JOSÉ GARCÍA SÁNCHEZ
La información que nutre la conciencia política de los conservadores es paupérrima; sin embargo, es con lo púnico que cuentan y en el fondo lo saben. Sus balas son de salva y sus pistolas de agua; sin embargo, no dejan de convencer en todo momento a nuevos resentidos.
Medios resentimos por el retiro del subsidio, columnistas que se quedaron sin su salario del gobierno que superaba, con mucho, el oficial de sus medios, mensajes de watts app sin pruebas, envió de tik tok anónimos, rumores sin más base que la perorata de sobremesa, memes, una televisión con grandes intereses económicos, redes invadidas por granjas de bots pagadas por los partidos de oposición, etc. forman parte de la batería de información que se reenvían unos a otros para fortalecer no sólo su idea equivocada de la política sino su odio hacia la actual administración, pero, sobre todo, contra el Presidente de la República.
La multitud de informaciones falsas sobre el enriquecimiento ilícito que produce dos Bocas a Rocío Nahle y al presidente, los robos que cometen al erario los hijos del Presidente, la exigencia de información sobre los muertos de una pandemia mundial y una serie de acusaciones que sólo ilustran el imaginario de una oposición sin cultura política, que carece de fundamentos reales y por lo tanto debe inventarlos y lo lanza al aire para ver quién los cree.
La desinformación se reproduce cuando se instala en una desinformación previa y constante, de la cual se encargaron de difundir los regímenes anteriores a profundidad y con todo el aparato del gobierno y los medios a su servicio incondicional. Ahora, toda información falsa es bien recibida y se multiplica porque necesitan difundir la mentira como única manera de hacer proselitismo.
Así como los partidos de oposición no compiten en las elecciones para ganar sino para figurar y mantener su registro, así también cierta parte de la sociedad prefiere la crítica exacerbada de la administración pública ante cualquier otro tiempo de noticias, situación que finalmente los separa aún más de la realidad.
La permanente campaña que los miembros de ciertas clases sociales, la mayoría acomodadas, no descansa, parecieran organizados y de no ser por su dispersión cotidiana en las rutinas laborales, cualquier pensaría que hay un orden y una disciplina; sin embargo, se pasan información como si fuera cierta, a pesar de que saben que es falsa. Trabajan sembrando dudas intentando cosechar adeptos.
Incluso podría pensarse que algún partido político maneja la red de reenvíos por celular de no ser por un individualismo exacerbado que no tolera trabajo en equipo alguno, que no pro ser transmisiones individuales y aisladas dejan de conformar una masa, amorfa, sin guía, pero una suma importante de ciudadanos que tienen un reciente empleo sin más salario que la satisfacción que hacen mella a la actual administración.
En su profundo resentimiento los difusores de mensajes por celular consideran que la gente tiene criterios tan frágiles que necesitan de su orientación para saber por quién van a votar. Los indecisos se quedan sin votar en esta ocasión.
Son los primeros en denunciar la polarización de la sociedad mexicana, cuando son los que la impulsan. Lo único que hacen es enfrentar a mexicanos contra los mexicanos, en una estrategia que está fuera de sus manos creen hacer chocar a pobres contra pobres, como sucedía en el pasado, cuando en realidad la diferencia social se vuelve pelea callejera con los renvíos de la basura que consideran información y que aben que mienten pero es la única manera que tienen de participación política manteniendo el anonimato, lanzan la piedra y esconden la mano, en un país de definiciones y en un tiempo donde los cobardes no caben.