CÉSAR VELÁZQUEZ ROBLES (Sinaloa). Hace unos días escribí sobre el reloj del día del juicio final, a propósito del incremento de las tensiones en Europa y en el mundo entero por el diferendo entre Rusia y Ucrania, y por la posibilidad de que este conflicto pudiese acercarnos a una conflagración nuclear. Esta posibilidad todavía hasta hace poco era vista como algo remoto, pero las declaraciones del dirigente ruso, Vladimir Putin, exigiendo que ninguna fuerza, país, organización o potencia militar intervenga, porque entonces habría consecuencias jamás antes vistas, sonó ahora sí, como una amenaza muy real. Esas consecuencias nunca antes vistas, inevitablemente llevan a imaginar un cataclismo. Ese lenguaje amenazante, no a Estados Unidos o las potencias europeas, sino a la humanidad entera, debería obligarnos a actuar, a expresar un compromiso ético y moral por la vida, contra la violencia, la destrucción y la muerte que, como hemos visto en estos últimos días, recorre ya los campos y ciudades de la heroica Ucrania en defensa de sus libertades, de su integridad territorial y de su independencia.
Por lo que nos ha mostrado la televisión, la invasión rusa a Ucrania no ha sido un día de campo para el ejército ruso y sus aliados. Han surgido ya las primeras posibiidades de una negociación a las que el presidente de Ucrania, Zelensky, ha dado la bienvenida, aunque con escasas esperanzas de que alcanzar una solución negociada. En esos juegos de guerra a los que es tan afecto Putin, ha pedido a los más altos comandantes de las fuerzas armadas que pongan en tensión su armamento nuclear, en lo que llaman un “régimen especial de servicio de combate”. ¿Es una fanfarronada de Putín? ¡Quién sabe! Lo que sí es cierto, es que ese lenguaje no es común, ni lo fue en los momentos más álgidos de la guerra fría. Además, como lo han recordado, el recurso verbal a las armas de disuasión en esta escalada de violencia, no es un buen presagio para nadie: “La guerra nuclear no puede ganarse y nunca debe librarse”.
Sobre este tema, el director ejecutivo de la Asociación para el Control de Armas, Darryl Kimball, apuntó que la decisión de Putin de “insertar armas nucleares en la ecuación bélica de Ucrania en estos momentos es extremadamente peligroso, y Estados Unidos, el presidente Biden y la OTAN deben actuar con extrema moderación… Este es un momento muy peligroso en esta crisis, y tenemos que instar a nuestros líderes a alejarse del borde nuclear».
Pero la escalada militarista en el mundo entero se ha desatado. Alemania, que fue derrotada durante la Segunda Guerra Mundial y fue condenada a no rearmarse, anunció ayer mismo, su decisión de incrementar en 100 mil millones de euros su presupuesto militar para enfrentar las amenazas que representa Rusia. Ese mismo camino seguramente seguirán otros países europeos, que siguen dependiendo en gran medida para su seguridad de los Estados Unidos, uno de los principales reclamos en años recientes de Donald Trump que los instó a destinar más recursos a la defensa.
Deseo de todo corazón que Dios los ilumine y se encuentre un punto de equilibrio que ponga fin a la guerra. Que se conjure todo peligro de una conflagración nuclear. No he sabido que los científicos atómicos que idearon el “doomsday clock”, lo hayan adelantado en estos días de guerra, pero creo que las declaraciones de Putin los obligarán a tomar una decisión.
Por si no lo recuerdan, el doomsday clock es un reloj simbólico de que la humanidad está a unos minutos del final, es decir, de la medianoche. Dice Wikipedia:
“El número de minutos para la medianoche —que mide el grado de amenaza nuclear, ambiental y tecnológica para la Humanidad— es corregido periódicamente. El 25 de enero de 2018, el reloj se adelantó desde «tres minutos para la medianoche», en donde estaba desde el 19 de enero del 2017, a «dos minutos y medio para la medianoche». El reloj fue actualizado en 2018, poniendo las agujas a dos minutos para la medianoche. Ha permanecido a esta hora en 2019. En enero de 2021 se adelantó veinte segundos, quedándose a 100 segundos para la medianoche, lo que supone el momento en el que más cerca se ha situado de las 12 en su historia”.
Si, ese reloj está a 100 segundos para la medianoche. Por eso digo, ojalá que Dios los ilumine a todos.