitl si no fuese una amenaza para ellos. No habría necesidad de enfatizar negativos si no fuese obvio que a mayor conocimiento, mayor  es  la amenaza para su propia candidata, que ya no puede moverse en las encuestas.

Por otra parte, esta etapa de enfrentamiento directo ocurre en un entorno en el que el gobierno no tiene nada qué ofrecer. Sus cuentas de pobreza no convencen, como tampoco el crecimiento ilusorio; sus grandes obras no funcionan, y cuando lo hacen pierden dinero. Terminó el mito de la responsabilidad fiscal. Es muy evidente el incremento de control territorial del crimen organizado, así como la asociación de López Obrador con dictadores de América Latina y Asia. Ha crecido la tensión con Estados Unidos, que es la única fuente de actividad económica que tenemos. En suma, el gobierno de López Obrador ha sido un fracaso.

Siguen muchos pensando que hay una paradoja: con esos resultados, la popularidad del presidente les parece abrumadora. No lo es, es similar a la de otros presidentes, y con eso no les alcanzó para dejarle el puesto a sus elegidos.

Es cierto que López Obrador tiene algo que ningún otro presidente reciente ha tenido: la adoración incondicional de un porcentaje no menor de mexicanos. Tal vez sea 25%, tal vez 30%, pero con eso no alcanza para ganar una elección de dos competidoras.

Por eso la urgencia de que haya un tercer candidato viable, y si eso no se puede, entonces que la candidata opositora sea destruida. Si no lo logran, entonces querrán impedir una elección libre, como las que tuvimos desde 1997. Si eso no alcanza, siempre quedará la marca de la casa: gritar fraude y atrincherarse.

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