GERARDO CONDE. Ante la tragedia de una madre de perder a su hijo en un robo, declaró: “él, solo robaba, no mataba”, porque la señora no acepta que lo mataran, sólo por robar.
Este caso de la vida real en el transporte público, sirve para contextualizar las acciones del inquilino de Palacio y sus personeros para justificar sus tropelías en aras de lograr sus propósitos.
Como ejemplos públicos se tienen:
La consulta de revocación de mandato del pasado 10 de abril, donde el jefe dio la línea de transgredir la Ley a sus huestes, para actuar a manos llenas bajo el manto de la impunidad.
En esa línea, actuaron los legisladores morenistas para darle a sus partidarios reglas de operación para justificar su conducta de impunidad, ya que su quehacer era en pro de: tener el derecho de hablar en favor de la democracia y de allanar la participación ciudadana por encima del INE y del Tribunal Electoral.
Y esa manga ancha se mostró de manera mayúscula en las entidades del sureste del país, destacándose el estado de Chiapas, donde los “centros de votación” en zonas rurales se despacharon con la cuchara: para no dejar dudas, del sentido de la votación y, además, fue la entidad que le dio a la jornada de la consulta la nota roja al desbarrancarse un vehículo que trasladaba a benefactores de los programas sociales del gobierno federal para que votaran por el personaje que ve por ellos.
Sin duda, lo más burdo del día de los comicios, más allá de los “operadores electorales” encargados de la lista de acarreados para cumplir con sus metas impuestas por sus jefes, es el caso, del dirigente de Morena, que se convirtió en un microbusero para “facilitar” a los electores ejercer su derecho al voto.
Estas prácticas electorales vestidas de cinismo e impunidad fueron el mejor ejemplo de exhibir su propia flaqueza como gobierno y como partido, al tener que recurrir a tareas mezquinas como soporte electoral para darle una congruencia a la popularidad que registran las encuestadoras a favor del inquilino de Palacio.
La realidad mostró, que: sin chantajes, presiones, denostaciones, infracción de la Ley, injerencia oficial y uso de recursos púbicos, los 15 millones de votos obtenidos en pro de AMLO apenas, le sirvió al inquilino de Palacio y a sus personeros para ocultar su estatura real, de ser un tigre más de peluche que de carne y hueso.
Otro ejemplo, de que solamente roban y no matan, es la sesión de la discusión y aprobación de la Ley Bartlett, en la Cámara Baja, donde los diputados morenistas y sus aliados perdieron la votación calificada, frente a la oposición Va por México integrada por el PAN, PRI y PRD a la que se sumó MC, dando un total de 223 votos, lo que originó una campaña de denostación pública en su contra por no sujetarse al nacionalismo que ostenta y predica el inquilino de Palacio.
Bajo la convocatoria del jefe, los personeros de Morena, sin ambages, gritaron al ladrón y no solamente eso, sino además de la denuncia callejera exhibirán a los ladrones en las plazas públicas para que el pueblo sabio: sepa quienes les robaron la opción de tener una industria eléctrica de corte nacional y orientada a beneficiar sus bolsillos.
Estos ejemplos, sirven para ilustrar que los métodos de la impunidad y de la intimidación, serán los mejores instrumentos para sustentar a un gobernante autócrata que se empeña en: ganar, ganar, sin en el más mínimo decoro, para mantenerse como el “Mesías” ante la mirada de sus seguidores, bajo la consigna de hacer valer su propia ley:
“Solo roba, no mata”.
Ya se verá.
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