VIDA Y LECTURA/ Annie Thérèse Blanche Duchesne

MARCELA ETERNOD ARÁMBURU (SemMéxico, Aguascalientes). Como todos los años, la prestigiada Academia Sueca, responsable de reconocer a la escritora o escritor cuya obra sea considerada, en su conjunto, como trascendente y muy destacada, anunció que la persona merecedora del Premio Nobel de Literatura 2022 era la francesa Annie Ernaux, nombre con el cual Annie Thérèse Blanche Duchesne, firma sus obras.

La Academia recibe nominaciones, ampliamente justificadas, principalmente de las y los miembros de diferentes colectivos especializados en lengua y literatura. Sobresale la participación de las personas que pertenecen a las academias de la lengua, los especialistas en literatura y las organizaciones de escritores, por ser quienes más propuestas le envían a la Academia Sueca. El procedimiento de selección es laborioso, pues cada año se reciben cientos de propuestas, las cuales son analizadas por un comité que tiene la misión, primero, de reducir todas las nominaciones a no más de dos decenas de candidatos/as; y, en una segunda fase, seleccionar un quinteto de posibles, para que -después de leer sus obras- estén en condiciones de seleccionar a un ganador o ganadora.

El comunicado de la Academia Sueca, anunciando que la francesa Ernaux era la ganadora del premio este año, es escueto, pero de su lectura me gustaría destacar tres elementos que, desde mi punto de vista, son distintivos: primero, que es una obra profundamente autobiográfica, donde resplandece el valor para contar con intensidad los hechos mezclados con un cúmulo de percepciones y sentimientos; segundo, la importancia de la escritura como herramienta de conocimiento y reconocimiento que no solo permite conceptualizar lo vivido, sino rumiar las profundas emociones que, casi todas las personas se empeñan en enterrar, pero que la autora desmenuza y analiza para poder compartirlas; y tercero, el uso de un lenguaje sencillo, directo, crudo e «intransigente» ante los autoengaños que llevan “a la incapacidad de ver quién eres».

Annie Thérèse Blanche Duchesne nació en 1940 -­­tiene 82 años- y, al parecer, se mostró muy sorprendida por su designación. No hay que olvidar que, para obtener el reconocimiento del Nobel, al menos se debe estar nominada un par de veces, y Ernaux ha figurado en la última selección, en varias ocasiones. Sin duda, recibir el Nobel en el último trecho de la vida es un enorme reconocimiento.

En lo personal, me da mucho gusto que seleccionaran a una mujer que escribe en primera persona, que centra su narrativa en su biografía, en sus esferas íntimas, en sus contradicciones y ambigüedades, que describe su relación con las otras y los otros, con su madre -relación siempre compleja, inmersa en incontables extrañamientos- y con su pareja, lo que le permite con franqueza dar voz a los pensamientos similares que viven millones de mujeres. También escribe sobre sus decisiones de vida, como pasar por un aborto en tiempos de absurda pero dura cesura e inevitables señalamientos, y sobre sus sentimientos, como la vergüenza que provoca algunas sensaciones físicas de indiscutible intensidad.

Annie Ernaux cuenta en su muy amplia obra su historia, y con ello, se suma a las interesantísimas historias de las mujeres, tan despreciadas en tiempos pasados. Al hablar de su condición, de sus angustias, de sus cuestionamientos, de su derecho a la intimidad, de sus enfermedades y de sus pensamientos, propone, simple y llanamente, que hablemos de la vida con integridad, veracidad y franqueza.

En una época de mentiras, pos-verdades, irrealidades construidas para alimentar a las voraces masas superficiales que adoran las narrativas evasivas, que desprecian los hechos y se regodean en las opiniones -con frecuencia parciales e interesadas, vanas y mentirosas, o intrascendentes y desarticuladas- una voz clara, directa, franca, personal, intensa y apasionada se agradece.

Algo interesante de la escritura de Ernaux es que se centra en esos pocos metros cuadrados donde transcurre la vida de todas las personas. Sus espacios personales, sus interacciones, su esfera de incidencia, su entorno, su presencia, su historia y cómo ésta se entrelaza con las historias de los demás. No narra grandes acontecimientos, ni se pierde en la gran elocuencia de la arrogancia. Se concentra en lo micro, lo íntimo, lo significativo, lo importante. “Mientras ellos se ocupan de lo geo-político, de lo realmente importante, de lo que consideran trascendente, ellas se ocupan de lo cotidiano, de lo necesario, de lo inmediato, de proteger, de cuidar y de abrazar. Mientras ellos hablan desde el pedestal de la sapiencia, ellas escuchan”.

Desde que inició como escritora en 1974 y hasta el 2015, Annie Ernaux ha publicado con regularidad. No toda su obra esta traducida el español, solo algunos de sus textos más emblemáticos, aunque seguramente ahora, con la distinción del Nobel, se editara su obra completa. Pero, sus obras más reconocidas fueron editadas en español por Tusquets, Cabaret Voltaire, Caserola y Seix Barral.

Si se tiene algún interés en conocer a la Premio Nobel de Literatura 2022, la primera mujer en Francia que lo recibe (aunque en la larga vida del premio figuran como 15 franceses y el primer Nobel fue para el francés Sully Prudhomme, en 1901), se puede empezar leyendo  “Una mujer” (Seix Barral, 1988) que se enfoca en la vida de su madre y su relación con ella, o leer dos de sus mejores obras: «La mujer helada» que narra experiencias matrimoniales, o «La Vergüenza», un libro sobre ese profundo y humillante sentimiento que se apodera del ser ante la pérdida de la propia dignidad.

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