CARTAS DESDE CHICAGO/ Migración: sangre, sudor, lágrimas y sexo (I/II)

Contrario a lo que se pudiera pensar, emigrar a Estados Unidos podría resultar en una pesadilla para quienes buscan el sueño americano

ROGELIO FAZ

Si bien es cierto que poner los pies en EU da una sensación de mejoría. No obstante, podría ser una quimera si no se tienen los pies bien puestos en la tierra.

Por supuesto que una virtud y derecho del ser humano es tener sueños e ir en busca de ellos. No obstante, suponer que las estrellas se van a alinear para que los sueños se hagan realidad en tiempo y forma es ilusorio.

¿Engañados o se engañan a sí mismos?

Para muchos caravaneros -para diferenciarlos de los tradicionales inmigrantes-, ni siquiera los voluntarios que les extienden la mano ha sido suficiente para que puedan conciliar un sueño normal.

Por dos razones: primero, el espejismo les ha hecho creer algo cuando podría tomar toda una vida entera para logarlo, si acaso. Segundo, asumir tener derechos por el hecho de que “todos somos hijos de Dios” es una fe enajenante.

El nuevo despertar para muchos migrantes que llegaron en las llamadas caravanas a Chicago es incertidumbre, carencias, rechazos y abusos. Y es el comienzo.

Algunos ya están en situación de calle pidiendo ayuda económica en parques, afuera de negocios o delinquiendo en comercios.

El venir a EU o a cualquier otro lugar del planeta sin entender el sistema de vida y esperar que todo cambie solo por tener los pies en ese destino deseado es engañarse a sí mismos.

Padecer es el precio

Los albergues improvisados ya no dan abasto ni tienen las condiciones apropiadas. Además, siguen las controversias en los barrios a donde los ubican. Hoteles y moteles ya los están desalojando y, los departamentos donde les ayuda con la renta se están venciendo.

Muchos de ellos dicen salieron de su lugar de origen por la violencia que estaban pagando con sangre. Por lo que decidieron enfrentar las penurias de la travesía sudando la gota gorda que les han costado lágrimas. Aun así, pagar con eso no es garantía para tener ‘una mejor vida’.

Migrantes y caravaneros

La diferencia entre un inmigrante indocumentado tradicional a uno de caravanas es que el primero se vale por sí mismo sin reclamar o exigir, y el segundo, cree que por sus sufrimientos se merece la oportunidad. Algunos ya están reclamando derechos de ayuda.

Sin embargo, para vivir el sueño americano primero hay que estar bien claros donde están parados, pues en esta tierra bondadosa y de las oportunidades todo cuesta y tiene límites. La ayuda que llega es por acciones humanitarias o, con impuestos de los contribuyentes y ambos ya se están agotando.

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