EDUARDO MERAZ. Como nunca antes, ver al titular del ejecutivo federal de México comportarse como lo hizo este miércoles, al responder a una solicitud formal del gobierno de Estados Unidos para solucionar diferencias me dio pena, ajena y propia.
El espíritu atrabiliario, característico de quien se cree infalible, ha orillado al presidente sin nombre, sin gracia y sin lucidez, a caer en actitudes de marcada vulgaridad, impropias de un jefe de Estado.
Ciertamente no es ni será la última vez que los «moditos» nada diplomáticos del presidente sin nombre, sin gracia y sin lucidez salgan a relucir en el teatro en atril mañanero, donde cree está su fortaleza.
Las actitudes populacheras, cada vez más ordinarias, carecen de justificación ya sea para referirse a sus opositores o al tratar de justificar su desapego a la ley o sus evidentes fallas de concepción e instrumentación de sus políticas, internas y externas.
Inquieta el tono burlón que quiere utilizar para descalificar la petición de la administración de Joe Biden de iniciar consultas sobre asuntos energéticos que, a su parecer, no cumplen los compromisos suscritos por México en el tratado de libre comercio, T-MEC.
Restarle seriedad a las inquietudes de gobierno y empresarios de Estados Unidos por posibles tratos inequitativos, para beneficiar a Petróleos Mexicanos (Pemex) y ahora la Comisión Federal de Electricidad (CFE), en poco beneficia a los mexicanos.
Al contrario, la ligereza al afirmar que no se violenta el T-MEC, si bien le pueden generar la aprobación interna, no necesariamente son sinónimos de las razones jurídicas y económicas, para evitar sanciones.
Bien a bien, este método evasivo y corriente, que poco ayuda a prestigiar la investidura presidencial, se ha vuelto común en el teatro en atril mañanero, conforme avanza el sexenio y salen a flote los yerros e insuficiencias cometidas por el cuatroteísmo.
Recurrir al escarnio como lo hace siempre el mandatario sin gracia, cada vez que los asuntos de Estado escapan a su sacrosanta voluntad, puede gustar a su claque, pero ha tenido altos costos para los mexicanos en vidas y recursos perdidos.
En el comunicado conjunto que se dio a conocer al término de la entrevista entre los mandatarios de México y Estados Unidos ya se advertía que no iba a haber condiciones especiales para nuestro país. Los hechos recientes -la captura de Caro Quintero y ahora las consultas- dejan ver, de manera fehaciente, la inutilidad de las baladronadas del ejecutivo mexicano.
Con los vecinos del norte carece de validez la máxima cuatroteísta de no me vengan con el cuento de que la ley es la ley. O se cumplen los compromisos asumidos o habrá consecuencias.
Qué pena la exhibición presidencial de este miércoles. Si viviera Carlos Pellicer, moriría de pena.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Émulo del presidente sin gracia, el responsable de la política interior, Adán Agusto López Hernández, se contagió de la maledicencia de su paisano y asegura que le vale lo que diga el INE, al fin que va a desaparecer.
@Edumermo