ROBERTO VIZCAÍNO
El tempo no se detiene y ya transcurrimos la primera semana de un país nuevo, distinto.
Tampoco hay sorpresas, aun cuando todavía no nos reponemos del azoro. Siempre supimos que había dos México, el del desarrollo y el del atraso. Representados arbitrariamente por el norte y por el sur.
Lo que nunca creímos fue que el país del sur iba a imponerse al del norte. Pero ocurrió.
Los datos -más o menos ciertos- son demoledores:
– Una primera presidenta que responde a la continuidad del desastre y la violencia; 7 gobernadores de 9 (para con ellos llegar a los 25, como en las mejores épocas del partido único); mayoría casi calificadas en Senado y Diputados; superioridad en 27 Congresos locales de 31 que se jugaron, y ya ni digo en alcaldías.
– La Morena ideada y creada por Andrés Manuel López Obrador hace apenas diez años ya no es idea ni promesa, es realidad y futuro.
Arrolladas por estos datos brutales, definitivos, quedaron las prometedoras, expresivas, mareas rosas y toda una corriente de percepciones y sentimientos que íbamos detrás del supuesto triunfo de Xóchitl Gálvez -y toda la inteligencia y enorme experiencia que convocó su candidatura-, con su propuesta amplia de recuperación, desarrollo, inclusión, Estado de Derecho.
Como dijera mi amada abuela: ya ni llorar es bueno.
Tras la debacle -y el predominio del sur sobre el norte-, se cierne sobre el futuro de los vencidos la anunciada aprobación de al menos 3 de 20 reformas propuestas por el presidente Andrés Manuel López Obrador que significarían la destrucción del Estado de Derecho y del Sistema Democrático Electoral que ha operado durante los últimos 30 años.
La regresión planteada y aprobada por la mayoría contundente de los mexicanos del sur, nos llevaría -ya lo han planteado decenas y decenas de sesudos y experimentados analistas, políticos y ciudadanos alarmados- a un país gobernado por una sola persona, con todo el poder y sin contrapesos ni instituciones de control. Una tiranía, ni más, ni menos.
Como en el PRI del México de los 50, 60, 70, el de la dictadura perfecta revelada por Mario Vargas Llosa.
Pero a diferencia de aquel PRI, el Morena de hoy, bajo el predominio de AMLO, y por su deriva ideológica populista, pasamos el domingo pasado -desde mi punto de vista-, de ser una Venezuela como la encabezada por Hugo Chávez a la otra, a la de hoy, gobernada por Nicolás Maduro.
En el centro de todo -creo yo- está el bajo, bajísimo nivel educativo del pueblo de México.
PERO A PESAR DE TODO, HAY UNA DÉBIL ESPERANZA
Como también decía mi querida y sabia abuela: Dios aprieta, pero no ahorca.
Y dentro del desastre electoral, existe una realidad innegable afirman los vapuleados opositores.
Y es que, si bien en la elección presidencial salió vencedora una candidata con el casi 60% de los votos, igual es que ese mismo día los mismos ciudadanos dieron 44% de votos a legisladores de Morena, PT y Verde y 42% a los opositores PAN, PRI, PRD y MC. O sea, el partido hegemónico, absoluto, no existe. Morena no tiene todo, a pesar de que quiere hacer creer.
Y hoy mismo esos porcentajes hacen la diferencia de vivir un futuro como el de un México con una débil pero cierta esperanza democrática, o el de una Venezuela de Maduro.
En agosto -como lo establece la Ley Electoral-, se realizará el reparto de pluris y la confirmación de curules y escaños en Diputados y Senadores, y será hasta entonces que se haga valer esos porcentajes del 42% frente al 44%, y sabremos cuantos diputados y senadores tendrán cada uno de los 7 partidos reconocidos.
Las proyecciones iniciales señalan que Morena, PT y Verde podrían tener mayorías calificadas en San Lázaro y que les faltarían entre 5 y 3 senadores para tenerlas en el Senado.
Mantener el sistema político, económico y social como lo conocemos dependerá de ese reparto, y de cómo actúen luego los senadores y diputados de la oposición frente a los anuncios de AMLO de impulsar él mismo sus reformas para destruir lo que quiere destruir.
Al final todo eso dependerá de la voluntad y actuación de 5 o 3 senadores opositores, de si se dejan comprar o no por AMLO y Morena y socios.
Así de dramático y trascendente para la Nación es este momento del reparto de pluris.
En síntesis: es la posibilidad de continuar con este México ciertamente imperfecto que conocemos, pero al fin democrático, o entrar a uno muy cercano a la Venezuela de Maduro, o la Cuba del castrista Miguel Díaz Canel.
¿POBRE MÉXICO?… VEAN LO DE FRANCIA Y RESTO DE EUROPA
La ultraderecha arrasa y casi duplica a las otras fuerzas políticas en las elecciones nacionales de 720 diputados del parlamento europeo.
En Francia fue tan contundente el voto ultra que el presidente Emmanuel Macron disuelve la Asamblea Nacional para darle paso a la nueva expresión ideológica en Francia.
No es para nada un alivio, pero hay que ver estas elecciones para reflexionar lo que ocurre hoy en México, y cuál es aquí el reto de la oposición perdedora. El antecedente inmediato fue el ascenso de Milei en Argentina. Algo pasa en el mundo que no entendemos.
FLUYEN LAS CONFIRMACIONES DE REELECCION
Así como unos la sufren, otros la gozan y entre ellos están Ana Lilia Rivera, presidenta del Senado e Higinio Martínez, cabeza del emblemático Grupo Texcoco (algo como el de Atlacomulco, pero dentro de Morena) quienes este fin de semana recibieron sus confirmaciones de triunfo para continuar en el Senado.
En este contexto la senadora tlaxcalteca Ana Lilia Rivera indicó que el triunfo de Claudia Sheinbaum marca el tiempo de las mujeres en el poder en México.
Pasan, dice, de ser las cuidadoras y protectoras de la familia a tener su rol en la historia del poder político en este país dominado todavía por el machismo. Su llegada a Palacio hará que las niñas vean que todo es posible, inclusive ser presidenta de México, el cargo máximo que cualquier político podría aspirar a obtener: “¡llegó ella, llegamos todas!”, afirma Rivera.
Twitter: @_Vizcaino / Facebook