AMBIGÚ/ Democracia, herida; Corte, la salva o la remata

>> La que sigue: #MiVotoNoSeVende

MARTHA ELBA TORRES MARTÍNEZ (Morelia, Michoaacán). La observación en la crónica del colega Jorge Hidalgo Lugo, de portalhidalgo.com, sobre la notable participación de viejitas y viejitos en la marcha del pasado domingo pasado, en Morelia, es muy pertinente por dos razones: la baby boomer fue la generación de la transición democrática del viejo régimen autoritario del PRI a la institucionalización de la voluntad ciudadana en elecciones cada vez más seguras, confiables y creíbles; y dos, la pensión del adulto mayor no compra su voto.

Por eso las y los rockailos, con hijos y con nietos, marchamos despacito, con bastón, andadera y hasta en silla de ruedas, por esta democracia que vimos nacer y fortalecerse, y ahora López Obrador la hiere con su contrarreforma electoral para reimplantar ese viejo régimen autoritario de partido único.

La frase del domingo 26 de febrero en el Zócalo capitalino, de la periodista Beatriz Pagés: “México es de todos o no es de nadie. Callar, nos haría cómplices de un crimen de Estado contra la democracia y de una reforma electoral maquinada para desmembrar al INE y facilitar una ruta a una dictadura electoral”.

“Ante el fracaso y la falta de resultados, ya huelen su derrota y preparan la estafa; buscan desaparecer al árbitro para torcer la decisión ciudadana en 2024. El ‘Plan B’ de la reforma electoral es la crónica de un fraude anunciado”.

Y no es una loca teoría conspirativa. Es lo que pensamos muchos. Así lo escribió el columnista Roberto Vizcaíno, el mismo domingo 26 por la noche:

“Luego de ser testigo y cubrir periodísticamente todo lo logrado electoralmente a lo largo de estos 35 años, desde la creación del Frente Democrático y la campaña presidencial inicial de Cuauhtémoc Cárdenas -a quien acompañé entonces durante meses por todo el país cubriendo para Excélsior-, la creación del IFE y las reformas electorales subsecuentes, lo que veo en el Plan B electoral de AMLO -que no de la 4T- es simple y llanamente la intención de destruir, dinamitar y hacer fracasar el proceso presidencial y todos los demás de 2024.

“Quiero, pero no logro no creer, que el presidente López Obrador lo que busca es crear el escenario de caos para declarar inválidas las presidenciales de 2024. Simplemente no veo más que eso en su insistencia de aplicar sus reformas del Plan B. (…)

“Los oradores Beatriz Pagés y el exministro José Ramón Cossío, le dieron vueltas y vueltas a sus palabras para no decir las cosas claras. Debieron -según yo-, decirles directamente a los mexicanos: “¡Aguas, este se quiere robar no las elecciones, sino el futuro del país declarando la nulidad de las elecciones en 2024!”…

***

La idea de este escenario catastrófico -nada improbable-, se expande no solo en el país sino en el extranjero. Lo vemos con los editoriales de prestigiados medios estadunidenses y las posturas de los presidentes de los comités de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes y del Senado de EU, el republicano Michael McCaul y el demócrata Bob Menéndez, respectivamente.

Todos lo sabemos, aunque los oficialistas repitan y repitan lo contrario: la reforma electoral del Presidente es un saco a la medida para perpetuar a su partido en el poder como el viejo PRI.

¿Qué es lo que contiene la ley electoral, en esencia?, fue la última pregunta de la mañanera del martes 28 de febrero:

-Que no haya funcionarios públicos que ganen el doble de lo que gana el presidente de México, eso es, respondió López Obrador.

¡Achis! Entonces, reformas constitucionales -que la oposición legislativa frenó- y a seis leyes secundarias en materia, todo este desgarriate, las marchas y costosas contramarchas, ¿nada más porque Lorenzo Córdova y ahora Edmundo Jacobo, ganan más que el Presidente?

La agresividad verbal de AMLO contra la organización social y el Poder Judicial, es ya de niveles preocupantes; esta a un paso de vociferar ¡pendejos, malagradecidos y chinguen a su madre! Incluso pasar del discurso a la acción, con sus amagos y amigos, como el Poch Vica, que en Twitter propuso la bala como solución al “problema” de la presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Norma Piña.

Porque ya son amagos directos contra la ministra, del chairo este y del propio López Obrador, que la ha señalado de corrupta sin una sola prueba. Ayer lanzó la amenaza a todo el Poder Judicial: se reforma -a su modo- o “los próximos ministros que se integren sean perfiles honestos”. ¿Qué? ¿los piensa remover? Dice que sus incondicionales, Juan Luis González, Margarita Ríos, Loretta Ortiz Ahlf y la corruptaza comprobada de Yasmin Esquivel, así como su peón Arturo Saldívar, no le han servido de mucho para imponer su dictadura.

