MARCELA ETERNOD ARÁMBURU (SemMéxico, Aguascalientes, Aguascalientes). Buscando una biografía de Mary Wollstonecraft para confrontar algunos datos que aparecían en distintos artículos y con la idea de revisar la vigencia de “Vindicación de los derechos de la mujer”, que escribió en 1792 y que es catalogado como texto fundacional del feminismo, encontré “Mary Wollstonecraft. Mary Shelley. Proscritas románticas”, escrito por Charlotte Gordon después de una muy cuidadosa investigación y una sorprendente revisión, no solo de los libros que ambas escribieron, sino, además de cartas, reseñas periodísticas y artículos que tienen 200 años de existencia.
Lo interesante de esas dos biografías —cada una transcurre por su propia línea temporal— es que muestra la vida de dos mujeres, madre e hija, que enfrentan numerosas dificultades en una Inglaterra patriarcal, sexista y puritana. Las dos escritoras, revolucionarias y con pensamientos modernos independientes, las dos cobijadas por los ideales de la Revolución francesa y las dos fuertemente atacadas y despreciadas por ser mujeres y pretender tener voz.
Gordon enfatiza que el libro de Mary Shelley, publicado en 1818 sin que apareciera su nombre, “Frankenstein o el moderno Prometeo” fue un éxito, pero que, cuando se supo que había sido escrito por una mujer, la crítica no escatimó en despreciarla, denigrarla y promover su destrucción. Hasta se usó su novela para demostrar que la sordidez y la maldad, provenían de la naturaleza de la autora: una mujer.
Además de las intensas vidas de las dos Marys, llenas de obstáculos, dificultades, depresiones y penurias, en “Proscritas románticas” sobresalen los abrumadores contextos sociales en los que transcurrieron sus vidas, esas realidades cotidianas en las que ambas vivieron, donde el padre, el esposo o el varón eran amo, voz, poder, obligación, deber e infalibilidad. Biografías que reiteran lo duro que era (es) vivir bajo la bota del amo, bajo el enorme poder del patriarcado que tenía la obligación de controlar todo: la vida de sus hijos, cuanto más la de sus hijas; la de sus esposas, incluyendo a sus madres. Control económico, psicológico, sexual, social, educativo. Control total.
El libro abunda en pequeñas historias de mujeres que convivieron con las biografiadas y no podían huir del violento maltratador, no podían escapar de sus amenazas, mucho menos de sus castigos; algunas fueron recluidas en hospitales psiquiátricos o en sus propios hogares por años o hasta su muerte; otras fueron entregadas en matrimonio a hombres ruines; muchas no podían ni pensar en solicitar un divorcio ante una falta total de consideración; a muchas otras se les negaba el permiso de tener acceso a un trabajo; y aparecen —en forma reiterada— los casos de abandono masculino y la indefensión en la que quedan las mujeres que no pueden alimentar a sus hijos e hijas. Lo que nos recuerda a los cientos de miles de juicios que hoy día están en proceso por una pensión, ante la misma negativa de los varones de hacerse responsables de sus descendientes.