TEXTOS EN LIBERTAD/ Algunos apuntes en dos aniversarios luctuosos

JOSÉ ANTONIO ASPIROS VILLAGÓMEZ. El pasado 19 de junio se cumplieron 145 años de la muerte de Maximiliano de Habsburgo, y el 18 de julio será el sesquicentenario luctuoso de Benito Juárez.

Dos personajes confrontados en un México que parecían resistirse a encontrar su forma de gobierno definitiva, pues en esa época (1864-1867) el país fue regido en una parte de su territorio como un imperio y en otra como una república.

Maximiliano nació en un palacio austriaco y murió a los 35 años fusilado en un cerro de Querétaro, mientras que Juárez nació en una modesta población serrana de Oaxaca y murió en un palacio a la edad de 66. Los restos del descansa primero en la Cripta Imperial de Viena, y los del Benemérito en el Panteón de San Fernando, en la Ciudad de México.

Por su parte Carlota, hija del rey de Bélgica nacida en 1840 y esposa del emperador, sufrió hasta 1927, aunque él en sus últimos días la creyó muerta, mientras que Margarita, hija adoptiva de un matrimonio acomodado de Oaxaca y esposa del presidente, murió de casi 45 años, 18 meses antes que él, en 1871.

Maximiliano y Carlota sólo tuvieron dos hijos adoptivos, descendientes de Agustín de Iturbide (de cuya coronación se cumplen dos siglos), mientras que Margarita y Benito procrearon 12, cinco de los cuales nacieron a temprana edad.

Ambas esposas tuvieron una vida plagada de congojas, cada una en su propio contexto y momento, y las dos dando apoyo a sus respectivos cónyuges. Carlota experimentó los rechazos del rey de Francia y del papa en el Vaticano cuando imploró ayuda, y luego perdió de la razón. En contraste, Margarita fue recibida y distinguida por el presidente de Estados Unidos, Andrew Johnson, y el que sería su sucesor, Ulysses S. Grant, cuando estuvo en ese país con sus hijos, durante el imperio de Maximiliano.

Carlota buscó ayuda en Europa para mantener el gobierno de Maximiliano en México, mientras Margarita, en alguna carta, reclamó a Juárez su empeño en aferrarse a la presidencia una vez terminado su mandato. Los pormenores están en libros, cartas y documentos que pueden rastrear a los lectores interesados ​​en conocer los detalles.

Maximiliano fue fusilado en 1867 en cumplimiento de una ley que había promulgado cinco años antes Benito Juárez, quien férreamente rechazó todas las solicitudes y hasta súplicas para que lo indultara. En cambio, al Benemérito sí le fue perdonada la vida el 13 de marzo de 1864, cuando en Guadalajara Guillermo Prieto (al que Juárez llamó alguna vez “pobre diablo”) se interpuso entre el presidente y la tropa enemiga que estaba a punto de dispararle , ya la cual gritó -como él mismo dejó escrito- que “los valientes no asesinan”.

Además, en otras ocasiones fue ayudado a escapar de los rivales: el 22 de enero de 1858 cuando lo escondió en su trajinera un vendedor de carbón y lo salvó de las tropas de Félix Zuloaga, y el 13 de febrero de 1864 cuando, tras una tensa entrevista en Monterrey con el gobernador de Nuevo León, Santiago Vidaurri, el hijo de este azuzó a gente armada que disparó contra el carruaje en que se retiró.

En septiembre siguiente también repararse salvarse, luego que sus tropas se desbandaron en Majoma, Zacatecas, tras perder una batalla ante los adversarios comandados por Joaquín Miramón, cuyo hermano Miguel escribió a su esposa Concha Lombardo: “Se nos escapó de las manos”.

Hay que agregar en estos meros apuntes, que el clero estuvo en contra de los dos personajes centrales: se distanció de Maximiliano cuando éste se negó a devolver sus privilegios a la iglesia, y de Juárez a causa de las leyes de Reforma. Además, el clero fue el único sector de la sociedad, incluidos los críticos y adversarios de don Benito, que negó algún reconocimiento a Margarita cuando esté.

Tras el triunfo de la República sobre el Imperio en 1867, Benito Juárez y Margarita Maza regresaron a la Ciudad de México, él desde Paso del Norte (hoy Ciudad Juárez) donde había instalado su gobierno, y ella de Estados Unidos donde vivían con limitaciones ante la imposibilidad de adaptarse a la trashumancia de su esposo ya con hijos a su cuidado.

El matrimonio Juárez Maza experimentó desde entonces en el ala norte del Palacio Nacional y es probable que la prensa de oposición se lo haya criticado, así como ahora los intolerantes toman a mal que lo haga el presidente López Obrador con su esposa e hijo menor. Es bueno recordar que otros mandatarios y sus familias vivieron en un castillo, el de Chapultepec, o en un bunker, el de Los Pinos, y no fueron reprochados por ello.

Margarita, con problemas de salud desde que residía en Estados Unidos, no se adaptó al clima húmedo del Palacio y pasó sus últimas semanas de vida en una casa de campo en la actual calle de Serapio Rendón, colonia San Rafael de la capital del país.

Este 18 de julio, además de cumplirse 150 años del fallecimiento del Benemérito de las Américas, se cumplirán 65 de que fue inaugurado el Recinto Homenaje a Don Benito a Juárez en ese rincón del Palacio Nacional habilitado como un museo y que exhibe de forma permanente una importante colección de objetos y documentos que pertenecieron al gobernante ya su familia, según datos de la Secretaría de Hacienda, encargado de su custodia desde que se instaló en 1957 por instrucciones del entonces presidente Adolfo Ruiz Cortines.

“En este museo -dice la SHCP- se recrean algunos espacios íntimos del presidente Juárez como el salón familiar, su despacho, recámara y una valiosa colección de pinturas, medallas e insignias que revelan detalles sobre la vida del prócer”. Cuando lo conocimos hace ya lustros, nos obsequiaron algunas ilustraciones e informaciones impresas.

También visitamos el cerro queretano donde las piedras suenan como campanas y existe una capilla en el lugar donde fueron fusilados Maximiliano y los generales Miguel Miramón y Tomás Mejía. Objetos del emperador y su esposa se conservan en el Castillo de Chapultepec y el Palacio Nacional.

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