ANÁLISIS A FONDO/ ¡Bienvenido, Albares!

>> Visita México en ministro de Asuntos Exteriores de España

>> Conversa con Ebrard, pero AMLO dice que sigue la “pausa”

FRANCISCO GÓMEZ MAZA. “Pausa” volvió a ser la palabra del día, empleada por el presidente Andrés Manuel López Obrador para advertirles al rey Felipe VI y al presidente de España, el “socialista” Pedro Sánchez, que se reflexione en torno a las prácticas de latrocinio de algunas de las más poderosas empresas ibéricas asentadas en México, al cobijo de las autoridades españolas en contubernio con los gobiernos del neoliberalismo mexicano.

La palabreja retornó a los espacios periodísticos, en ocasión de la visita del ministro de Asuntos Exteriores de España, José Manuel Albares, quien saludó a López Obrador casi de pasada, visitó al Senado donde fue recibido por el senador Ricardo Monreal Ávila, y conferenció con el canciller Marcelo Ebrard, a quien realmente visitaba por ser su par.

Hubo muchos discursos, comentarios, declaraciones y suposiciones, pero no se supo de qué hablaron realmente en la Cancillería. Obviamente conversaron de las relaciones “en peligro” por la presidencial “pausa”

Los gobernantes españoles y buena parte de la prensa interpretaron la palabra como un anuncio de ruptura de relaciones, decidida y propagada por el propio presidente mexicano. López Obrador ha manifestado en varias ocasiones su malestar por la política española frente a México, tanto que le sugirió al Rey pedir a México perdón por el salvajismo de la llamada Conquista.

La verdad es que el tabasqueño nunca tuvo la intención de sacar de sus cabales ni al rey ni al socialista Pedro Sánchez, sino sólo decirles que empresas como Iberdrola eran más rapaces que los más rapaces de los “conquistadores” del siglo XVI, cuando se llevaron todo el oro y la plata que pudieron cargar sus galeras.

Obviamente que el gobierno de Sánchez está muy preocupado por lo que, supuestamente, el gobierno mexicano pudiera estar fraguando contra las empresas españolas, inclusive están temerosos de que AMLO pudiera decretar mexicanizaciones, nacionalizaciones y hasta expropiaciones de grandes empresas.

Nada. El señor ministro español vino a México, fue tratado como príncipe del rey, Marcelo le hizo la visita agradable; Monreal, otro tanto y los senadores más, que se vieron por momentos felices con su sonrisa monárquica, y todos amigos.

Lo que realmente ocurre y es el motivo de la preocupación de los españoles por la palabra “pausa” es que España ocupa el segundo lugar, después de Estados Unidos de Norteamérica, en monto de inversiones en México.

La inversión española en México, de acuerdo con los registros de la Secretaría de Economía, que encabeza la sinaloense Tatiana Clouthier, sólo es superada por Estados Unidos.

La inversión española supera a la canadiense (46 mil 240 millones de dólares), Japón (29 mil 544 millones), Alemania (28 mil 278 millones) y Países Bajos (21 mil 214 millones).

Sin embargo, no podemos dejar de ser realistas. Muchas empresas españolas, quizá con Iberdrola a la cabeza, están en México como sus ancestros españoles que se instalaron y se adueñaron de la economía y la vida de los mexicanos, en 1521, cometiendo toda clase de tropelías, sacrilegios contra la religión de los pueblos indígenas, masacrándolos y destruyendo sus monumentales ciudades, entre otros actos criminales, como destruir los monumentos en los que los pueblos de esta nación adoraban a sus dioses.

Me acordé de un texto viejo guardado en mis archivos de un periodista de la península que decía que, antes de 1992, los españoles en México sólo operaban mueblerías, panaderías, baños públicos y hoteles de paso, pero después de aquella fecha, en alianza con los gobiernos neoliberales, capitalistas salvajes, de Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo y Vicente Fox se adueñaron de bancos, de la perforación y explotación de áreas estratégicas de petróleo y luz eléctrica, sectores que estaban restringidos al Estado.

Actualmente los españoles son propietarios de grandes cadenas hoteleras, líneas aéreas, telefonía celular y, antes del gobierno de López Obrador, iban por más. Estos logros los han tenido, no por “el milagro español, sino porque los empresarios y el gobierno de España son un instrumento de la oligarquía de Estados Unidos que lava su dinero en España para la reconquista de México.

En fin, el presidente Andrés Manuel López Obrador le dio la bienvenida al ministro Albares, pero refrendó su planteamiento de hacer una “pausa” en la relación con la nación ibérica, en particular con sus empresas, clasificadas entre las más rapaces del concierto mundial.

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