Con la entrada en vigor del Plan B lopezobradorista, la democracia mexicana esta herida. La Suprema Corte decidirá si la remata o no…

***

Hace un año, López Obrador calculó entre 25 y 30 millones los “conservadores” “corruptos” que se oponen a su “transformación”. Diga lo que diga, al parejo que su feligresía y eso es lo que lo tiene tan trastornado.

“Son los sectores de clase media. Los entiendo, o sea, es un estilo de vida muy aspiracionista, que tiene una manera de pensar, o sea, apenas les empieza a ir bien y ya se vuelven ladinos y clasistas y racistas. Bueno, pero los entiendo, hay mucho atraso en todo ese sector”, volvió a decir en la mañanera del 28 de febrero.

Entonces, los que marcharon -me incluyo- somos ignorantes y ladinos. Esta bien. Al fin ni es cierto.

En las elecciones intermedias de 2021, Morena perdió 10 millones de votos y la mayoría constitucional en la Cámara Baja. Culpó a los clasemedieros aspiracionistas.

“Un integrante de clase media, media-media, media-alta, incluso con licenciatura, maestría o doctorado, está muy difícil de convencer; es una actitud aspiracionista, es triunfar a toda costa y querer salir adelante. Muy egoísta”. Pero resulta que en 2018 ¡los había convencido! ¿Qué pasó? Pues lo que ha pasado en estos para cinco años.

El senador y aspirante a la candidatura presidencial por Morena, Ricardo Monreal, lo tiene bien claro: AMLO se ha peleado con una muy importante parte de quienes lo apoyaron en 2018.

Se la ha pasado golpeando a los intelectuales, empresarios, medios de comunicación y periodistas; a universitarios, médicos y enfermeras, a las feministas y agricultores, que no aspiraban entonces a nada más que un buen gobierno que atendiera a todos los sectores sociales y productivos; transparente, que escuchara y dialogara con todos para encontrar juntos, soluciones a los grandes problemas. Pero resultó excluyente y discriminatorio.

Monreal Ávila piensa que López Obrador y su partido pueden recuperar la relación con los que llamó “los olvidados” por la 4T. Ya es difícil, el nivel de violencia contra toda resistencia a sus decisiones o crítica, sube en cada mañanera.

Por eso, ya en la antesala de las elecciones del 2024, que quién sabe cómo se armarán con un INE achicado y los privilegios al partido en el poder, agrandados, vámonos de corridito los aspiracionistas a un México para todos.

Desde ahora, promover el diálogo en nuestros círculos familiares, de amistad y conocidos, sobre la importancia de involucrarnos seriamente en las elecciones. Triste, que la credencial para votar, sirva más como ID, que para darnos gobernantes profesionales, honestos, éticos. Si analizamos bien, tenemos los políticos que merecemos, unos porque no votan y otros porque venden su voto…

***

Pero ya tenemos campeonato de marchas: acarreos frente a ciudadanas.

Tras la primera megamarcha del 13 de noviembre #INENoSeToca, el Presidente y Morena marcharon dos semanas después al Zócalo. No lo llenaron aun con el grosero acarreo de beneficiarios de programas clientelares.

Fue épica #MiVotoNoSeToca del pasado 26 de febrero, que atascó el Zócalo y se marchó en 100 ciudades del país y otras del extranjero. Nuevamente AMLO la quiere superar otra vez recurriendo a la movilización forzada, el 18 de marzo.

¿Cuál sigue para la organización social?: #MiVotoNoSeVende.

Ni las y los viejitos, ni los jóvenes, ni campesinos ni discapacitados -¡que vergonzoso!- tenemos que vender el voto por un programa social. Son recursos públicos, provenientes de los impuestos que todos pagamos, como el IVA, el ISR, Nómina, IEPS.

El propio AMLO reconoció el 4 de enero, que dar dinero a los pobres es “estrategia política”.

“Con ellos va uno a la segura. Ya se sabe que cuando se necesite defender, en este caso la Transformación, se cuenta con el apoyo de ellos. No así los sectores clase media, ricos o intelectualidad. No es un asunto personal, es un asunto de estrategia política”.

Así, pensiones, becas y apoyos, son derecho constitucional y esta prohibido condicionar. No vendamos el voto, o en todo caso, como sugirió el propio AMLO: aceptar todo y votar en libertad…

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