Dayana Rodríguez
Ciudad de México, 15 de mayo (entresemana.mx) El querer siempre tener la razón es un juego muy peligroso que puede hacerte perder más de lo que se gana. Te invito a reflexionar sobre, ¿qué prefieres, tener la razón o ser feliz?
Tener la razón va de la mano de lo que llamamos nuestra verdad, comenzaré definiendo el término verdad.
La RAE (Real Academia Española), la define como «Juicio o proposición que no se puede negar racionalmente…».
El problema es, que cuando hablamos de relaciones humanas lo que para una persona puede ser racional, para la otra no lo sea y entonces, es ahí donde se cae en terribles confusiones.
Querer tener la razón está ligado a que supuestamente exista un ganador y un perdedor, por ello muchas personas luchan por que su versión sea la aceptada, para adquirir la victoria de algo… y esto se puede transformar en una trampa que te envuelve en siempre querer ganar las batallas.
Esto es más habitual de lo que creemos, muchas veces se quiere imponer nuestra verdad sin analizar y escuchar si quizás el otro tenga algo acertado que decir. Te puede llevar a una lucha de poder entre tu verdad y la de la otra persona, trayendo como consecuencia una infinidad de peleas para que el otro acepte esto como único.
Se puede convertir en un emoción visceral y poco racional, puede ser que tengas razón, que tú tienes el acierto ante aquella situación, y que la otra parte no esta entendiendo tu punto de vista, continuar con ello va ser un cuento de nunca acabar entre sus argumentos y los tuyos, te quiero preguntar, ¿qué es más importante, tu paz mental o el ganar una discusión? Pienso que tener la razón se puede convertir en una situación tan innecesaria cayendo en la necedad que solo alimenta al ego.
Existen personas tan obstinadas que aunque sepan que están equivocadas, por evitar doblegar su ego no lo aceptarán, entonces, para qué desgastarse peleando con alguien que no está dispuesto a escuchar, que están cegadas en sus ideas y quizás aquí deberíamos analizar si somos nosotros los que estamos hundidos en ese error. En este punto te puedes aferrar a una pelea interminable y desgastante u optar por tu tranquilidad y dejar de discutir por cosas redundantes. Ojo, no estoy hablando de no poner límites, y aceptar lo que sea solo por evitar una discusión pero, cuando nos empeñamos en hacer valer nuestra opinión por encima de la de los demás, caemos en un círculo vicioso del que es muy difícil salir.
Hay que saber elegir nuestras batallas y entender cuándo es el momento de parar, ¿qué más da si tienes o no la razón? nuestra salud mental está por encima de ello. Vivir en guerra solo puede afectarte a ti y es cuando comprendemos que no importa el ganar o perder en una discusión. Debemos aprender a empatizar con personas que no van a pensar y sentir igual de una misma situación y qué maravilla que existan otras opiniones porque así nos podemos enriquecer, crecer y aprender del otro.
Optar por tener la razón ante todo, te puede llevar a perder personas especiales solo por darle prioridad a tu ego, ¿para qué llegar a ello? es cuando entendemos que también se gana perdiendo, así que la decisión está en tus manos.
¿Qué prefieres, ser feliz o tener la razón?
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¡Qué tengas un excelente domingo!